lunes, 31 de agosto de 2009

Gardel y el mito, Corsini y el ocaso

TEATRO › LA COMPAÑIA KNUCK Y SU NUEVA OBRA LAS ASESINAS DE GARDEL

La obra que se presenta todos los sábados en el Teatro Payró arranca de la rivalidad que existía entre los públicos de los dos cantantes de tango para una obra en la que también se desliza “el interés por lo necrológico, que es algo muy nuestro”.

Por Cecilia Hopkins

Si es cierto que Carlos Gardel e Ignacio Corsini entablaron una amistad hacia 1913, cuando coincidieron en una gira por la provincia de Buenos Aires, este hecho parece no haber influido en nada para suavizar la inquina que se profesaban los admiradores de uno y otro cantor. El fervor que suele alentar el fanatismo y esta rivalidad que dividía al ambiente del tango fue el punto de partida que tomó la actriz Antonia De Michelis para imaginar la historia que cuenta Las asesinas de Gardel, obra escrita en colaboración con la dramaturga Lucía Laragione. Perteneciente a la Compañía Knuck, fundada hace cinco años bajo la dirección de Diego Cosín, De Michelis supo interesar en el proyecto a la premiada autora de Cocinando con Elisa, quien decidió aceptar el de-safío y darle forma a esta comedia que acaba de subir a escena en el Payró (San Martín 766, sábados a las 21), con un elenco integrado por la propia De Michelis y un grupo de catorce actores, bajo la conducción del mismo Cosín.

La acción transcurre en El Tábano, improbable caserío de la provincia de Buenos Aires, donde dos hermanas costureras, fanáticas de Corsini (la propia De Michelis y Nadina Marquisio), se ven obligadas a aceptar el primer premio en un concurso de tango que consiste en acompañar a Carlos Gardel en su gira por Colombia. A pesar del amor que profesan por “El príncipe” (ver recuadro), “El Zorzal” las va seduciendo a tal punto que dudan en concretar el mandato que reciben del espíritu de otro fanático de su ídolo, recientemente fallecido en cómicas circunstancias, para que maten a quien considera su rival. Claro que las cosas salen al revés y lo único que logra el trío es contribuir a instalar el mito de Gardel. Así, Las asesinas... se ubica en un lugar extraño, entre el sainete –con sus secciones musicales incluidas– y la comedia paródica que hasta se burla de algunos procedimientos de las tragedias de Shakespeare. Además de perfilar personajes colectivos e individuales, la obra cuenta con un recurso narrativo de importancia: una pantalla da cuenta de todos los cambios escenográficos (que son muchos), aparte de relatar en clave de cine mudo algunos de los sucesos que ocurren antes de comenzar la intriga. El video, el vestuario y la escenografía son obra de los integrantes de la misma compañía.

“Somos retro, nos gustan las cosas pasadas de moda”, afirman Cosín y De Michelis en la entrevista con Página/12, frente a Laragione, que los acompaña en las risas. Los tres coinciden en que una de las obsesiones de los argentinos es el fanatismo sobre opciones binarias: “Es Boca o River, unitarios o federales, azules o colorados”, enumeran. Para el director, también está presente en la obra “el interés por lo necrológico, que es algo muy nuestro”.

Laragione se refiere a cómo se construye un mito popular: “En ese momento coexistían ambos cantores. Entonces uno piensa acerca de las razones por las cuales uno de ellos –Corsini– se pierde en la vida común en tanto el otro se convierte en un mito, como Evita y el Che”, concluye. A pesar de esto, nunca aparece en escena la figura de Gardel porque, según subraya Cosín, “lo importante es lo que él genera en los demás”.

–Si bien Corsini es un cantor conocido, no tiene el renombre de Gardel, al menos para el público no especializado. ¿Por qué fue tomado como personaje?

Antonia De Michelis: –Me inspiré en el inglés Tom Stoppard, en esos rompecabezas que él arma a partir de personajes secundarios. Entonces pensé que podríamos hacer una obra en la cual un personaje secundario decide la suerte de un personaje principal. Y como estaba pensando en buscar en nuestra propia historia, ahí surgió la idea de Corsini y Gardel. Fue Diego Cosín quien me sugirió proponerle la escritura a Lucía Laragione.

Diego Cosín: –Con la Compañía Knuck ya habíamos hecho otros textos de Lucía, como Palabristas y El reino de las imágenes nítidas.

Lucía Laragione: –Yo tampoco conocía demasiados datos de Corsini. Luego me fui enterando de que había una cierta rivalidad entre sus seguidores y los de Gardel. Y que éste se transforma en un mito a partir de su muerte en pleno éxito, a diferencia de Corsini, que murió ya de grande.

A. D.: –Tal vez era tan famoso como Gardel en su época. Como él, era también muy buen mozo y había sido actor, en la compañía Podestá.

L. R.: –En su libro Ensayo contra los mitos, Juan José Sebreli dice que Gardel era más exitoso afuera, en Francia y Estados Unidos, y que su mito se construye a partir del accidente aéreo.

A. D.: –También tuvo que ver Natalio Botana y su diario Crítica en la iniciación del mito. A mí me interesó que había ciertos elementos de antagonismo: uno era morocho, el otro rubio, ambos eran hijos naturales, de extracción humilde, uno francés, el otro italiano.

D. C.: –Además, el repertorio de Corsini estaba más vinculado al folklore que al tango.

–¿La historia estaba decidida cuando comenzó a darle forma?

L. L.: –Sí, la historia estaba prácticamente completa. Lo que sucedió en el desarrollo de la escritura fue la aparición de las articulaciones. Desde el comienzo, las protagonistas eran dos hermanas costureras, una de ellas con una pierna ortopédica que funciona a modo de antena de radio.

A. D.: –Sabíamos adonde íbamos a llegar y fuimos imaginando entre las dos las opciones del relato. Nos reímos mucho haciéndolo.

–¿Estaban escribiendo para unos actores en particular?

D. C.: –En la compañía tenemos una nómina de actores que trabajan siempre con nosotros, aunque llamamos a otros para este proyecto. Vamos a cumplir cinco años trabajando juntos: algunos de nosotros nos conocimos en los talleres de Miguel Guerberof.

–¿Se definen partidarios de una estética en particular?

D. C.: –No nos gusta trabajar con marcos demasiado naturalistas. Nos gustan el cine viejo y el expresionismo, nos manejamos con imágenes retro y tenemos una serie de referentes claros como Fritz Lang y otros directores del cine mudo.

–¿Hay otras obras suyas en este registro?

L. L.: –Yo creo que trabajé en un registro de comedia que no es el mío. Esta historia delirante se vincula más con mi producción de literatura infantil.

–¿Cuáles son los autores del próximo proyecto?

D. C.: –Hay toda una línea literaria vinculada con las vanguardias de principios de siglo XX, especialmente el expresionismo, como Karel Capek, Georg Kaiser, Franz Kafka y el Brecht de la primera época. También me interesa el teatro argentino de ese mismo período, como José González Castillo. Me gusta el blanco y negro.

L. L.: –A mí no me interesa esta moda de poner en escena obras sobre familias disfuncionales. Tampoco los trabajos de improvisación colectiva que generan textos ocurrentes pero que no dan para seguir pensando en nada luego de verlos.
Imagen: Jorge Larrosa
Fuente: Página 12

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