Reconocido especialista en el autor alemán, ahora presenta una propuesta totalmente diferente: Canciones Maliciosas, del estadounidense Jon Marans.
Se estrena en el teatro Regina, Canciones maliciosas, una obra de Jon Marans con la que Bob Hoskins obtuvo un suceso que todo el mundo considera excepcional en el Gielgud Theatre de Londres. Aquí se la verá interpretada por Héctor Bidonde y Juan Manuel Gil Navarro. El director Manuel Iedvabni, un hombre asociado a la trayectoria del teatro independiente y reconocido como uno de los mayores cultores del teatro de Bertolt Brecht, define la dificultosa propuesta.
- ¿Qué es Canciones maliciosas?
- Un espectáculo que exige al espectador mucha concentración. Hay que descubrir qué es lo que vincula a un pianista prodigio con su viejo profesor, pues allí queda expresada la relación entre la vida cotidiana, la política y el arte.
- ¿Por qué transcurre en Viena durante 1986?
- Porque en ese año en Austria es elegido presidente Kurt Waldheim, un anticipo del rebrote nazista que se prolonga hasta nuestros días.
- ¿Es la primera obra musical que hacés?
- Por lo menos es la primera en que la música adquiere tanta relevancia. Pero sólo hay música y canto, no baile.
- ¿Cómo resultó la experiencia?
- Grata, sin problemas. Conté con la colaboración de Patricia Averbuj en lo musical. Pero en la obra la relevancia es compartida entre la música de Robert Schumann y la poesía de Heinrich Heine.
- ¿Qué pasa con el idioma?
- Muchos poemas están cantados en alemán, pero a través los personajes inducen a la comprensión del contenido.
- ¿Los actores sabían alemán?
- No; pero, casualmente, Héctor Bidonde estuvo un tiempo en Alemania, por lo que tiene idea de la fonética, y Juan Manuel Gil Navarro estudió en una escuela alemana. Algún concepto tienen.
- Fue un desafío bastante particular.
- La música es, para mí, una vieja conocida y, repito, lo esencial del conflicto es la relación entre alumno y maestro. Además, tampoco es un concierto, es una obra de teatro con todas las letras.
- ¿Te la propusieron o la elegiste?
- Me la propusieron. Es la única obra de Marsans, que es músico. Es un ejemplo perfecto de la habilidad que tienen los norteamericanos para concertar un conflicto y su desarrollo.
- ¿Es un punto de inflexión en tu carrera?
- El gran regista Peter Brook dijo que cada cinco años convenía cambiar de tema. Canciones maliciosas podría ser eso, aunque mi cambio, en estos últimos años. ha sido concentrarme en el trabajo con el actor, que es por donde pasa el teatro. Lo que propone el dramaturgo me interesa como estructura, pero a partir de ahí el espectáculo tiene su autonomía.
- ¿Brecht es la influencia mayor en tu carrera?
- Sin ninguna duda. Ya es un clásico y sobrevive a todas las cuestiones coyunturales. Su obra sigue dando respuestas a temas muy diversos, ya sea el de la ciencia o el nazismo.
- ¿Cuánto hace que empezaste?
- Cincuenta años, como alumnito del teatro IFT. Y he dirigido entre cincuenta o sesenta obras.
- ¿Has podido vivir de eso?
- En los primeros cuarenta años, no.
Fuente: Clarín
Se estrena en el teatro Regina, Canciones maliciosas, una obra de Jon Marans con la que Bob Hoskins obtuvo un suceso que todo el mundo considera excepcional en el Gielgud Theatre de Londres. Aquí se la verá interpretada por Héctor Bidonde y Juan Manuel Gil Navarro. El director Manuel Iedvabni, un hombre asociado a la trayectoria del teatro independiente y reconocido como uno de los mayores cultores del teatro de Bertolt Brecht, define la dificultosa propuesta.
- ¿Qué es Canciones maliciosas?
- Un espectáculo que exige al espectador mucha concentración. Hay que descubrir qué es lo que vincula a un pianista prodigio con su viejo profesor, pues allí queda expresada la relación entre la vida cotidiana, la política y el arte.
- ¿Por qué transcurre en Viena durante 1986?
- Porque en ese año en Austria es elegido presidente Kurt Waldheim, un anticipo del rebrote nazista que se prolonga hasta nuestros días.
- ¿Es la primera obra musical que hacés?
- Por lo menos es la primera en que la música adquiere tanta relevancia. Pero sólo hay música y canto, no baile.
- ¿Cómo resultó la experiencia?
- Grata, sin problemas. Conté con la colaboración de Patricia Averbuj en lo musical. Pero en la obra la relevancia es compartida entre la música de Robert Schumann y la poesía de Heinrich Heine.
- ¿Qué pasa con el idioma?
- Muchos poemas están cantados en alemán, pero a través los personajes inducen a la comprensión del contenido.
- ¿Los actores sabían alemán?
- No; pero, casualmente, Héctor Bidonde estuvo un tiempo en Alemania, por lo que tiene idea de la fonética, y Juan Manuel Gil Navarro estudió en una escuela alemana. Algún concepto tienen.
- Fue un desafío bastante particular.
- La música es, para mí, una vieja conocida y, repito, lo esencial del conflicto es la relación entre alumno y maestro. Además, tampoco es un concierto, es una obra de teatro con todas las letras.
- ¿Te la propusieron o la elegiste?
- Me la propusieron. Es la única obra de Marsans, que es músico. Es un ejemplo perfecto de la habilidad que tienen los norteamericanos para concertar un conflicto y su desarrollo.
- ¿Es un punto de inflexión en tu carrera?
- El gran regista Peter Brook dijo que cada cinco años convenía cambiar de tema. Canciones maliciosas podría ser eso, aunque mi cambio, en estos últimos años. ha sido concentrarme en el trabajo con el actor, que es por donde pasa el teatro. Lo que propone el dramaturgo me interesa como estructura, pero a partir de ahí el espectáculo tiene su autonomía.
- ¿Brecht es la influencia mayor en tu carrera?
- Sin ninguna duda. Ya es un clásico y sobrevive a todas las cuestiones coyunturales. Su obra sigue dando respuestas a temas muy diversos, ya sea el de la ciencia o el nazismo.
- ¿Cuánto hace que empezaste?
- Cincuenta años, como alumnito del teatro IFT. Y he dirigido entre cincuenta o sesenta obras.
- ¿Has podido vivir de eso?
- En los primeros cuarenta años, no.
Fuente: Clarín