-¿Cómo son tus comienzos en el teatro?
-Comencé a estudiar teatro a los trece años. En Bahía Blanca, mi ciudad natal, en la escuela secundaria. Un colegio dependiente de la universidad, en donde había actividades optativas. Hice allí desde los trece hasta los diecisiete, luego entré en la escuela de teatro. Al año, la última dictadura militar la cerró. A los dieciocho aproximadamente llegué a La Plata, estudié un tiempo en la escuela de teatro local, para finalmente incluirme en el taller del teatro Rambla, en donde estuve dos años aproximadamente. Estábamos en un sótano, escuchábamos desde allí las bombas, los tiros, las sirenas. Epoca de horror, tremenda. En ese reducto podíamos nombrar lo innombrable. Para la llegada de la democracia, ya habíamos formado un grupo, El Tespis, producíamos obras y tomaba clases con distintos maestros que se acercaban a La Plata. Seguí estudiando y produciendo. A los 22 años di mi primera clase, y seguí hasta el momento.
-¿Cuáles son tus referentes dentro del teatro, ya sea en tu formación como actriz o en la dirección?
-Estudié con Raúl Serrano, entre otros, que me marcó en relación a la formación actoral. Estudié y trabajé con él, como actriz y como asistente docente. En La Plata retomé la escuela para hacer el profesorado, y simultáneamente seguía produciendo ya como escritora y directora. En el ‘96 dejé de actuar. Y me dediqué por completo a dirigir, escribir y dar clases. Siempre seguí estudiando. Cursos de escritura y puesta en escena: Emilio García Whebi, Luis Cano, Rubén Schumacher fueron algunos de mis docentes, entre otros. Jamás dejé de estudiar. Jamás dudé de que esto es lo que quiero hacer y ser. Realicé muchas obras, como actriz, y después como escritora y directora. Me fue bien. Logré armar un equipo-elenco de excelentes personas.
-¿Cuál es tu vinculación con el teatro de la ciudad de La Plata?
-La producción que he hecho ha sido mayormente en esta ciudad. Hemos dado funciones dentro de festivales en otros lugares del país y las giras nos han permitido conocer otros grupos. En las provincias los grupos son más nobles, más generosos, más inclusivos. Capital es más duro. El espectador tiene muchas opciones, y dentro de las mismas hay un público cautivo, hay un público especialista. Es más difícil entrar. Mi relación con La Plata es una relación de amor. Aquí me casé, acá nacieron mis hijas, aquí nacerá mi nieto. Aquí conocí al grupo teatral La Gotera, con el cual he hecho la mayor parte de mis trabajos independientes, aquí doy clases. Fui nombrada ciudadana destacada. Es mi lugar.
-¿Cómo ves hoy al teatro en la ciudad de La Plata?
-Aquí proliferan diferentes poéticas. Muy diferentes entre sí y con diferentes objetivos, los que buscan lenguajes nuevos, los que representan, los que entretienen, los que trabajan con la comunidad, etc. Creo que hay que desarrollar y practicar (en todos los órdenes de la vida) el arte de vivir con diferencias. No adhiero a los discursos teatrales dominantes. Puedo aceptarlos pero no pierdo mi propia identidad. Es muy fácil ser epígono en esta profesión, como en todo arte “hay modas”. Obviamente, esto requeriría una discusión más amplia. Hay básicamente tres marcos de producción: el autogestivo (independiente), el comercial y el estatal. Bienvenidos todos ellos.
-Si tenés que definirte dentro del teatro, ¿en qué movimiento te colocarías?
-No me coloco dentro de ningún movimiento. Tengo una actitud, no un estilo. Dirijo lo que escribo. Me siento limitada para trabajar con textos ajenos, nunca lo he hecho. Cuando veo mis textos hechos por otros, me da sensación de extrañamiento. Escribo lo que puedo, a veces con mayor acierto. Tengo la bendición de contar con actores maravillosos que siempre iluminan hasta los textos más oscuros. Les estaré agradecida siempre. Mis obras recaen en lo actoral. Admiro a los actores y ese particular modo de producir presente.
-¿Preferís la dirección a la actuación?
-No sé si volvería a actuar. Me gusta estar afuera, dirigir, enseñar, ver cómo todo va tomando forma, ver cómo un alumno va creciendo. La docencia es el lugar donde me siento más fuerte, más segura, más sólida. Es donde más aprendo. Y cuando un alumno comienza a superarte siento que mi tarea tiene sentido. El supera el contexto en el cual fue producido. A esta altura de mi vida tengo más preguntas que respuestas. La única certeza es que me voy a morir y eso hace que disfrute de cada momento con más intensidad que a los veinte. Pero todo es muy efímero, veloz, que no alcanzo a elaborar un sistema de pensamiento que abrace y abarque ese “todo” (que no es más que la realidad). El interactuar con gente joven me permite estar inquieta y atenta. Estamos en una crisis, como dijo Gramsci: “Lo viejo está muriendo y lo nuevo no termina de nacer”. El teatro no escapa a eso.
Verónica Córdoba
Reconocimientos
En 1994 estrenó Rengas de un mismo pie, como autora y directora.
En 1997 llevó a escena Ostinato, ganando el IX Encuentro de Teatro Marplatense en el rubro Actriz y Dirección. En el Concurso Provincial de Teatro, premio a la Mejor Obra etapa Regional, Mejor Obra etapa Provincial, Mejor
Dirección, Mejor Actriz, Mejor Actor.
Ganadora zonal del Festival Nacional
de Teatro organizado en la ciudad de Catamarca. Obtuvo el premio Pepino el 88. Ganó el concurso de la Comedia
Municipal.
En el año 2001 escribió y dirigió El claudicante, que obtuvo las siguientes distinciones: Mejor Obra etapa Regional, Mejor Dirección, Mejor Actuación, Mejor Obra etapa Provincial, Mejor Dirección y Mejor Actuación.
En 2005 estrenó La resiliencia, obra que fue seleccionada para representar
a La Plata en el Festival Iberoamericano realizado en la ciudad de Mar del Plata. El 19 de octubre participará del Encuentro Internacional de Teatro en la ciudad de La Plata. Su última obra Des(h)echos la estrenó en septiembre de 2008.
Fuente: Hoy
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