jueves, 18 de septiembre de 2008

"Tengo unas dudas fenomenales"


Entrevista Pepe Soriano
Actor legendario, en sus últimos años fue internado por un cáncer, que pudo superar, y por loco, según su propia definición. Nada de eso parece haberle hecho mella. O tal vez al contrario, y por eso escucharlo vitaliza.

Por Jorge Belaunzarán

La fantasía suele ser que a cierta edad hay cosas que no interesan; o que sólo obsesionan: vicios que se fueron adquiriendo y se hacen manías poco soportables para el resto. Y que las cosas relevantes, esas que sirven para cambiar el mundo, o sea que están relacionadas con la política, son cosas del pasado. Y que otras que aportan al futuro de la humanidad, como la descendencia, corresponden a una edad regida por la biología. Por ejemplo a los 82 años. Ahí es cuando la fantasía corre el riesgo de convertirse en prejuicio, y así impedir el acontecimiento, eso que tan comúnmente se dice "qué loco", más que nada porque no se espera. Pepe Soriano tiene esa edad y es padre de una adolescente, militante gremial por los derechos de interpretación de los artistas, e incansable polemista, no por tener razón, sólo porque le gusta pensar libremente.

"No quiero leer. Porque cuando en Argentina se habla de periodismo independiente, se miente permanentemente. Independientes hay muy poco, contados con los dedos de la mano. Puedo decir: soy independiente; me cago en varios de la televisión: si trabajo en un canal, no soy independiente, ¿por qué? Porque no los puedo putear.

-¿Hubo un época que fue distinta, algún lugar en donde sea diferente?

-Pensá: ¿puede un tipo ser independiente si en una película se la pagan 20 millones de dólares? Si Robert Redford gana 20 millones y la gente gana mil dólares por mes, dos mil dólares por mes, no más, promedio, como si ganara mil pesos acá, es un potentado. Si ese tipo no es un delirante de la vida, a lo mejor, si ama su laburo y todo, pude armar una historia independiente, filmar su propia película con la temática que le interesa. ¿Acá quién puede? Muy poca gente. Sobre todo porque además si es una película en muchos casos, depende del dinero que le da el instituto del cine, lo cuál ya crea una dependencia. Y bueno, hay mayores y menores dependencias, ahora es evidente que un medio como la televisión, tiene editoriales muy claras; y los periódicos también. Siempre rescaté como equilibrio de lectura a La Nación, pero últimamente, está desembozada. Porque si mañana me traen un órgano del partido comunista, yo ya sé lo que voy a leer, pero si me dice "nosotros no estamos con nadie" y resulta que surge de todo que están en un lado, digo no, no me engañen.

-Cuando el mundo estaba dividido en dos, Occidente (no tanto el Tercer Mundo) tenía cierto orgullo de ser una sociedad en la que se podía conocer la verdad. Hoy parece...

-Mirá, decía (José) Saramago que nosotros no vivimos en democracia, vivimos en plutocracia, lo que dirige la acción de nuestros países es el capital, la democracia ni la vemos. La democracia es de los que tienen el dinero, nos guste o no nos guste, nos aliemos o dejemos de aliarnos. Uno de los grandes errores de nuestra pertenencia a esta mundo, es que respecto de la cultura no tenemos un estado que esté seriamente interviniendo. Nunca. Y los gobiernos que representan al poder, porque los gobiernos no son poder, representan al poder, tampoco se han ocupado. El hecho cultural tan llamativo en la Argentina está hecho desde el esfuerzo de los que trabajamos en esto: pintores, músicos, danzarines, actores, autores; un esfuerzo brutal. Por ejemplo, ¿cuántos teatros hay hoy en Buenos Aires?

-Ni idea, pero son un montón.

-Más de 200. ¿Cuántos espectáculos anuales? 400. ¿Cuántos días trabajan? Un día a la semana. Hay 15 o 20 espectáculos teatrales en la calle Corrientes, más los articulados por la cultura oficial, que trabajan de martes o de miércoles a domingo, pero si no, normalmente, todo el mundo trabaja un día a la semana. Esto es grave. No es grave porque trabajan un día a la semana. En primer lugar no pueden subsistir de eso, en segundo no pueden desarrollar bien el oficio, porque el oficio es como el que trabaja la gubia, hay que estar con la gubia todo el día dándole para lograr una calidad; y luego está la paciencia, los límites de cada uno. ¿Y cuáles son los límites de cada uno? Qué sé yo ¿A dónde llega una persona que se dedica al teatro en esas condiciones? ¿Cuánto puede durar? A veces dura un año, a veces cinco, pero toda la vida es muy difícil, porque no tiene apoyo, no recibe algo a cambio de seguir teniendo su opinión, y creo que esto es terrible. A mí me preocupa porque bueno, pertenezco a esta pata fundamental del país, aunque siempre se habla de economía. La lucha, las últimas luchas que estamos escuchando, todas, desde aerolíneas hasta las del campo, con razón y sin razón, no entro a hacer juicio de valor, es por dinero. La pregunta es: ¿y la literatura argentina?, ¿ y el teatro?, ¿y el cine? Dicen: "no, el cine tiene un apoyo". Sí, pero vos fijate, yo ahora soy presidente de SAGAI (Sociedad Argentina de Gestión de Actores e Intérpretes). La ley fue una iniciativa del Dr. Noble, fundador de Clarín, y nunca se puso en vigencia hasta que Néstor Kirchner la firmó: la ley tiene vigencia hace dos años, y pasaron 73 de su sanción.
(Muestra un listado) Intimaciones efectuadas: Village Cinema S.A., Hoyts General Cinema, Cinema Diez, Cinema Ocho Puerto Madero, Cine Show Case, Cine monumental, Atlas cines, Cinema City; y el cine argentino, donde antes veíamos (Ingmar) Bergman, donde veíamos la India (no vemos una película india, la tenés que buscar por no sé dónde); vale decir, no tenemos acceso a una cultura pluralista. Es una cultura cinematográfica dirigida, viene de Estados Unidos y punto, y no se discute y no se pelea. Entonces cuando uno habla de cómo conservar la independencia en el pensamiento es muy difícil porque la editorial manda.

-A usted lo presionaron de distintas manera, y a veces muy mal. ¿Existen trucos, mañas que se aprenden para esquivar o no sufrir tanto esas presiones?

-Primero creo que hay que estar muy convencido y muy pertrechado con los propios pensamientos, las convicciones y saber que todo eso que va a hablar le puede significar pasarlo mal económicamente; sobre todo, que puede no tener trabajo, que lo segreguen. Todo eso a mí me ha pasado, y soy yo hasta mi muerte, cuando ésta sea. Quiero elegir, no que alguien lo haga por mí. Conservar independencia es muy difícil porque todos estamos teñidos por muchos miedos.

-En todos estos años ¿qué ganó y qué perdió la profesión de actor?

-Se fue ganando que las banderas del teatro independiente siguan en pie, por eso hay tanto teatro, y se fue perdiendo la posibilidad de profesionalizar. Para exigirle, porque no se le exige lo mismo a (Juan) Riquelme que a un chico que juega en un potrero: el chico del potrero es un amateur, y a lo mejor juega muy bien, pero no puede jugar en primera. Riquelme tiene que responder a la demanda de lo que la primera le exige. Esto es lo mismo: ser actor exige una demanda. Hace unos meses estuve con Kenneth Branagh, él es un actor shakesperiano: está formado en la Royal Shakespeare, lo formaron para ese repertorio. ¿En Argentina para qué repertorio te forman? Primero, ¿cuántos empresarios hay en este momento en el teatro? Hay nombres; cinco, alguno más. Vas con una obra de diez personajes y te la rebotan, pero no porque no quieren: no pueden; no hay posibilidad económica. Una obra tienen que tener dos, tres, cuatro personajes. Yo estoy haciendo Green son dos personajes, no mucho más.

-Hay una idea muy argentina que dice: "la profesionalización saca frescura".

-No es cierto. Preguntale a Lawrence Olivier si ser quien era le sacó frescura. He conocido actores, trabajé en España, en Francia, trabajé con los mejores actores de esos lugares; frescura no es que vengo y te digo: bsbsbsbs. Eso es para la televisión, porque como no saben la letra, hay que decir cosas en el medio o inventarlas mas o menos. Y eso es un hecho real, no es contra mis compañeros, es la urgencia con la que se trabaja. No es lo mismo revelar ese material de hoy (por las fotos) que si tiene dos días, no es lo mismo. Y bueno, acá es igual: si no hay trabajo, no hay posibilidad de crear, hay que usar ficheros: "gesto 23, cara 21". Tampoco es que diga "si no hay método no hay actor", pero creo que todos los métodos que se usan conducen al rescate de la intución, pero a la intuición también debés sacarla. No por decir "la tengo entonces hago lo que yo quiero". ¿Hacés un Shakespeare porque tenés frescura? Yo eso lo he visto acá, ¿eh? Resulta que les lleva la vida a los ingleses estudiar Shakespeare, y nosotros somos piolas.

-Desde el punto de vista profesional, ¿extraña algo del pasado?

-No, no. Empecé hace 60 años y era poca la gente que quería hacer teatro. Las familias aspiraban a otra cosa. Si uno iba a una casa de familia y alguien decía "tengo una hija que quiere ser actriz", lloraban todos como locos, se agarraban de los pelos: ¡Actriz! ¡Perdida! Éramos pocos, sin ser tan pocos. Y trabajábamos porque nos iba la vida en lo que hacíamos, no por las notas, ¡no había! Antena y Radiolandia, pero se ocupaban más que nada del mundo del cine, no del teatro. Puedo dar cien nombres y asegurar que no te enseñaron a reconocerlos. Es más, casi todos los actores jóvenes, o por lo menos buena cantidad, pone la misma cara que vos. Pero bueno, hoy no hay tiempo de averiguar esas cosas. ¿Sabés cuánto graba un actor en televisión por contraro? Nueve horas más una de maquillaje. Pero normalmente se va a doce. Imaginate doce horas por día. A veces dicen: a este lo vamos a hacer aparecer poco para que descanse algo, duerma, o vea a los hijos, la mujer, esas cosas. Pero el término del convenio son diez horas. ¿Cómo se hace para hacer durante un año diez horas cuando lo típico es que entreguen el libreto a la noche para hacerlo mañana siguiente porque se escribe según el rating del minuto a minuto? ¿Cuál es el resultado de eso? Estoy lleno de preguntas, tengo muy pocas respuestas. Y tengo unas dudas fenomenales.

-¿Para usted el actor tiene una función social?

-Sí. De hecho estoy convencido. Me otorgo tanto valor como le otorgo a mi comunidad. No soy más que mi comunidad, y mi comunidad no es más de lo que soy. Soy un producto de un caldo de un cultivo, no soy un rabito largado al aire, soy producto de un país, de pensamientos, frustraciones, entregas, alegrías enormes, dolores. Me interesa mucho que la gente sepa que ser actor no es solamente ser un farandulero, que el actor siente en muchos casos que tiene otras obligaciones que emanan de él y muchos placeres que devolverle a la sociedad. La prueba está en que cualquier institución benéfica acuden a los actores, y los actores van. Tal vez un referente maravilloso para eso sea León Gieco. Hay que devolver, porque si yo hoy actúo decorosamente bien es porque mi comunidad me lo dio, entonces tengo obligación con mi comunidad. Si tengo este lugar y vivo decorosamente es porque la gente me permitió mantenerlo. Y eso que al Estado nacional no le debo nada de mi formación. Pero no por eso no me tiene que importar que hay gente en la calle pidiendo para comer un sándwich. Y esto tiene que ver con cosas mucho más grandes, trascendentes, de las cuales últimamente se habla mucho: un reparto más equitativo. ¿Que és más equitativo? ¿Que le regalen a la gente un bono de 150 pesos? No, generar trabajo, y crear amor por ese trabajo, cualquiera fuera. Estoy seguro de que cualquiera de ustedes, y de su generación, deben pensar que les tienen que pagar el doble de lo que les pagan. Y seguramente tienen razón no porque crean que son geniales, sino porque tienen que comprarse ropa, comer, tiene derecho a eso; pero resulta que te dicen: "no, usted vale esta guita", y si no le gusta, afuera. ¿Y adónde salís? A la nada, porque es muy difícil hoy enhebrarse en el trabajo, no sólo porque hay mucha competencia sino porque además hay una manera de acrecentar los patrimonios usando la menor cantidad de gente. Tenemos que producir gente capacitada, porque tenemos ya mucha gente que cava pozos muy bien. Pero tiene que haber hijos de esa gente, como he sido yo, que vengo de una corriente inmigratoria de gente muy elemental, que puedan hacer trabajo más capacitado. Así que, digamos, mi aspiración no es hacer un partido político, porque soy actor, mi aspiración es ser un ciudadano que se ocupa de la comunidad en la vive. Si fuera estadista o un real intelectual, que no lo soy, me dedicaría a ver cómo arreglamos todo este entuerto, para que la gente viva un poco mejor. Porque cuando la gente vive un poco mejor está más contenta. Y eso es más saludable. Es más saludable que esta noche si tenés ganas de invitar a unos amigos a comer a un lugar muy lindo puedas hacerlo, a que eso que vayas a pagar te signifique una lágrima. *

Fuente: Asterisco

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