Pepe Soriano empezó con este unipersonal en 1975. Un clásico. Los sábados lo presentaba en el ND Ateneo, hasta que llegó la gripe. La retomará con cuatro músicos en escena. Es lo que el público le pide.
Por: María Ana Rago
Es una marca registrada. O mejor, un recodo al que el gran actor siempre vuelve. Hace treinta y cinco años ya que Pepe Soriano estrenó El loro calabrés. Lo llevó a todos lados, con plateas caras o con alimentos no perecederos como única entrada. A todos lados es a exactamente eso: Argentina profunda, América latina, Israel. Ahora lo está haciendo, y seguirá cuando la gripe A nos permita, los sábados a las 21, en el ND Ateneo.
La obra es un unipersonal que Pepe Soriano comenzó a trabajar con Juan Carlos Gené, quien le dio un viento poético importante -y que Pepe agradece en escena- poco antes del golpe del '76. Gené se tuvo que exiliar, y Pepe terminó solo lo que había empezado con su amigo del alma, y comenzó a girar con el pan casero en escena, que reparte al final de la obra, como excusa para hablar de las vivencias de la infancia, el peso de la nostalgia, los dolores del desarraigo, el paso del tiempo, la locura y la pasión incondicional por el oficio. El loro calabrés, recuerda, surgió a fines de 1975, en un café concert de Rosario.
A lo largo de obra, con el espectador como invitado y testigo, los personajes inspirados en la infancia de Soriano se entremezclan con relatos sobre compañeros de escena que a lo largo de los años trabajaron junto al actor. Soriano es el autor del texto, director de la puesta y protagonista sobre la escena. "Estoy ensayando Contrapunto, de Anthony Shaffer, con Leonardo Sbaraglia, para estrenar en agosto en el Multiteatro. La dirección es de Agustín Alezzo", anticipa. "Soy un escritor de novelas. La pieza sucede en un castillo en Inglaterra, es un policial negro", dice.
Con El loro calabrés iba a presentarse sólo en junio, pero agregó los sábados de julio, porque está yendo mejor de lo que esperaba. "Hoy -evalúa- una campaña publicitaria es tanto como la obra y yo estoy solito, no tengo una empresa detrás", explicó. Hay gente que la vio varias veces, y vuelve, una y otra vez. Soriano en persona recibe al público en el hall del teatro. Y la despide allí mismo. "La actualizo, pero no la cambio esencialmente. porque tiene una estructura que tengo que respetar. Más que una obra, es una experiencia con el público".
Es una marca registrada. O mejor, un recodo al que el gran actor siempre vuelve. Hace treinta y cinco años ya que Pepe Soriano estrenó El loro calabrés. Lo llevó a todos lados, con plateas caras o con alimentos no perecederos como única entrada. A todos lados es a exactamente eso: Argentina profunda, América latina, Israel. Ahora lo está haciendo, y seguirá cuando la gripe A nos permita, los sábados a las 21, en el ND Ateneo.
La obra es un unipersonal que Pepe Soriano comenzó a trabajar con Juan Carlos Gené, quien le dio un viento poético importante -y que Pepe agradece en escena- poco antes del golpe del '76. Gené se tuvo que exiliar, y Pepe terminó solo lo que había empezado con su amigo del alma, y comenzó a girar con el pan casero en escena, que reparte al final de la obra, como excusa para hablar de las vivencias de la infancia, el peso de la nostalgia, los dolores del desarraigo, el paso del tiempo, la locura y la pasión incondicional por el oficio. El loro calabrés, recuerda, surgió a fines de 1975, en un café concert de Rosario.
A lo largo de obra, con el espectador como invitado y testigo, los personajes inspirados en la infancia de Soriano se entremezclan con relatos sobre compañeros de escena que a lo largo de los años trabajaron junto al actor. Soriano es el autor del texto, director de la puesta y protagonista sobre la escena. "Estoy ensayando Contrapunto, de Anthony Shaffer, con Leonardo Sbaraglia, para estrenar en agosto en el Multiteatro. La dirección es de Agustín Alezzo", anticipa. "Soy un escritor de novelas. La pieza sucede en un castillo en Inglaterra, es un policial negro", dice.
Con El loro calabrés iba a presentarse sólo en junio, pero agregó los sábados de julio, porque está yendo mejor de lo que esperaba. "Hoy -evalúa- una campaña publicitaria es tanto como la obra y yo estoy solito, no tengo una empresa detrás", explicó. Hay gente que la vio varias veces, y vuelve, una y otra vez. Soriano en persona recibe al público en el hall del teatro. Y la despide allí mismo. "La actualizo, pero no la cambio esencialmente. porque tiene una estructura que tengo que respetar. Más que una obra, es una experiencia con el público".
Fuente: Clarín
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