04/08/10 - A punto de estrenar nueva sala y un nuevo espectáculo. También dirigirá una obra de Gorostiza.
Por Camilo Sánchez
No concibo mi vida sin el trabajo. Creo que si tuviera que dejar de trabajar me muero.
La sala El duende tuvo que cambiar de espacio. Allí enseñé y ofrecí obras durante cuarenta años. Estoy a punto de estrenar, en el nuevo lugar, un espectáculo: dos obras cortas, El largo adiós de Tennessee Williams y Voces de familia de Harold Pinter. Dos textos que se conjugan muy bien: tratan el mismo tema, pero son opuestos desde el punto de vista escénico. Y eso es lo atractivo: en el contraste, lograr una unidad. Las obras aluden a la desintegración familiar y no hay intervalo: encontré la manera de unirlas. La unión forma parte del espectáculo.
Gorostiza, mire usted, con noventa años, ha escrito una nueva obra. Me llamó por teléfono y me pidió que la dirija yo: para mí, es un honor. La leí y me encantó la pieza: la vamos a hacer en enero. Con Daniel Fanego, Emilia Mazer y una actriz que estamos buscando. Será en algún teatro de la avenida Corrientes y se va a llamar Vuelo a Capistrano. Gorostiza tiene, para cada una de sus obras, una estructura muy precisa; y un lenguaje específico para cada personaje de esa obra. Nunca suena mal el texto que pone en boca de un protagonista. Tiene un oído especial. La obra tiene un bello mensaje, muy vital.
Hay mucha gente que mantuvo y mantiene el fuego: Lidya Lamaison con sus 95, Bonet con sus noventa y pico, Duilio Marzio, Alfredo, que tiene sus años, no? Alicia Berdaxagar, Hilda Bernard. Grandes que siguen trabajando.
El director tiene que ponerse en contacto con el pensamiento del autor. Si uno logra la comunión con la idea de la pieza, todas las demás ideas van a surgir de ahí. Todo lo que suma el director tiene que estar para rescatar la idea básica del autor: hay que servir a eso.
Hago lo que me gusta. Siempre fue un principio para mí. He dicho más veces que no. Tengo el sí difícil. Generalmente, propongo yo.
La enseñanza y la dirección son dos oficios distintos. El terreno común es el trabajo sobre el actor. Construir un espectáculo es tomar una obra y ponerse al servicio de ese material, imaginar a partir de él. Otra cosa es trabajar con un alumno en donde uno tiene que hacer todo lo contrario: dejar que se exprese, que se descubra a sí mismo en un escenario. En una puesta en escena hay que imponer cosas. Pero en las clases es diferentes: hay que dejar crecer.
Un director es un administrador del tiempo. El trabajo en una puesta de escena tiene una fecha determinada, hay un término para cumplir.
Cuando el espectáculo está en marcha ya está en manos del actor, no hay manera de corregir nada de lo esencial.
Pasa a veces. Hay veces en que uno llega a un proceso de estreno con una obra y se da cuenta que no es lo que quería hacer. Eso tiene el teatro.
Yo soy así. No tengo urgencias.
La vida es más azarosa, más de sinvergüenzas. Empiezan a jugarse otros factores y otros intereses. El arte es otra cosa.
El actor debe confiar en el director. Lo que él diga, nunca es para perjudicarlo, sino para que brille. La confianza es todo.
Los pájaros, las plantas, todos los animales, tienen muy claras sus funciones. Todo es más directo. Nosotros somos un bicho raro. Somos bichos complejos.
Me interesan especialmente aquellos artistas que verdaderamente son seres humanos preocupados no sólo por su trabajo: Barenboim, ejemplo maravilloso. La actriz Vanesa Redgrave, una persona que tomó posiciones muy abiertas respecto a lo que pasaba en el mundo. Ahora me enteré que Sean Penn, para ayudar, se ha ido a Haití y antes estuvo en Nueva Orleáns, cuando sucedieron las inundaciones. Esos seres humanos tienen valor excepcional.
Ricardo Darín me parece uno de nuestros mejores actores: yo le creo todo lo que hace.
Leo mucho. Mi cuarto ocupa la superficie de esta casa, arriba, en el primer piso: es grande y todas las paredes están llenas de bibliotecas. Duermo entre libros.
¿Quién es?
Maestro de actores y director teatral. Discípulo de Hedy Crilla, con quien se formó. Algunos de los autores que llevó a escena: Valle Inclán, Joe Orton, De Cecco, Arthur Miller, Mauricio Kartún, Chéjov, entre muchos otros. Dirigió durante los años ‘70 unitarios para televisión. En 1966 comenzó a trabajar como docente. Fue profesor, vicerrector y rector en la Escuela de Arte Dramático. Dictó cursos en España, Colombia y Perú, entre otros países. Fue asesor del Cervantes y del San Martín. Estrenará dos obras cortas de Tennessee Williams y Harold Pinter en la nueva sala El duende.
http://www.clarin.com/espectaculos/teatro/Prepotencia-trabajo_0_310769094.html
Por Camilo Sánchez
No concibo mi vida sin el trabajo. Creo que si tuviera que dejar de trabajar me muero.
La sala El duende tuvo que cambiar de espacio. Allí enseñé y ofrecí obras durante cuarenta años. Estoy a punto de estrenar, en el nuevo lugar, un espectáculo: dos obras cortas, El largo adiós de Tennessee Williams y Voces de familia de Harold Pinter. Dos textos que se conjugan muy bien: tratan el mismo tema, pero son opuestos desde el punto de vista escénico. Y eso es lo atractivo: en el contraste, lograr una unidad. Las obras aluden a la desintegración familiar y no hay intervalo: encontré la manera de unirlas. La unión forma parte del espectáculo.
Gorostiza, mire usted, con noventa años, ha escrito una nueva obra. Me llamó por teléfono y me pidió que la dirija yo: para mí, es un honor. La leí y me encantó la pieza: la vamos a hacer en enero. Con Daniel Fanego, Emilia Mazer y una actriz que estamos buscando. Será en algún teatro de la avenida Corrientes y se va a llamar Vuelo a Capistrano. Gorostiza tiene, para cada una de sus obras, una estructura muy precisa; y un lenguaje específico para cada personaje de esa obra. Nunca suena mal el texto que pone en boca de un protagonista. Tiene un oído especial. La obra tiene un bello mensaje, muy vital.
Hay mucha gente que mantuvo y mantiene el fuego: Lidya Lamaison con sus 95, Bonet con sus noventa y pico, Duilio Marzio, Alfredo, que tiene sus años, no? Alicia Berdaxagar, Hilda Bernard. Grandes que siguen trabajando.
El director tiene que ponerse en contacto con el pensamiento del autor. Si uno logra la comunión con la idea de la pieza, todas las demás ideas van a surgir de ahí. Todo lo que suma el director tiene que estar para rescatar la idea básica del autor: hay que servir a eso.
Hago lo que me gusta. Siempre fue un principio para mí. He dicho más veces que no. Tengo el sí difícil. Generalmente, propongo yo.
La enseñanza y la dirección son dos oficios distintos. El terreno común es el trabajo sobre el actor. Construir un espectáculo es tomar una obra y ponerse al servicio de ese material, imaginar a partir de él. Otra cosa es trabajar con un alumno en donde uno tiene que hacer todo lo contrario: dejar que se exprese, que se descubra a sí mismo en un escenario. En una puesta en escena hay que imponer cosas. Pero en las clases es diferentes: hay que dejar crecer.
Un director es un administrador del tiempo. El trabajo en una puesta de escena tiene una fecha determinada, hay un término para cumplir.
Cuando el espectáculo está en marcha ya está en manos del actor, no hay manera de corregir nada de lo esencial.
Pasa a veces. Hay veces en que uno llega a un proceso de estreno con una obra y se da cuenta que no es lo que quería hacer. Eso tiene el teatro.
Yo soy así. No tengo urgencias.
La vida es más azarosa, más de sinvergüenzas. Empiezan a jugarse otros factores y otros intereses. El arte es otra cosa.
El actor debe confiar en el director. Lo que él diga, nunca es para perjudicarlo, sino para que brille. La confianza es todo.
Los pájaros, las plantas, todos los animales, tienen muy claras sus funciones. Todo es más directo. Nosotros somos un bicho raro. Somos bichos complejos.
Me interesan especialmente aquellos artistas que verdaderamente son seres humanos preocupados no sólo por su trabajo: Barenboim, ejemplo maravilloso. La actriz Vanesa Redgrave, una persona que tomó posiciones muy abiertas respecto a lo que pasaba en el mundo. Ahora me enteré que Sean Penn, para ayudar, se ha ido a Haití y antes estuvo en Nueva Orleáns, cuando sucedieron las inundaciones. Esos seres humanos tienen valor excepcional.
Ricardo Darín me parece uno de nuestros mejores actores: yo le creo todo lo que hace.
Leo mucho. Mi cuarto ocupa la superficie de esta casa, arriba, en el primer piso: es grande y todas las paredes están llenas de bibliotecas. Duermo entre libros.
¿Quién es?
Maestro de actores y director teatral. Discípulo de Hedy Crilla, con quien se formó. Algunos de los autores que llevó a escena: Valle Inclán, Joe Orton, De Cecco, Arthur Miller, Mauricio Kartún, Chéjov, entre muchos otros. Dirigió durante los años ‘70 unitarios para televisión. En 1966 comenzó a trabajar como docente. Fue profesor, vicerrector y rector en la Escuela de Arte Dramático. Dictó cursos en España, Colombia y Perú, entre otros países. Fue asesor del Cervantes y del San Martín. Estrenará dos obras cortas de Tennessee Williams y Harold Pinter en la nueva sala El duende.
http://www.clarin.com/espectaculos/teatro/Prepotencia-trabajo_0_310769094.html
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