jueves, 5 de febrero de 2009

La arena del tercer mileño

TEATRO: EL FENOMENO DEL NUEVO CIRCO Y LA ACROBACIA EN BUENOS AIRESTres espectáculos de la cartelera porteña se estructuran sobre la base del Nuevo Circo y la acrobacia: "Kamuflash", "Nocturna" y "Falsa escuadra". Aquí, sus hacedores cuentan la génesis de esos trabajos y los avances del género. Y además, se anuncian algunas de las obras que se avecinan.

Por: Carolina Domínguez
Fuente: ESPECIAL PARA CLARIN

Ya no hay carpas de colores ni animales que hacen gracias, o payasos con pelucas de colores y narices coloradas. Ya no hay un presentador que hilvane, con voz estridente, una serie de números, que van a realizar sus acróbatas estrellas. Ya no está más ese olor a circo ambulante, con la mística del carromato que iba de pueblo en pueblo por el mundo.

El escenario cambió. Hoy lo principal parece ser transmitir emociones, más allá de mostrar proezas humanas. Y el público acompañó el cambio, porque dejó de ser un espectador pasivo y aceptó ser parte del show. La mezcla de disciplinas se puso a la cabeza, como bandera de este "Nuevo Circo".

El cambio ya era palpable en aquel teatro físico que impuso en los '80 la Organización Negra, de donde surgió el emblemático De la Guarda, devenido en los actuales Fuerza Bruta y Ojalá!. Allí la frontera entre público y artista se diluía y todos tenían que involucrarse como parte del show, al fragor del agua.

Claro que el Cirque du Soleil, cita ineludible, renovó el circo en una escala internacional. Allá por 1984, su creador, Guy Laliberté, un acordeonista callejero, comenzó con un fenómeno centrado en la mezcla de las artes circenses con el teatro, la danza y lo audiovisual. Sus shows no sólo muestran destrezas sino que intentan transmitir emociones.

En la Argentina el cambio está ligado a La Trup, con Gerardo Hochman a la cabeza. El primer espectáculo del grupo fue Emociones simples. Hochman confiesa que en ese momento necesitaba un "subtítulo", una suerte de "eslogan, para explicarle a la gente qué se iba a encontrar", y de ahí salió la frase "Nuevo Circo". De esa experiencia salieron acróbatas que hoy hacen espectáculos propios, como el "Mono" Silva, Marcelo Katz y Mariana Sánchez, cada uno dedicado a su especialidad.

Hoy, la cartelera porteña presenta una variedad de espectáculos circenses no tradicionales. Hochman está en escena con Kamuflash, una obra que intenta ser "una celebración del cuerpo en el espacio", como dice su director.

Desde las escaleras del Konex baja una ráfaga de color, con acróbatas que se mueven por todos los espacios del patio. Ellos se suben a los techos, bailan con las manos en lugares mínimos y derrochan alegría. "A mí el concepto de abordar un espacio y utilizarlo en su totalidad, imaginar situaciones o escenas que puedan suceder en su arquitectura es algo que me estimula bastante. Este patio tiene de todo: escaleras, entrepisos, rejas, columnas, recovecos, puertas", cuenta Hochman.

Y el público no toma la postura cómoda del espectador tradicional. Uno tiene que moverse para seguir el show. Los actores pedalean en sus bicicletas y la gente los sigue. Después, se meten en una fuente y algunos se atreven a acercarse para mojarse. "Me interesa que el espacio sea democrático, que los artistas no estén allá arriba como héroes inmaculados y el público en la platea sentado", cuenta Hochman.

Kamuflash rebalsa alegría. Desde la ropa brillante, en naranja, fucsia y verde de los protagonistas, hasta en sus expresiones de juego y fiesta. La felicidad que da el movimiento parece ser la clave. "Ver a dos personas -dice Hochman- moviéndose de una manera cómplice y armónica me emociona. Y más ver un coro de cuerpos, donde uno ocupa el hueco que deja el otro, donde cuando uno sube el otro baja, donde uno sabe que se puede lanzar y que el otro va a estar para atajarlo, donde uno conoce el cuerpo del otro y sabe cuánto tiene que hacer para levantarlo. Esa es la materia prima con la que me gusta trabajar".

Esos juegos también lo emocionan a Gustavo "Mono" Silva, que fue parte de La Trup y hoy da clases de trapecio en La Arena, la escuela que dirige Hochman. En Nocturna, presenta un espectáculo global, que tiene como base a la acrobacia y al tango. Justamente en la sala Astor Piazzolla del Centro Cultural Recoleta, doce artistas vuelan y bailan, porque desde el trapecio y desde el aire ellos transmiten todo lo característico de la música de la ciudad.

"Nos hacemos cargo de las ganas de volar de la gente", dice Silva. "Eso es el circo -continúa-, la emoción que te provoca, el asombro. Circo es tomar ciertos riesgos, aunque no pretendemos intimidar ni asustar, como se hacía tradicionalmente". Claro, él alude al miedo que provocaba el payaso caminando por la cuerda floja, o los acróbatas en el trapecio, cuando el sonido de los redoblantes anunciaba que ése era el momento "difícil" y que el truco podía fallar. Pero en Nocturna no pasa nada de eso: los artistas saltan, se hamacan y trapan como si el cuerpo no les pesara. Todo lo hacen fácil y el público no puede sacarles la vista de encima.

El "Mono" Silva explica que lo que ellos hacen es una evolución del circo tradicional, porque incorporan otras disciplinas, fundamentalmente la danza. "Algunos creen que el circo es Pepino el 88. Yo te digo que Pepino es un hermoso personaje histórico", dice Silva, para mostrar que para él no son necesarias las convenciones del género. La materia prima es la misma; lo que cambia es el show.

Falsa escuadra es otro espectáculo con aroma circense. Dos personajes, una mezcla de payasos tradicionales con Chaplin, vestidos a la manera de los años '40, se pelean una y otra vez, entre ellos y con un armario. En el medio, despliegan todas sus habilidades actorales y, por supuesto, acrobáticas: saltan, hacen malabares, caminan por la cuerda.

"La idea es lograr un espectáculo que pueda mixturar circo, danza, teatro, clown", dice Martín Joab, el director, que no viene del ámbito del circo. "Nosotros le damos bastante peso a lo actoral", explica Fernando Rosen, uno de los intérpretes. También aclara que se siente parte de una camada que tiene una formación amplia, no solamente de circo, y que empieza a notar que no hay una frontera entre las disciplinas.

Mariana Sánchez es una trapecista que brilló en espectáculos ideados por ella misma, como Mamushka y Mandalah y que ahora prepara su tercer show. Ella pudo tener su propio galpón para volar, cercano al Parque Centenario. El lugar, descubrió más tarde, era el mismo donde posiblemente actuó el abuelo de su marido, un ucraniano que llegó al país en 1910.

"El nuevo circo viene con otra cabeza, porque el tradicional es muy machista. La mujer tiene un papel de acompañamiento del hombre. Ahora no hay un orden, no es que primero tenés que hacer acrobacia, luego malabares y después trapecio. Para mí, te subís al trapecio si tenés condiciones. Eso de hacer el mismo número que te enseñaron, para toda la vida, no existe más", dice Mariana. "Está bueno lo que está pasando en Buenos Aires, pero todavía hay mucho de quererse parecer al Soleil, y hay que trabajar más con la propia identidad".

Es que para Gerardo Hochman, la diferencia entre sus espectáculos y los del Cirque du Soleil es la misma que la que hay entre "una hamburguesa de Carlitos y una de McDonald's". "Somos lenguajes parientes, pero el Soleil es una gran empresa que contrata a los mejores del mundo en cada especialidad. Yo no hago eso, sino que trabajo con artistas que me inspiran". Mariana Sánchez también prioriza ese aspecto: "Lo que cada intérprete da, es irreproducible. Trato de encontrar lo mejor que tiene cada persona para comunicar. Además, con el dinero con el que yo monto un espectáculo, los del Cirque du Soleil almuerzan", acota Pablo Zarfati, su marido. El "Mono" Silva también destaca la importancia de los grupos, mientras que el Soleil busca artistas por tres años, su "vida útil" estimada: "Yo acá no quiero que nadie se vaya", dice. Hubo muchos cambios desde aquel viejo circo ambulante, pero el asombro sigue vigente. "Hace falta una gran audacia", dice Hochman, quien asegura que los familiares de los acróbatas todavía le siguen preguntando "¿esto es seguro?"

Fuente: Clarín

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