Después de la consagración en Londres, regresa para llevar adelante aquí Piaf, la misma obra con la que se ganó el Laurence Olivier. Con la producción original de Donmar Warehouse y la dirección de Jamie Lloyd, se estrena el 15 en el Liceo.
Por: Laura Gentile
Después de triunfar con esta misma obra en el Donmar Warehouse de Londres -en el que actores como Nicole Kidman o Ewan McGregor mueren por actuar sólo por el prestigio que implica-, después de ganar el Laurence Olivier 2009 a la mejor actriz -el premio más importante del teatro británico-, la argentina Elena Roger presentará en Buenos Aires la misma versión de Piaf, obra que cuenta la intensa vida del ícono de la canción francesa Edith Piaf.
Elena saluda amable tras los bastidores del teatro Liceo -donde estrena el 15- y conduce por un laberinto de pasillos angostos hasta el pequeño camarín. Un ramo de rojas rosas, algunos adornitos y un termo para el té. Roger está en medio de agotadores ensayos técnicos que demandan diez horas de trabajo continuado. A lo lejos se escucha la prueba de sonido.
Cuenta que está ensayando desde principios de junio. Y que el director, Jamie Lloyd -que viajó especialmente a la Argentina para dirigir al elenco local- es un genio de 28 años. Elena lo conoció cuando en 2007 protagonizó en Londres Evita, el musical de Andrew Lloyd Weber, con el que cobró fama y elogios de la crítica británica.
"Había sido el director asociado, pero no había tenido mucha participación en la obra, yo lo veía más como un asistente -reconoce- y cuando después Michael Grandage, que me dirigió en Evita, me propone hacer Piaf y me dice que lo dirigiría Jaime, yo pensé ¡Ay!, qué va a hacer'. Creía que me mandaba con alguien que estaba aprendiendo". Enseguida reparó su error, cuando fue a ver una obra de Harold Pinter que él dirigía, The Lover and the Collection. "Me pareció maravilloso, pensé 'qué cabeza que tiene este pibe'. Y dije 'está todo bien'."
Y estuvo todo genial. La obra permaneció en cartel siete meses en dos salas distintas. Y las críticas la amaron: "Fascinante en el más verdadero sentido de la palabra", "La interpretación protagónica más excepcional que vi este año", "Ella es Piaf", se podía leer en los diarios londinenses sobre el trabajo de Roger.
Escrita por Pam Gems, Piaf cuenta la vida de la cantante Edith Giovanna Gassion, más conocida como "El gorrión de París", desde que era una adolescente cantando en las calles de "la Ciudad Luz", hasta su muerte a los 47 años, ya adicta a la morfina y el alcohol. Y hace un recorrido por las canciones más sobresalientes de su carrera como Non, Je Ne Regrette Rien, Milord, Hymne a l'amour.
"La obra llega mucho porque toca la pobreza, las vidas difíciles, la lucha continua, las pasiones -describe Elena-, muestra un poco lo que ella hizo en la guerra, fue una vida maravillosa, y todo en tan poco tiempo". Además de tomar clases con una profesora de canto en francés (que le apuntaló el estilo de Piaf y su famosa "rrr"), la preparación de Roger incluyó una zambullida en su vida, viajes a París para recorrer todos los lugares donde estuvo, libros, fotos, videos, documentales, tratando de entender quién era Piaf.
Su madre la abandonó cuando era chica y el padre la dejó en la casa de una madama de prostitutas. De la pobreza más extrema pasó a brillar en los escenarios del mundo. Hablando de la generosidad de Piaf, Elena se entusiasma contando una anécdota con Atahualpa Yupanqui. "Ella lo vio cantar en la calle con su poncho. Entonces organizó un concierto y dijo 'Buenas noches, bienvenidos, con ustedes, Atahualpa Yupanqui'. Y se fue y lo dejó cantando a él".
¿Y qué significa para vos poder hacer esta obra acá en tu país?
Para mí es muy importante por muchas cosas, porque acá está mi familia, acá está mi lugar, yo he nacido acá.
Mientras habla, una mujer le alcanza agua. Es Ana Moll, la gestora de su gran salto a Londres. Fue ella la que insistió hasta el cansancio a los hombres de la productora de Andrews Loyd Weber para que le tomaran una prueba. "Yo tengo a Evita", les repetía convencidísima, en 2006. Les mostró un DVD de Mina, la obra que había hecho Elena en Buenos Aires.
¿Cómo se hicieron amigas?
Nos conocimos en el '98 cuando vinieron a hacer Nine acá. Ella había audicionado como actriz, pero no quedó y se hizo muy amiga de los directores. Cuando estuve un mes y medio en Londres, en la gira de Tango x 2 con Miguel Angel Zotto, ella estaba allá y un amigo en común me dijo "¿Porqué no la llamás a Ana y se van a tomar algo?". Y yo decía "pero ni la conozco, para qué", después dije "bue, total no tengo nada que hacer". Se hicieron amigas.
Al despedirse, Elena le regaló un muñequito de Nemo. "Te va a traer suerte -le dijo-, vas a encontrar un laburo". Y a los pocos meses entró a trabajar en la productora de Andrews Loyd Weber.
¿Siempre tuviste gente que creyera en vos más que vos misma?
Mirá, tanto como Ana, creo que nadie, porque ella se estaba jugando todo. En realidad ella era la secretaria de uno de los productores, no es que tenía poder de decisión y rompía tanto con esta idea que si yo fallaba ella no iba a quedar muy bien. Si yo de repente sacaba una personalidad de diva inaguantable... Y ella se fijó en eso también, porque me decía que no era sólo lo que ella había visto de mi actuación en el escenario sino que sabía que yo era buena persona, tranquila, que me la iba a bancar, que no se me iban a poner los humos por arriba si llegaba a quedar.
¿Y cómo hacés para que no se te vayan los humos con todo lo que vivís?
Yo veo que me exijo más ahora que lo que exigía antes. Es que ya soy grande, tengo 34 años, ya trabajé mucho y quiero que las cosas alrededor mío se hagan bien. Tengo buenos modos, a veces me pongo nerviosa, pero sólo con la gente que tengo mucha confianza. Bueno, soy escorpiana...
¿Y cuáles son tus planes a futuro?
Creo que tengo ganas de volver allá. Se está hablando de hacer Evita en Broadway en el futuro. La verdad es que me gustaría seguir avanzando con mi carrera, hacer más teatro, cine, seguir haciendo mis discos.
Fuente: Clarín
Después de triunfar con esta misma obra en el Donmar Warehouse de Londres -en el que actores como Nicole Kidman o Ewan McGregor mueren por actuar sólo por el prestigio que implica-, después de ganar el Laurence Olivier 2009 a la mejor actriz -el premio más importante del teatro británico-, la argentina Elena Roger presentará en Buenos Aires la misma versión de Piaf, obra que cuenta la intensa vida del ícono de la canción francesa Edith Piaf.
Elena saluda amable tras los bastidores del teatro Liceo -donde estrena el 15- y conduce por un laberinto de pasillos angostos hasta el pequeño camarín. Un ramo de rojas rosas, algunos adornitos y un termo para el té. Roger está en medio de agotadores ensayos técnicos que demandan diez horas de trabajo continuado. A lo lejos se escucha la prueba de sonido.
Cuenta que está ensayando desde principios de junio. Y que el director, Jamie Lloyd -que viajó especialmente a la Argentina para dirigir al elenco local- es un genio de 28 años. Elena lo conoció cuando en 2007 protagonizó en Londres Evita, el musical de Andrew Lloyd Weber, con el que cobró fama y elogios de la crítica británica.
"Había sido el director asociado, pero no había tenido mucha participación en la obra, yo lo veía más como un asistente -reconoce- y cuando después Michael Grandage, que me dirigió en Evita, me propone hacer Piaf y me dice que lo dirigiría Jaime, yo pensé ¡Ay!, qué va a hacer'. Creía que me mandaba con alguien que estaba aprendiendo". Enseguida reparó su error, cuando fue a ver una obra de Harold Pinter que él dirigía, The Lover and the Collection. "Me pareció maravilloso, pensé 'qué cabeza que tiene este pibe'. Y dije 'está todo bien'."
Y estuvo todo genial. La obra permaneció en cartel siete meses en dos salas distintas. Y las críticas la amaron: "Fascinante en el más verdadero sentido de la palabra", "La interpretación protagónica más excepcional que vi este año", "Ella es Piaf", se podía leer en los diarios londinenses sobre el trabajo de Roger.
Escrita por Pam Gems, Piaf cuenta la vida de la cantante Edith Giovanna Gassion, más conocida como "El gorrión de París", desde que era una adolescente cantando en las calles de "la Ciudad Luz", hasta su muerte a los 47 años, ya adicta a la morfina y el alcohol. Y hace un recorrido por las canciones más sobresalientes de su carrera como Non, Je Ne Regrette Rien, Milord, Hymne a l'amour.
"La obra llega mucho porque toca la pobreza, las vidas difíciles, la lucha continua, las pasiones -describe Elena-, muestra un poco lo que ella hizo en la guerra, fue una vida maravillosa, y todo en tan poco tiempo". Además de tomar clases con una profesora de canto en francés (que le apuntaló el estilo de Piaf y su famosa "rrr"), la preparación de Roger incluyó una zambullida en su vida, viajes a París para recorrer todos los lugares donde estuvo, libros, fotos, videos, documentales, tratando de entender quién era Piaf.
Su madre la abandonó cuando era chica y el padre la dejó en la casa de una madama de prostitutas. De la pobreza más extrema pasó a brillar en los escenarios del mundo. Hablando de la generosidad de Piaf, Elena se entusiasma contando una anécdota con Atahualpa Yupanqui. "Ella lo vio cantar en la calle con su poncho. Entonces organizó un concierto y dijo 'Buenas noches, bienvenidos, con ustedes, Atahualpa Yupanqui'. Y se fue y lo dejó cantando a él".
¿Y qué significa para vos poder hacer esta obra acá en tu país?
Para mí es muy importante por muchas cosas, porque acá está mi familia, acá está mi lugar, yo he nacido acá.
Mientras habla, una mujer le alcanza agua. Es Ana Moll, la gestora de su gran salto a Londres. Fue ella la que insistió hasta el cansancio a los hombres de la productora de Andrews Loyd Weber para que le tomaran una prueba. "Yo tengo a Evita", les repetía convencidísima, en 2006. Les mostró un DVD de Mina, la obra que había hecho Elena en Buenos Aires.
¿Cómo se hicieron amigas?
Nos conocimos en el '98 cuando vinieron a hacer Nine acá. Ella había audicionado como actriz, pero no quedó y se hizo muy amiga de los directores. Cuando estuve un mes y medio en Londres, en la gira de Tango x 2 con Miguel Angel Zotto, ella estaba allá y un amigo en común me dijo "¿Porqué no la llamás a Ana y se van a tomar algo?". Y yo decía "pero ni la conozco, para qué", después dije "bue, total no tengo nada que hacer". Se hicieron amigas.
Al despedirse, Elena le regaló un muñequito de Nemo. "Te va a traer suerte -le dijo-, vas a encontrar un laburo". Y a los pocos meses entró a trabajar en la productora de Andrews Loyd Weber.
¿Siempre tuviste gente que creyera en vos más que vos misma?
Mirá, tanto como Ana, creo que nadie, porque ella se estaba jugando todo. En realidad ella era la secretaria de uno de los productores, no es que tenía poder de decisión y rompía tanto con esta idea que si yo fallaba ella no iba a quedar muy bien. Si yo de repente sacaba una personalidad de diva inaguantable... Y ella se fijó en eso también, porque me decía que no era sólo lo que ella había visto de mi actuación en el escenario sino que sabía que yo era buena persona, tranquila, que me la iba a bancar, que no se me iban a poner los humos por arriba si llegaba a quedar.
¿Y cómo hacés para que no se te vayan los humos con todo lo que vivís?
Yo veo que me exijo más ahora que lo que exigía antes. Es que ya soy grande, tengo 34 años, ya trabajé mucho y quiero que las cosas alrededor mío se hagan bien. Tengo buenos modos, a veces me pongo nerviosa, pero sólo con la gente que tengo mucha confianza. Bueno, soy escorpiana...
¿Y cuáles son tus planes a futuro?
Creo que tengo ganas de volver allá. Se está hablando de hacer Evita en Broadway en el futuro. La verdad es que me gustaría seguir avanzando con mi carrera, hacer más teatro, cine, seguir haciendo mis discos.
Fuente: Clarín
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