martes, 10 de diciembre de 2002

“Soy un genio que cree en conciliar disciplinas”

A sus 44 años, Jan Fabre es un controvertido creador que despierta tanta admiración como rechazo. Su trabajo no se circunscribe a la escena, sus pinturas, esculturas e instalaciones multimedia son muy apreciadas; también escribe e incluso tiene su propia revista, ‘Janus’. Es autor de un universo tan peculiar como fácilmente reconocible, habitado por animales, especialmente escarabajos, y cuerpos humanos que destilan sus propios fluidos. Un mundo que el público español podrá descubrir, del 17 al 19 de octubre, en el teatro Liceo de Salamanca, donde estrena Loros y cobayas, un espectáculo de diez actores y bailarines en el que indaga sobre el valor del alma de los animales y de los hombres.

De origen belga, Jan Fabre es uno de los creadores escénicos europeos de más impacto de los últimos tiempos, aunque hace un par de años todavía se la adscribía a la vanguardia más radical. En nuestro país ha actuado un par de veces, en Madrid y Sitges. Ahora, el consorcio Salamanca 2002 ha coproducido Loros y cobayas, un espectáculo que sitúa la acción en un laboratorio donde el hombre busca su sensorialidad perdida a través de los animales. Cuenta con compañía propia, Troubleyn, afincada en Antwerp (Bélgica), donde reside.

–¿Qué ideas inspiraron Loros y Cobayas?

–Fueron un par de ideas iniciales que tuve durante el working process de mi segunda pieza de teatro, en 1982. Tuve que enseñar a decir a dos loros la frase “esto es teatro tal y como se espera ser visto”, además del año y mi nombre. Yo repetía estas frases todos los días durante tres meses y al final ellos solo decían: “esto es teatro”, así que me sentí más loro que ellos. El loro es el símbolo de la repetición y resulta un comentador irónico. Una segunda fuente de inspiración fue Wetskamer (Lawchamber), una instalación que ideé en 1978. Era una habitación llena de jarras de vidrio que contenían muñecas, animales e insectos, según mi propia sistema de clasificación basado en las relaciones entre biología, sociología y entomología. Una tercera fuente fue Konrad Lorenz, uno de los primeros etiólogos que iniciaron las investigaciones sobre la conducta de los animales y sus rituales comparándolas con la de los humanos. Una de las preguntas principales durante el working process fue la de preguntarme quién era una cobaya. ¿Son los animales cobayas de los humanos o son los humanos cobayas de los animales?

Ver, oler y sentir

–Entonces, ¿qué vamos a ver en este espectáculo?

–No tanto al hombre como un animal enfermo sino a la enfermedad como herramienta para profundizar entre las relaciones entre animales y humanos. Se verá, olerá y sentirá un inteligente y vital reparto de diez actores y bailarines que investigan sobre la ceremonia de los instintos y el circo de las emociones. ¿Domesticó el hombre salvaje al loro o fue el loro salvaje quién domesticó al hombre? Se verán animales enormes de peluche, como el oso Franklin Rooselvelt intentando encubrir las reacciones en torno a la pasión del hombre por la caza del oso. Juguetes, osos de peluche, se convierten en vendas para las heridas que los adultos han provocado.

–Los animales inspiran su trabajo, especialmente los escarabajos. ¿Por qué los encuentra tan fascinantes? ¿Son los animales más humanos que los hombres?

–Las personas son hermosos animales y los animales son hermosas personas. A veces parece como si cada animal escondiera un ser humano que se está riendo como nosotros. Todo mi trabajo, tanto mis instalaciones y pinturas como mi teatro está inspirado por la metamorfosis. Las transiciones, el estar constantemente en un estado de cambio. Insectos y escarabajos representan los ordenadores más antiguos del mundo, son pequeños y hermosos monstruos llenos de información. Insectos y particularmente escarabajos son en muchas culturas el puente entre la vida y la muerte. La muerte no como un campo de energía negativa, sino positiva.

–¿Cómo despertó su interés por la entomología?

–Como cada chaval quitándole las patas a una araña y viendo cómo andaba primero con siete patas, luego con seis, cinco, etcétera. Asombrándome y maravillándome con el mecanismo de la vida. Cuando era estudiante de la Escuela Real de Artes Visuales de Antwerp el estudio del arte flamenco clásico provocó mi interés por el valor simbólico de los insectos. En el mismo periodo descubrí el trabajo del entomólogo francés Jean Henri Fabre, quien me descubrió la poesía en la naturaleza, en la literatura y en el arte.

El cuerpo como laboratorio

–Su otro gran foco de interés es el cuerpo humano, que ha centrado su trabajo en los últimos 20 años. ¿En qué sentido han cambiado sus ideas sobre el cuerpo en este tiempo?

–Entiendo el cuerpo como un laboratorio, a veces mecánico, otras mental, otras químico. El cuerpo es un extraño instrumento, me levanto con él, ando con él, y me voy a la cama con él. Por estas razones este extraño instrumento plantea un montón de preguntas e indagaciones. En los últimos veinte años, tanto en mi arte como en el teatro, he investigado el aspecto físico, erótico y espiritual del cuerpo en sus diferentes maneras. En Loros y cobayas intento indagar en el aspecto animista del cuerpo: dar al alma del animal y del hombre el mismo valor, y desde un único punto de vista moral.

–¿Cómo define su trabajo: arte, performance, teatro, danza? ¿Cuáles son sus ideas sobre el arte?

–En primer lugar, me considero un siervo de la belleza. Una idea siempre exige el soporte adecuado. A veces, una idea exige un texto nuevo, otras una escultura. Segundo, soy un genio que cree en la “conciliación” (él emplea el término ‘consilience’). La “conciliación” se da cuando coinciden cosas procedente de diferentes disciplinas basadas en la experiencia, los hechos o la teoría. Usando el concepto de “conciliación” se encuentran nuevas interpretaciones y se gana en conocimiento. El arte es como una mariposa, muy vulnerable, y por esta razón siempre hay que defenderlo y hacer un esfuerzo para darle el espacio y el tiempo adecuado. Creo en el arte pero sobre todo en la belleza. La belleza es el color de la libertad, la belleza es generosa, nunca cínica.

–Hace dos años estrenó en Aviñón Je suis sang, en el que la sangre era la protagonista. El pasado año representó Sanguis/Mantis, en la que utilizaba su propia sangre. ¿Qué influencia tiene de los accionistas vieneses, como Nitsch o Muelh? Emplear el cuerpo como herramienta artística ¿no tiene un límite?

–Conozco el trabajo de los accionistas vieneses muy bien pero ellos no han influenciado mi trabajo. La influencia más destacada viene de las pinturas de los flamencos primitivos. Por ejemplo, los retratos y crucifixiones de Cristo. En la Historia del Arte encontramos los mejores y más grandes ejemplos del body art. La sangre en estas pinturas es tan poderosas que siento como si se metiera bajo mi piel. Y por supuesto que la sangre es uno de los líquidos corporales más importantes. Es una de las razones por las que dibujo y escribo con mi propia sangre. En Loros y cobayas los líquidos corporales son un importante elemento de la performance.

–Usted ha trabajado con coreógrafos como Forsythe, escritores como John Berger, con los filósofos alemanes Dietmar Kamper y Peter Sloterdijk o el artista ruso Ilya Kabakov ¿de qué dependen sus colaboraciones?

–Del respeto, la amistad y la “conciliación”.

–Y ahora, ¿que prepara?

–Durante los últimos meses he estado poniendo al día Loros y cobayas. En las últimas tres semanas he estado trabajando por la noche en la exposición que me hace el Museo de Arte Contemporáneo de Gante. Su título es Enjoy to give assistance to life (Disfruta para darle seguridad a la vida). Se trata de un selección de películas y dibujos realizados en los últimos 20 años, del periodo que va de 1978 al 2002.

Liz PERALES

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