miércoles, 8 de octubre de 1997

El toque argentino en el encuentro de teatro

FESTIVAL INTERNACIONAL DE BS. AS.
Artistas de reconocida trayectoria en la escena local, Inda Ledesma y Juan Carlos Gené participan del festival con dos clásicos del teatro del siglo XX: La Visita de la Vieja Dama y Un Guapo del 900.

IVANA COSTA

Muestran la saludable incomodidad del que está a punto de dar un salto. Ella estudia la letra mientras se acomoda para la foto. El parece contar cada minuto que pasa sin poder reunir a sus actores en un nuevo ensayo general. Entre los veinte estrenos nacionales de teatro que propone el Festival Internacional de Buenos Aires, todos fuertemente apegados al sello nueva tendencia, ellos constituyen la única presencia de la generación del 60: que marcó (y sigue marcando) una forma de hacer el teatro en la Argentina.Inda Ledesma, directora y protagonista de La visita de la vieja dama, que estrena mañana en el Cervantes, y Juan Carlos Gené, que el domingo cerrará el festival en el San Martín con su puesta de Un guapo del 900, se reunieron para hablar sobre el significado de este evento y el uso, no siempre inconveniente, de la palabra tradición.Se muestran suficientemente profesionales (o demasiado curtidos) como para caer en la exaltación eufórica. Al hablar del primer festival internacional porteño, Gené profundiza los rasgos racionalistas de su personalidad y Ledesma insinúa el recuerdo de otros sueños que no fueron. Por otra parte, los dos se han identificado a lo largo de sus vidas con ideas políticas bien opuestas a las que encarnan los organizadores del festival.¿Cuáles son sus expectativas respecto de este encuentro?Gené: No tengo absolutamente ninguna. Dirijo este espectáculo por invitación que me formuló en el 96 la dirección del San Martín. Nada que ver con el festival.Ledesma: Nosotros también llegamos al festival por casualidad. En enero, cuando se definió este proyecto, yo ni sabía que se hacía. Luego nos invitaron a participar y nos sentimos muy halagados: es una verdadera fiesta del teatro que implica un gran esfuerzo para los organizadores.Gené: Hace mucho tiempo que todos sentimos la necesidad de concretar este proyecto, que tiene beneficios importantísimos. Pero no me crea ninguna expectativa especial.¿Ni siquiera los nervios de ser el cierre?Gené: Son los nervios de todo estreno, con el agregado extra, en este caso, de que hice mi último ensayo general el sábado 29 (como las salas del San Martín se usan durante el festival no tengo dónde ensayar). Esto de estrenar 15 días después del último ensayo no me ocurrió nunca. Y hasta llegué a proponer que no se estrenara en el festival por esta circunstancia.Ledesma: Para nosotros el festival tampoco era la meta. Ni siquiera sé si esta era la obra ideal para hacer en este contexto, donde somos los dueños de casa. Habría sido mejor una obra nacional o un estreno real. Espero no estar robándole el lugar a ningún otro experimento más interesante.Los dos coincidieron en la aspiración histórica de la gente de teatro para que Buenos Aires tuviera su festival internacional. ¿Cómo los afecta en lo personal su llegada?Ledesma: Llega. Tarde, pero llega. Cosas como el Berliner Ensemble alguna vez me abrieron la cabeza en mis viajes por Europa. Otras, no me dieron ni me quitaron nada... en fin. Digo tarde porque, a esta altura, uno para aprender está duro. También va a ser importante poder vernos y descubrirnos a nosotros mismos.Gené: Yo no entiendo bien la pregunta.Esperaron mucho tiempo este evento, y llega en un momento particular de sus vidas.Gené: Bueno, de los festivales de Bogotá y Caracas participé (porque viví allí) a lo largo de muchísimas ediciones, y al Iberoamericano de Cádiz asistí desde su primera edición, en el 86. Yendo a tu pregunta: en décadas pasadas no existía la moda de los festivales. Esto arrancó en los 50, con el de Avignon. Hoy ya se hizo un circuito que no se detiene, pero considerado mundialmente, es un fenómeno de las dos últimas décadas. Festivales aparte, desde el punto de vista profesional, hoy la cosa se ve mucho más difícil para las jóvenes generaciones que hace 30 años.Ledesma: Totalmente de acuerdo. Sin embargo, también recuerdo cosas injustas. En el 69 fuimos invitados a Avignon para presentar la obra El campo, de Griselda Gambaro, y era una oportunidad importantísima (­quién sabe cómo habría variado nuestra vida!). Pero no conseguimos apoyo estatal para viajar y no pudimos ir.¿Ustedes eligieron estas obras?Ledesma: No tanto, no.Gené: La propuse yo. El San Martín me convocó para que dirigiera un espectáculo en el 67...En el 97, dirá.Gené: ­Ay, sí! No sé por qué doy vuelta ese 9 y lo hago 6.Ledesma: Yo pensé que era por coquetería de actor...Gené: Claro, me rejuvenece 30 años. Pero es verdad que siempre me pasa de dar vuelta el 9 por el 6.Ledesma: También puede ser porque la del 60 fue nuestra década. Para mí lo fue.Gené: Y para mí, claro.Ledesma: Para el país también.La visita de la vieja dama fue una obra posible, propuesta por la dirección del Cervantes entre otras posibles con actrices adultas, dice Ledesma. Pensábamos que era bueno que yo no me muriera sin actuar en el Cervantes. Era algo históricamente penoso para el teatro. Quería actuar, en una palabra. En esta obra actúo pero no es fundamental el personaje sino la resonancia actual de la pieza.En el caso de Un guapo del 900, se trata -cuenta Gené- de un viejísimo amor, imposible de satisfacer si un teatro oficial no se hace cargo de su numeroso elenco. Gené habla de obra raigal, se entusiasma con sus personajes míticos. La considera un ilustrativo drama histórico de este país, que se construye sobre muchos cadáveres. Lo relaciona con su propia historia: Todavía estoy volviendo al país. Viví 18 años afuera y en estos cuatro años, desde mi vuelta, estoy haciendo el desexilio. Espero que esta obra cierre esta etapa.A Ledesma la atrae el humor sangriento de La visita..., donde se cruzan una historia de amor con el drama de una deuda eterna. Y programó una puesta muy despojada, sin falsas riquezas, decididamente no tradicional y con un escenario pelado. No se puede decir en cambio que Un guapo... tenga un escenario pelado: Porque la idea de la puesta es que los López, familia protagonista de la obra, son vencidos por la ciudad que avanza.Dentro del espectro nacional del festival ustedes son los hermanos mayores, ¿se sienten responsables de ser la tradición?Gené: Si hermano mayor quiere decir más viejo, sí (de hecho, el día en que sacamos una foto con todos los directores del festival, a la única que yo conocía era a Inda). Pero si hermano mayor significa darle consejos a alguien: no, de ninguna manera. En cuanto a la tradición, yo opino que quien está totalmente desgajado de la tradición no existe, porque todos somos hijos de ella. Si no hay juego dialéctico con la tradición es muy difícil que haya hecho artístico.Ledesma: La palabra tradición confunde un poco. A mí me preocupan mucho las fracturas en la transmisión de los logros y progresos actorales de ruptura. Siento que el teatro profesional muestra hoy una gran debilidad actoral en gente valiosa que no termina de recibir las enseñanzas sobre el oficio forjadas en el pasado. Es una pena.En algún momento ustedes estuvieron políticamente enfrentados. ¿Siguen creyendo en el teatro político?Gené: Inevitablemente todo lo que uno hace es político. La elección ideológicaa se manifiesta más allá de lo que uno quiere. Pero cuando uno se propone ser político por lo general no es artístico.Ledesma: En alguna época quizás nosotros hayamos discrepado. Una vez, en una mesa redonda yo tal vez estuve agresiva con vos, discutiendo sobre el Mal de Chagas.Gené (riendo a carcajadas): ¿Cómo íbamos a discutir y vos estar grosera conmigo por ese tema?Ledesma: No sé, no era con maldad. Y pasó tanto tiempo...Gené: Uno puede discutir por cualquier cosa, inclusive para divertirse, ¿no?

Fuente: Clarín

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