viernes, 21 de enero de 2005

"Sólo para mí"

ENTREVISTA: MARIANO PENSOTTI

¿Teatro joven? "Vapor", la última obra de Mariano Pensotti, entusiasma con su mezcla de cine, rock y, por qué no, teatro.
Txt. Mariano Ugarte Si existiese, su hit sería "Hacer teatro y no morir en el intento". Integrante de la legión de teatristas post 2001 que emerge en el mapa teatral de Buenos Aires, comparte la selección argentina de "nuevos valores" con Mariana Chaud, Lola Arias y Lautaro Vilo, entre otros. Aunque intenta escapar al mote de "lo nuevo" no lo logra. "Hace doce años que produzco teatro. Hace poco se empezó a hablar de 'nueva dramaturgia', pero llegué tarde. Ya estaba pasado de moda", comenta este actor, cineasta, director y dramaturgo, que con algunos films en su haber pasó del cine al teatro. Con la cámara en la mano se pregunta "ser o no ser".

—¿Por qué el cambio?

—Me resultaba complicado conseguir los fondos para hacer cine. El teatro me parece más amigable, te podés juntar con tres o cuatro amigos y hacés una obra. Escribir teatro es muy liberador, podés jugar con muchos más imaginarios que en el cine.

En su última obra, la premiada Vapor, se cruzan los westerns y las carreteras de Las Vegas con la realidad argentina más cotidiana. "Es una suerte de road movie donde los textos fueron escritos como quien graba un disco de rock. No estaba seguro de que eso podría ser una obra", dice el ¿rocker teatral?

Hacer visible lo invisible es su misión: "Todo pasa por tratar de descubrir resquicios en lo real y lo cotidiano y trabajar con aquello que uno no podría percibir a simple vista", dice.

Mariano no se toma lo suyo como "una carrera", no lee teoría y prefiere hacer cosas que reflexionar sobre ellas. "Bah... hago cosas y me preocupa que sean buenas, nada más".

Flaco y alto, con aires modernos, hace poco se sacó un piercing de la ceja. Defiende a su generación frente al oxidado teatro tradicional: "Mi generación está buenísima. ¡Es una maza!".

—¿Es un mito que el teatro aburre?

—¡Es cierto! "El Teatro" con mayúsculas aburre, sobre todo el malo. Sentarse en silencio a mirar te mata. Lo que tiene de bueno es que toca otras fibras. Genera otros estados en el espectador, que no lo logra ni un recital.

—¿Existe un teatro joven?

—Lo que hay son códigos compartidos por los jóvenes, un ida y vuelta. El teatro que hago no sé para quién es. Creo que es sólo para mí.

Fuente: Clarín

No hay comentarios: