viernes, 23 de junio de 2000

El callejón de los Deseos

Desde hace ocho años, la sala de la calle Humahuaca amasa prestigio en el circuito off, gracias a la coherencia ética y estética en su programación


Hace ocho años un grupo de artistas decidió compartir un espacio de trabajo que denominó Callejón de los Deseos (Humahuaca 3759), una sala que desde su inauguración cobijó las más diversas manifestaciones de teatro y danza, pero siempre con un sello: los espectáculos que allí se presentan muestran a veces investigación, otras transgresión, pero todos aportan aires de renovación al panorama del teatro porteño.

Hoy el Callejón está conducido por Azucena Lavin, Alicia Leloutre y Mariano Dobritz, y en lo que va del año ha mostrado una programación muy sólida, integrada por creaciones de Alejandro Tantanián, el grupo El descueve, Pablo Shilton, Ciro Zorzoli y Rodrigo Malmstein.

Azucena Lavin recuerda que "la sala se abrió siguiendo el deseo de un grupo de gente que ya no está. Después de un tiempo, los sueños de cada uno se fueron para otro lado y los que quedamos decidimos mantener el Callejón, porque indudablemente es nuestro espacio. Los tres somos personas con características y gustos diferentes. Alicia y yo nos encargamos de la programación, que sigue una tendencia acorde con nuestros intereses y gustos".

A ninguna de las dos les importa, cuando llega un proyecto, presenciar un ensayo o ver un video. Prefieren conversar con el creador, conocer su capacidad y hasta descubrir cuánto de pasión pone él en ese trabajo que quiere ofrecer en la sala.

"Cuando uno habla expone realmente su personalidad, a menos que tengas un fuerte entrenamiento en mentir, pero generalmente eso sólo se da en los políticos, no en los artistas. A nosotras nos gusta esto de manejar la intuición. Sin dudas a veces nos va bien y otras no. Con el espectáculo Kleines Heilnwein , por ejemplo, descubrimos a Rodrigo Malmsten, un joven apasionado, que no tiene prensa, pero desde que plantó el proyecto nos entusiasmó y decidimos acompañarlo: ahí había una clara definición de una estética y también una ética."

En los últimos años el Callejón de los Deseos albergó la producción de casi toda una nueva generación de teatristas. Grupos como El Periférico de Objetos o El Descueve sobresalieron en esa sala con espectáculos como Máquina Hamlet, de Heiner Müller, y Todos contentos , respectivamente. Dramaturgos como Daniel Veronese, Marcelo Bertuccio, Alejandro Tantanián, Rafael Spregelburd y Javier Daulte estrenaron sus textos o hicieron sus primeros intentos también en ese espacio.

"Nosotros tenemos claro que esto no es un supermercado donde o tenés todas las marcas o tenés determinadas marcas, nos interesa experimentar con lo que hay, sea nuevo o viejo. Y esto tanto en el teatro como en la danza. En el caso de esta última disciplina, tal vez programemos menos, pero no porque no nos interese; a mí particularmente me atrae mucho, pero sucede que los bailarines tienen un público pequeño."

Hoy la programación del Callejón de los Deseos está conformada por los siguientes espectáculos, que dan cuenta de esa línea ética y estética de la sala: los viernes, a las 21, Kleines Helnwein, sobre textos y dirección de Rodrigo Malmsten; a las 23, Ciudad canalla, sobre textos de Roberto Arlt, con la dirección de Susana Rivero.

Los sábados, a las 20.30, se presenta El huésped, con textos de Graciela Rodríguez y Pablo Shilton, con la dirección de Shilton; a las 23, Unos viajeros se mueren, de Daniel Veronese, con la dirección de Alejandro Tantanián, y a la 0.30, La historia de llorar por él, de Ignacio Apolo, con la dirección de Cristian Drut.

Los domingos, a las 21, puede verse Living, último paisaje , con la dirección de Ciro Zorzoli.

En julio se estrenará Secreto y Malibú , con coreografía de Diana Sheinblum, y se repondrá Faros de color , de Javier Daulte, con la dirección del autor y Gabriela Izcovich.

Todas las piezas en cartel han sido ya criticadas por La Nación , con calificaciones que en ningún caso son inferiores que "bueno".

"Hay un profundo amor y empecinamiento por que este espacio sea conservado -afirma Azucena Lavin-. No nos entusiasma la idea de poner una salsera o un templo evangelista. No sé si los deseos se cumplen, pero cada vez que se encienden las luces de una función, hay magia, estamos seguros de que ahí puede suceder algo grandioso. Hasta que ese espacio no es ocupado, a veces vivimos este lugar como una carga, pero cuando empieza a vivir, quedam os satisfechos."

Carlos Pacheco
Fuente: La Nación

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