
Así, Favaloro fue sinónimo de la Argentina del ascenso social y la excelencia profesional y, al mismo tiempo, “vocero” -al que muy pocos quieren escuchar- de su debacle.
En 1992 el The New York Times lo consideró “héroe mundial que cambió la medicina moderna y revolucionó la medicina cardíaca”.
Pero nadie es profeta en su tierra. En 2000, Favaloro se suicidó y salió a la luz que su fundación estaba ahogada por las deudas, por no entrar en el sistema de “retornos”. La carta completa que escribió se conoció 8 años después. Aquí transcribimos sólo unas líneas: “En estos días he mandado cartas desesperadas a entidades nacionales, provinciales, empresarios, sin recibir respuesta. No ha sido una decisión fácil pero sí meditada. No se hable de debilidad o valentía. El cirujano vive con la muerte, es su compañera inseparable, con ella me voy de la mano”.
Favaloro creyó que la sociedad argentina necesitaba su muerte para tomar conciencia de los problemas en los que estaba envuelta. A la luz de lo que vino después, nadie lo escuchó
Fuente: Hoy
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