Relucientes y de colores llamativos, los juegos infantiles que instaló durante las últimas semanas la Comuna en la mayoría de los espacios verdes de la Ciudad plantean, según afirman los funcionarios, un "cambio de paradigma" en el equipamiento recreativo. Si bien coexistirán durante algún tiempo con las estructuras clásicas, las nuevas serán las únicas que permanezcan en plazas y parques en el mediano plazo.
La desaparición de esos viejos y queridos juegos de hierro, cemento y madera -hamacas, subibajas, calesitas, toboganes- que acompañaron a diferentes generaciones durante un siglo no tiene fecha, pero su suerte ya está echada. "Si bien aún se reciclan los antiguos en talleres propios, a la hora de incorporar nuevos sólo se considera los que se fabrican bajo las normas de seguridad IRAM".
Las principales pautas que establece en ese sentido el Instituto Argentino de Racionalización de Materiales apuntan a que los juegos no cuenten con bordes ásperos ni filosos; tengan superficies blandas, capaces de amortiguar impactos; y se dispongan en forma tal que se reduzca la interferencia entre los usuarios de los distintos aparatos. Además, los toboganes -siempre según el IRAM- deben poseer bandas laterales de contención.
Los expertos advierten que "los tiempos cambiaron, y ámbitos que eran de uso común como los areneros, los viejos caños de fibrocemento -en los que si un chico erraba el ingreso se abría la cabeza- o las calesitas de metal hoy son considerados potencialmente peligrosos, así como el vidrio que se intenta reemplazar por laminados o armados de policarbonato. De todos modos no hay que olvidar que la seguridad tiene tres pilares: los diseñadores, los propietarios y los usuarios".
En la Comuna destacan que "la empresa que proveyó los juegos exporta a varios países, y participó en la redacción de los manuales de seguridad aprobados por la Legislatura de Ciudad Autónoma de Buenos Aires, inspirados en normas vigentes en los Estados Unidos". Y subrayan que "comenzamos a combinar juegos convencionales con otros que promueven el desarrollo psicomotriz, como los 'ta-te-ti', y los 'integradores', que permiten la participación de chicos discapacitados".
Los antiguos toboganes de chapa, fibra de vidrio o tablas de madera remachada dejan su lugar a otros de plástico modelado por moldeo rotacional. Las hamacas pasan a ser de caucho vulcanizado y cuentan con arneses para sujetar a los más chicos. Los tubos tienen rejillas para poder vigilar lo que sucede en su interior. Los pisos de los juegos de refugios se plastifican para volverlos antideslizantes. Y la pintura es epoxi horneado, para lograr "mayor durabilidad".
Con el objetivo de esquivar los destrozos nocturnos, tan habituales en nuestra ciudad, las calesitas, tubos de gateo, toboganes, subibajas, hamacas, pórticos, pasamanos, trepadores, robots, refugios modulares y laberintos se sujetaron con bulones "anti-vandalismo", que se caracterizaron como "imposibles de desarmar".
En cuanto a la ubicación, la estrategia del municipio se centró en reformular espacios y recuperar áreas de juego ya existentes. Las nuevas se crearon en puntos de las plazas altamente visibles desde los accesos, decisión que en algún caso -el sector de plaza Moreno aledaño a 12 y 50, por ejemplo- generó reparos en algunos padres que opinan que se halla "demasiado cerca" de calles con tránsito intenso y de alta velocidad.
EN LAS ESCUELAS
Desde hace varios años, en el ámbito estatal, las carteras educativas fiscalizan periódicamente los posibles riesgos de seguridad en escuelas y jardines. Los operarios de las áreas de Mantenimiento tienen a su cargo adaptar los juegos -cambiando componentes metálicos por plásticos, por ejemplo-, y si no es viable, retirarlos o proceder a su demolición. Además, se hace hincapié en "el control docente complementario" que debe tener "toda utilización de mobiliario recreativo".
Fuente: El Día
La desaparición de esos viejos y queridos juegos de hierro, cemento y madera -hamacas, subibajas, calesitas, toboganes- que acompañaron a diferentes generaciones durante un siglo no tiene fecha, pero su suerte ya está echada. "Si bien aún se reciclan los antiguos en talleres propios, a la hora de incorporar nuevos sólo se considera los que se fabrican bajo las normas de seguridad IRAM".
Las principales pautas que establece en ese sentido el Instituto Argentino de Racionalización de Materiales apuntan a que los juegos no cuenten con bordes ásperos ni filosos; tengan superficies blandas, capaces de amortiguar impactos; y se dispongan en forma tal que se reduzca la interferencia entre los usuarios de los distintos aparatos. Además, los toboganes -siempre según el IRAM- deben poseer bandas laterales de contención.
Los expertos advierten que "los tiempos cambiaron, y ámbitos que eran de uso común como los areneros, los viejos caños de fibrocemento -en los que si un chico erraba el ingreso se abría la cabeza- o las calesitas de metal hoy son considerados potencialmente peligrosos, así como el vidrio que se intenta reemplazar por laminados o armados de policarbonato. De todos modos no hay que olvidar que la seguridad tiene tres pilares: los diseñadores, los propietarios y los usuarios".
En la Comuna destacan que "la empresa que proveyó los juegos exporta a varios países, y participó en la redacción de los manuales de seguridad aprobados por la Legislatura de Ciudad Autónoma de Buenos Aires, inspirados en normas vigentes en los Estados Unidos". Y subrayan que "comenzamos a combinar juegos convencionales con otros que promueven el desarrollo psicomotriz, como los 'ta-te-ti', y los 'integradores', que permiten la participación de chicos discapacitados".
Los antiguos toboganes de chapa, fibra de vidrio o tablas de madera remachada dejan su lugar a otros de plástico modelado por moldeo rotacional. Las hamacas pasan a ser de caucho vulcanizado y cuentan con arneses para sujetar a los más chicos. Los tubos tienen rejillas para poder vigilar lo que sucede en su interior. Los pisos de los juegos de refugios se plastifican para volverlos antideslizantes. Y la pintura es epoxi horneado, para lograr "mayor durabilidad".
Con el objetivo de esquivar los destrozos nocturnos, tan habituales en nuestra ciudad, las calesitas, tubos de gateo, toboganes, subibajas, hamacas, pórticos, pasamanos, trepadores, robots, refugios modulares y laberintos se sujetaron con bulones "anti-vandalismo", que se caracterizaron como "imposibles de desarmar".
En cuanto a la ubicación, la estrategia del municipio se centró en reformular espacios y recuperar áreas de juego ya existentes. Las nuevas se crearon en puntos de las plazas altamente visibles desde los accesos, decisión que en algún caso -el sector de plaza Moreno aledaño a 12 y 50, por ejemplo- generó reparos en algunos padres que opinan que se halla "demasiado cerca" de calles con tránsito intenso y de alta velocidad.
EN LAS ESCUELAS
Desde hace varios años, en el ámbito estatal, las carteras educativas fiscalizan periódicamente los posibles riesgos de seguridad en escuelas y jardines. Los operarios de las áreas de Mantenimiento tienen a su cargo adaptar los juegos -cambiando componentes metálicos por plásticos, por ejemplo-, y si no es viable, retirarlos o proceder a su demolición. Además, se hace hincapié en "el control docente complementario" que debe tener "toda utilización de mobiliario recreativo".
Fuente: El Día
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