lunes, 5 de junio de 2006

El melodrama de la vida

TEATRO : "NOVELA", DE MATIAS UMPIERREZ

En su debut como dramaturgo, el director aborda la cotidianeidad familiar a partir de motivos de tiras televisivas.

Juan José Santillán

La madre (Susana Tale) ingresa al espacio y anuncia que todo lo venidero será un juego "entre mis hijos... yo... y un hombre ausente". Luego, suena una canción de Nancy Sinatra y aparecen sus tres hijos. Todos serán secuenciados por la resonancia de telenovelas de las décadas del cincuenta y sesenta. El ambiente donde se presentan los protagonistas se recrea con decorados de paneles televisivos. Es decir, la cotidianeidad de un hogar como set de filmación, donde halla eco una friolera de motivos telenovelescos.

Novela (Elkafka, Lambaré 866, jueves a las 21) es el debut como director y dramaturgo de Matías Umpierrez (1980). Fue actor en El pan de la locura y Panorama desde el puente, ambas del Complejo Teatral de Buenos Aires. Su primer propuesta, inscribe un entramado teatral atravesado por una agilidad coreográfica que, en la puesta en escena, revisita la telenovela para dislocarla en la reconstrucción de una fractura biográfica. Un padre ausente y la soledad de una mujer con sus tres hijos es el acontecimiento acribillado por el discurso televisivo.

Pero el disparador no es la intervención a la telenovela como ejercicio paródico. Aquí, lo melodramático, más allá de su exceso, se potencia como artificio para la reconstrucción de un estado de cosas. Es decir, un mismo hecho —la huída del padre tras golpear a la madre— se reconstruye con los mecanismos propios de la telenovela. La reiteración de una cachetada a la madre y las últimas palabras del padre, son acciones reconstruidas en distintos idiomas y en tercera persona por las dos hijas ( Eugenia Mercante-Delia Folgueira) y el hijo (Julián Vilar).

Todos los personajes tienen un punto de fuga dentro de cada situación al mimetizarse, durante su relato, con algún galán o heroína del momento en la tele. Sin embargo, a la hora de reconstruir un encuentro familiar, las voces se entrecruzan hasta que la madre pregunta: "¿Qué pasaría si todo esto fuera una novela?". Lo real es camuflado por el artificio hasta la incertidumbre. En ese estado, los personajes se desgastan por el mismo artificio que despliegan.

Umpierrez maneja en el armado de su obra un criterio de construcción audiovisual. Desde la iluminación hasta las coreografías, realizadas por Felicitas Luna. El mecanismo escénico aprovecha una espacialidad que funciona acorde al sentido creado por el director en su inmersión al campo de la telenovela. Aunque la obra puede ser un link con la estética de Nunca estuviste tan adorable, de Javier Daulte, Umpierrez logra, por momentos, un código propio a bordo de un buen registro elaborado por los actores.

Fuente: Clarín

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