miércoles, 12 de diciembre de 2007

Civilización o barbarie

Desde ayer, Graciela Casabé, ex directora del Festival Internacional de Teatro de Buenos Aires, que se instaló en la ciudad con propuestas de alta calidad, denunció la expulsión de sus oficinas por la fuerza y con modos violentos por parte de las nuevas autoridades de la ciudad.

Antes de las elecciones, Casabé había decidido renunciar a su cargo para dedicarse a la actividad privada, por eso es para considerar con mucho cuidado la carta que ella misma empezó a hacer circular con una grave denuncia hacia las nuevas autoridades.

Está defendiendo su honor y los buenos modos, la tradición de un trabajo de equipo y no un puesto.

Así lo dice ella misma:

Buenos Aires, 12 de diciembre de 2007

A la Comunidad Teatral, a los Artistas e Invitados Internacionales, a los colaboradores de estos 10 años del Festival Internacional de Buenos Aires, a las Instituciones, Agregadurías Culturales, Embajadas, a los medios de prensa, al público en general:

Mi decisión de abandonar la dirección del Festival Internacional de Buenos Aires tras completar la VI Edición del mismo estaba tomada.

De esto pueden dar fe mis colaboradores. Lo que también creía es que el Festival se merecía una transición hacia nuevas direcciones -y decisiones- que tomasen en cuenta la experiencia transitada. No es necesario aclarar aquí los niveles de excelencia y eficacia que este Festival supo demostrar.

Pero ni en la más oscura de mis pesadillas podía yo imaginar que la política del nuevo Ministro de Cultura (que responde clara y penosamente) a la del nuevo Jefe de Gobierno de la Ciudad Mauricio Macri, iba a obligarnos a desalojar las oficinas en menos de 48 horas, previa decisión de desarmar todos los equipos de trabajo que -tras estos 10 años- se constituyeron como ejes principales para la realización del Festival.

No se trata aquí de defender cargos, sino de dejar en claro que esta actitud de inusitada violencia, es la que marca la política a seguir: aquella que intenta anular, echar por tierra, reducir a cero lo que se supo construir de buena manera y con indiscutible éxito hasta el presente.

En el momento en que usted esté leyendo este comunicado las oficinas del Festival estarán vacías por orden de las nuevas autoridades. Parece que el lema "todo lo hecho bajo el gobierno anterior debe ser desarmado" sigue gozando de buena salud en el Macrismo.

La violencia a las que nos vimos sometidos (no me extenderé aquí sobre los modos y los dichos en los que fuimos desalojados en menos de 48 horas) llevan a pensar que la pluralidad de criterios, el disenso y los valores democráticos -tan altamente defendidos en las campañas electorales del Pro así como en las primeras horas de mandato- se ven totalmente anulados a la luz de estas actitudes.

A todos los empleados de planta del Festival se les ha pedido que abandonen y vacien las oficinas para reincorporarse en sus funciones el 15 de enero en tareas y lugares a designar. Y esta es la decisión que echa por tierra el trabajo de 10 años, el esfuerzo conseguido por todo el equipo, el orgullo de armar un festival con dedicación y =rabajo, con pasión y con una enorme, profunda mística.

Mediante esta carta presento mi renuncia indeclinable a la dirección del Festival Internacional de Buenos Aires pero -antes de hacerlo- me pareció pertinente advertir a la comunidad teatral, a los medios, al público, a los invitados internacionales y a todos los que demuestran un interés en la cultura que estamos frente a la peor de las políticas, a la peor manera de entender la cultura, a la peor muestra de poder.

Y no quiero ser cómplice de este maltrato, por eso lo denuncio.

Este hecho de atropello no hace más que reforzar el viejo pensamiento binario de "unos contra otros" para demostrar lo que ya con creces sabemos puede derivar de este pensamiento. ¡Gracias por acompañarme en estos 10 años.

Estoy segura de que nos encontraremos en mejores y más luminosas condiciones.

Pero de algo también estoy segura: nos merecíamos otro final.

Y es la historia lamentablemente de este país.

Otra vez, gracias.

Graciela Casabé

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