sábado, 14 de abril de 2007

Una telenovela de las fisuras EVA HALAC.

EVA HALAC.

Las telenovelas son lo más parecido a la realidad, quizá, por eso se ven. Nadie es quien dice ser, todo se complica innecesariamente, la gente se encuentra pero nunca se dice las cosas que se tiene que decir, se dicen cosas que complican aún más todo, parece que va a pasar algo importante pero no pasa y cuando pasa es una desilusión, hay desesperación, sufrimiento, odio, envidia, etcétera.

No me acuerdo quién fue que dijo que todo lo que se nombra está muerto. Entrar en el sistema del lenguaje es asumir que uno ha entrado en la civilización, un juego de adultos crueles y cómodos, un juego empezado, que, además, nos va a sobrevivir. Entrar en la civilización es asumir que uno ha perdido. Y entonces apuramos la copa y tragamos toda la ficción completa. Como en las telenovelas, contamos solamente con el guión de nuestro personaje, decimos lo que hay que decir, no sabemos cómo termina, si funciona, si alguien lo ve. Nadie lo sabe, ni siquiera los autores, que escriben en forma vertiginosa las palabras que se acomodan a las situaciones. A veces hay que hacer tiempo con palabras, lo que importa es el amor o el beso o el sexo o la venganza o.. .¿Qué es lo que importa? ¿Para qué el sufrimiento? ¿Para qué el amor? ¿De qué se está hablando? El momento, el instante fugaz de fisura que permite pensar esto, se parece, para mí, al teatro de Spregelburd. Sus personajes hacen un terrible esfuerzo para sostener la realidad. Realidad creada a partir de un sistema de palabras, que a su vez, sostiene a los propios personajes. Si se cae la realidad, todo lo nombrado se muere. Los comportamientos esforzados parecen ser desesperados, esquizofrénicos o idiotas. Toda la catástrofe de infelicidad colectiva está puesta en evidencia a partir del encierro provocado por el lenguaje. Por el sistema de representación de las palabras. Si las palabras se vacían de sentido se cae toda la construcción del sistema. ¿Y qué queda? ¿Es posible hoy, en pleno siglo XXI, después de todo lo que la humanidad ha demostrado ser, decirle a una persona "te quiero", "voy a sacar un crédito para comprarme una casa" , "me robaron el celular" o lo que sea, sin pensar que estamos dentro de un guión?

Tenemos una idea del Apocalipsis muy cinematográfica, de tremendas explosiones, pestes horribles y el ejército infernal surcando el cielo tormentoso a carcajadas. Pero es posible que el final sea más parecido a una escena de Spregelburd. (Como esa escena genial de «zAcassuso«6, donde la madre de una alumna es citada por las maestras para hablar.) Ya es cada vez más difícil disimular la ficción. No vi todas las obras de Spregelburd, pero en las que he visto o leído, siento que la exposición de la realidad es brutal, y me dejan una emoción extraña, como que estamos presenciando el final de todo, pero un final lento y estirado, como el de una telenovela que va perdiendo rating poco a poco, que cuando sacan del aire ya casi nadie mira, porque los situaciones se ven falsas, los personajes ya no son creíbles, y, en definitiva, (y esto quizá sea lo más terrible) a nadie le importa un corno lo que les vaya a pasar.


Fuente: Clarín

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