La coreógrafa celebra un cuarto de siglo en movimiento con una agenda que incluye el estreno para chicos de Zig Zag
Por Constanza Bertolini
De la Redacción de LA NACION
El romance entre Teresa Duggan y la danza, que este año cumple un cuarto de siglo, no es para nada convencional. Y la rareza va más allá de su continuidad, de que sean 25 los años que lleva coreografiando, aun bailando. Ella tomó su primera clase a los 17 y, en el salón, frente a Ana Itelman, se comportó como si supiera. Al menos eso le dijo la maestra ?una sin par, de importantísima labor para la danza contemporánea de nuestro país? . Quizá haya sido por la intuición que todavía hoy la guía o tal vez por la experiencia de aquellos ratos a solas en el baño de su casa del campo lo que hizo que conociera mucho más sobre el movimiento de lo que pensaba. Bailaba, bailaba, bailaba, ahí, en el único espacio de privacidad que le dejaba una familia con diez hermanos; bailaba hasta quedarse vacía y, entonces, salía del baño. "No sabía que ése sería una especie de laboratorio muy rudimentario", se ríe hoy esta creadora, intérprete y docente que eligió el camino independiente y, por su senda, recorrió una trayectoria que quiere celebrar. "Festejar que cada paso, cada año, por más que sea muy complicado hacer danza en este país, fui construyendo. Dedico mi vida a esto que, de grande me di cuenta, era lo que estaba esperando. Empecé a bailar sin ninguna expectativa y encontré algo que me hacía feliz."
Teresa es la hija menor de una familia que habitó el pueblo que sus abuelos irlandeses bautizaron en el norte de la provincia. Allá, en el partido de San Antonio de Areco, está Duggan, la localidad que le dio nombre, también, a la estación de ferrocarril. En el arte de esta mujer, todo pareciera viajar en el tiempo hasta la infancia. De hecho, la obra que se estrenará mañana, como parte de los festejos de este 2009 lleno de novedades, reposiciones y demás, es la segunda parte del exitoso A todo vapor, centrado en las aventuras que se tejen a bordo de un tren de juguete.
Así, los miércoles, en el British Arts Centre,con Zig Zag, la compañía Duggandanza arribará a nuevos destinos. "Es como que ahora se va llegando a lugares más poéticos y, por otro lado, cómicos", aprecia la directora sobre la ruta de este conway que se detiene en las estaciones On-Li-Iu (en la que todos se presentan), Fetu-Chini (en la que se homenajea a la comedia musical de los años 50), y Tan-Go-Go (lugar de milongas y aires fileteados). La propuesta para niños tendrá nuevamente a la vaca títere Aurora, personaje que desveló hasta a los chinos que aplaudieron las incursiones de Duggan por Hong Kong. "Me encanta trabajar para chicos -observa la especialista en platea infantil que trabajó con Gerardo Hochman, La Pipetuá, Julia Zenko y Natalia Oreiro-. Hacer algo para chicos me parece casi hasta más serio que hacer algo para grandes. Si es para chicos, tiene que ser es-pec-ta-cu-lar."
Volviendo a la niñez, Teresa -suerte de Morticia que no deja de acariciar su pelo lacio, negro, larguísimo- recuerda que le gustaba mucho hamacarse y que, cuando lo hacía, "sentía una brisa muy parecida a la que se siente cuando uno baila bien, cuando hay armonía entre el cuerpo, el espacio y el movimiento". También entonces, cuando no tenía noción de a qué dedicaría su vida, sentía terror a la oscuridad y, ahora, la luz (y las sombras) es uno de sus temas favoritos, sus obsesiones. "Empecé a pensar por qué me atraía tanto la luz y me di cuenta de que era la relación que tenía con el día y con la noche", revela, y describe cómo era el color del cielo a la hora en que iba al colegio en sulky.
Sin que medie ninguna excusa psicoanalítica, la charla va todo el tiempo al campo y viene a esta ciudad en la que una mujer que parecía un ángel ("usaba una malla de gimnasia con un gran escote en la espalda, que dejaba ver un lunar en cada omóplato") le dijo que tenía condiciones. Era el ángel de la anunciación. Tras él llegó Itelman, la idea de la felicidad y todo lo que más tarde la subió a un viaje por cuatro meses, que duró cuatro años.
Nueva York, 1980: un hervidero creativo. Teresa Duggan y su equipaje de curiosidades hacían pie en el Norte con una visa para perfeccionarse en la escuela de Alwin Nikolais. Los plazos se extendieron y cambió de salón y técnica cuando continuó estudiando con Merce Cunningham, el Einstein de la danza moderna que falleció anteanoche y a quien ella había homenajeado con una creación de largos equilibrios, Thanks, Merce . De José Limón a Movement Research -desengaño amoroso mediante-, Teresa regresó al país influenciada por los inicios del release y afín a la danza de los huesos y no de los músculos, una concepción que tiene que ver con su idea de que los cuerpos no tienen fecha de vencimiento.
De ese reencuentro, en 1984, con un país en democracia, data su compañía Duggandanza, que es la que verdaderamente celebra estos 25 años con un concepto, una estética, un lenguaje que absorbe inexplicablemente las mil y una del imaginario oriental. "No sé bien de dónde sale. Quizás en otra vida fui japonesa -se ríe-. Soy muy barroca en las ideas, pero muy austera en mi vida. Como lo chino."
Un cuarto de siglo trascurrió de camaleónica forma ("me encanta eso que tengo de transformarme") Teresa Duggan, que no duda cuando afirma: "Hago lo que quiero y corro el riesgo de que no a todos les guste. Por un lado, me siento respetada; por otro, como hago lo que quiero y no lo que debo, a veces, no soy tan aceptada. No voy con lo que está de moda, no estoy entre los coreógrafos top y me encuentro parada donde quiero estar".
Foto:Zig Zag, que se estrenará mañana, es la segunda parte de A todo vapor, la obra para chicos que fue un éxito hasta en Hong Kong .
Calendario 2009
Para agendar
Zig Zag, el movimiento de los niños espectáculo con coreografía y dirección de Teresa Duggan, por Duggandanza.
British Arts Centre, Suipacha 1333. Miércoles, Jueves y el viernes, a las 17, y los sábados de este mes y el próximo, a la misma hora. Entrada: 25 pesos.
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