miércoles, 25 de octubre de 2006

"Sobre el pecho de una mujer": Bella historia de amor

Por IRENE BIANCHI

"Sobre el pecho de una mujer", de Olga Liliana Anzolini, a cargo del Grupo de Teatro Independiente "Buscalunas", integrado por los actores María Inés Uro, Germán Reimondo, la bailarina Fernanda Alessamdro y la cantante Luz Andrade. Músicos en vivo: Marina Arreseygor en violoncello, Natalia Salinas en piano y Pablo Santos en percusión. Diseño de escenografía y vestuario: Laura Melgar. Realización de escenografía: Indio Sánchez. Realización de vestuario: Gonzalo Cicchino. Maquillaje: Claudia Piquet. Música incidental: Alejandro Dinamarca. Iluminación: Alfredo Núñez. Dirección: Olga Liliana Anzolini. Teatro La Hermandad del Princesa, sábados 21 hs.

Antes de aventurar cualquier tipo de análisis o vivisección de esta obra escrita y dirigida por Olga Liliana Anzolini, es lícito destacar que se trata de un espectáculo bello por donde se lo mire o escuche. "Sobre el pecho de una mujer" seduce con una belleza cautivante y misteriosa. El salto al vacío que implica atreverse a combinar actuación, danza, acrobacia, canto lírico y música en vivo, constituye un riesgoso desafío ("sólo para locos", diría Herman Hesse), desafío del cual los integrantes de "Blancaluna" salen airosos.

La trama de la obra parece salida de la pluma de un gótico Edgar Allan Poe: Consuelo, anciana dama viuda de un General, publica un aviso para dar con un joven que escriba las Memorias de su difunto esposo, a partir de unos amarillentos y vetustos manuscritos celosamente guardados en un arcón. La paga es suculenta pero la condición "sine quanon" es que el muchacho permanezca en la vieja casona hasta concluir su labor. El tiempo apremia: la salud de Consuelo es frágil y la Muerte acecha implacable.

El lugar es lúgubre y tenebroso. Unas pocas velas alumbran el altar en el que la anciana reza en latín, como preparándose para el tránsito. El joven escriba - Felipe Montero- se resiste a permanecer en un ámbito tan sombrío, hasta que conoce a Aura, la supuesta sobrina de Consuelo, que lo hechiza con sus encantos. La muchacha opera en él un efecto similar al de las sirenas en los marineros en alta mar. Felipe no puede evitar zambullirse en los brazos de tan bella mujer, que lo atrapa para siempre y se adueña de su voluntad.

La pregunta es: ¿quién es Aura? ¿Se trata de una mujer de carne y hueso o de una alucinación, de un fantasma, de un recuerdo corporizado, de un holograma? ¿Cuál es el verdadero vínculo que la une a Consuelo? ¿Por qué aparece y desaparece de la nada? Esas - y otras tantas -son cuestiones que cada espectador deberá dilucidar por sí mismo.

Lo atrapante de la propuesta de Anzolini es la mezcla de géneros y lenguajes a la que hicimos referencia. La música de Charles Camille Saint-Saens, de Antonin Dvorak y de Félix Mendelssohn, irreemplazablemente interpretada en vivo por Marina Arreseygor, Natalia Salinas y Pablo Santos; la soberbia voz de Luz Andrade (una suerte de cantante-relatora); la sugestiva danza de Fernanda Alessandro en el rol de Aura; la intensidad en las actuaciones de María Inés Uro (Consuelo) y Germán Reimondo (Felipe), todo ello reforzado por el valiosos aporte de escenografía, iluminación, vestuario y maquillaje, suman un producto inquietante, atractivo e interesante, que habla a las claras de un trabajo mancomunado, de una labor de equipo interdisciplinario, de un espíritu de cuerpo, que seguramente debió sortear innumerables obstáculos hasta arribar a buen puerto.

"Sobre el pecho de una mujer": para deleitar ojos, oídos y corazón.

Fuente: Diario El Día

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