Fuente: El Día
Destinado a difundir la Actividad Cultural de la Ciudad de La Plata y promover el Intercambio Cultural
martes, 21 de marzo de 2000
La Comedia de la Provincia arranca el 2000
Fuente: El Día
lunes, 20 de marzo de 2000
LAS DOS CARATULAS, EL TEATRO DE LA HUMANIDAD
El tradicional ciclo largó el sábado su temporada 2000. Con recursos módicos y un solo actor invitado por vez (antes eran cuatro), sigue transmitiendo la magia del teatro a través de la magia de la radio.
LUCILA OLIVERA
Casi cincuenta años ininterrumpidos pasaron desde la primera vez que el ciclo de teatro radial Las dos carátulas, el teatro de la humanidad, se ganó el micrófono de Radio Nacional y empezó a contar las historias más significativas de la literatura nacional y extranjera de todos los tiempos. Era el 9 de julio de 1950 y, desde el éter, se interpretó La flor del trigo (de José de Maturana) con un elenco estable que llevaba el nombre del ciclo pero que hoy ya no existe.IN SITU. En el estudio Mayor de Radio Nacional, con capacidad para 750 personas, el público asiste a la grabación en vivo (se hizo el lunes 13) de la obra que, con el reciente cambio de autoridades de la radio, pasó de los domingos a los sábados a las 22 (también se escucha en el interior con 40 emisoras a través de la Cadena Azul y Blanca; y en el exterior, los sábados y domingos por Radiodifusión Argentina al Exterior). Una grabación que el fin de semana se convirtió en la primera entrega de la temporada 2000. Allí, Rubén Stella fue el invitado del mes (ya no hay cuatro invitados, como antes) y se puso en la piel de un guapo: ni más ni menos que Un guapo del 900, una versión libre de la pieza clásica de Samuel Eichelbaum.Al fondo, y desde la cabina, se la ve a Nora Massi, productora y directora de Las dos carátulas... desde hace diez años (es actriz, pedagoga teatral, productora y directora), que, con un particular lenguaje de señas, les da el pie a los locutores Paulette Pochat y Leonardo Liberman para que hagan sus correspondientes participaciones.Sobre el escenario, los 14 actores que integran el equipo que, con los años, dejó de ser un elenco estable, trabajan de pie y gesticulan y se abrazan, como si alguna cámara los estuviese grabando.EL REPERTORIO. A lo largo de los años, el ciclo recorrió desde el sainete colonial (como El amor de la estanciera) y la comedia, hasta las creaciones de autores más contemporáneos como Roberto Cossa, Osvaldo Dragún o Carlos Gorostiza, entre otros destacados dramaturgos. En el plano universal se animaron obras de los clásicos Sófocles y Eurípides, hasta los más modernos Luigi Pirandello o Federico García Lorca, sin saltear a William Shakespeare, Lope de Vega, Goethe y Calderón de la Barca. Hay que adaptar las obras para 90 minutos de aire y no se cortan. Yvonne Fournery se encarga de los grandes clásicos y Paola Lavin, de las argentinas. También nos asesora el escritor Luis Ordaz, cuenta Nora Massi a Clarín.Dentro de la forma de encarar el repertorio, tal vez lo más llamativo sea lo que ocurre con las obras del teatro español. Ya no lo hacemos con fonética española, sino neutra, asegura Massi. ¿La razón? El bajo presupuesto para contar con un elenco que se pueda dedicar con exclusividad al programa. Esto quiere decir, entre otras cosas, que se ensaya menos. Es preferible eso a bajar la calidad, opina Massi. Con la llegada de la nueva ley de protección intelectual, no se puede hacer nada sin pagar derechos hasta que hayan pasado 70 años de la muerte del autor (donde pasa a ser propiedad de la humanidad). Ese es el motivo por el que el repertorio también se acotó.EL ELENCO. Trabajamos con un equipo de actores con características de elenco estable, pero no lo es, dice Massi. Y aclara: Muchos creen que es un radioteatro, pero tampoco. El radioteatro tenía un formato que consistía en una novela de 22 capítulos escrita para una pareja. Acá la estrella es la pieza. Por razones presupuestarias, de cuatro figuras invitadas por mes, quedó una. Pero no es lo único que cambió. En un principio, el grupo de las Las dos carátulas se dividía en tres subelencos según el tipo de teatro que hacían: La Ranchería (teatro argentino); La Sirena (universal) y El Corral (español), con tres directores distintos y un coordinador de teatro que, junto a un asesor literario, elegían las piezas. El equipo actual del ciclo está compuesto por: Carlos Almeijeiras, Gloria Antier, Gustavo Bonfigli, Andrea Cantoni, Rodolfo Caraballo, Mónica DAmico, María Danelli, Susana Fernández Anca, Luis Gianneo, Jorge Grasso, Natalio Hoxman, Alfredo Iglesias, Iris Morenza, Carlos Romero Franco, Alvaro Rufiner, Myriam Strat y Beatriz Vilamajo.LA PREPRODUCCION. Los actores buscan sus copias los jueves y no se juntan hasta el sábado donde, según la dificultad de la pieza, se ensaya entre cinco y seis horas que se dividen en dos turnos: primero se hace una lectura de la pieza y después el ensayo propiamente dicho, porque como van en vivo, tiene que salir armado con efectos sonoros de sala y otros que se disparan desde la cabina. El mismo día se hace la prueba de micrófono.LOS EFECTOS. La tecnología llegó a la radio. Ahora, armar los efectos y el clima de una pieza, si bien lleva un tiempo, es más práctico que artesanal. De la mano de la moderna aparatología, todo se arma con una compactera, un minidisc y otros chiches y se pasan a una cinta abierta donde se editan. De eso también se encarga Nora Massi, que está chocha con los CD que compró con efectos de última generación. Si un caballito relincha tres segundos -ejemplifica la directora- y en la obra está atado a un palenque, por ahí lo necesito más tiempo, y edito más segundos. Y no hay que olvidarse de cambiar los planos de, por ejemplo, los ladridos: hay que alejarlos y acercarlos porque un perro nunca está ladrando quieto. De la sala surgen los ruidos de las puertas y ventanas (diseñadas chiquitas y con rueditas) que se abren y se cierran, la vajilla que se usa en un bar, los pasos y las subidas o bajadas de escaleras (tienen una de diez escalones en el estudio), equipamiento artesanal que está a cargo de Patricio Schultze, un joven colaborador de la directora.LA HISTORIA. A José Ramón Mayo (el mismo que en 1943 cuestionó los libretos de Catita, de Niní Marshall y en el 50 era subdirector general de Radiodifusión) se debió la idea de dedicar un espacio en la por entonces Radio del Estado para la transmisión de obras de teatro. Con la formación de un elenco que se lo llamó Las dos carátulas, el 9 de julio de 1950 se puso al aire la primera transmisión. Figuras hoy muy recordadas como Violeta Antier, Eva Dongé, Blanca Lagrotta, Carlos Carella o Luis Medina Castro o los respetados Alfredo Alcón, Perla Santalla, Pepe Soriano, Lydia Lamaison, María Rosa Gallo, Onofre Lovero y Norma Aleandro, entre otros muchos , le han dado, con sus voces e interpretaciones, el prestigio que, cincuenta años después, Las dos carátulas... mantiene.EL FUTURO. Para el próximo sábado, hoy se grabará Marianela (de Benito Pérez Galdós), y el 4 de abril ya está programado El organito (de Enrique Armando Discépolo). Sé que nada es como fue -concluye Massi-, pero lo más importante se mantiene intacto y no se desvirtuó con el tiempo: las ganas de hacerle llegar al oyente teatro de calidad hecho con muchísimo respeto.
Fuente: Clarín
sábado, 11 de marzo de 2000
Un clásico de Twain cobra vida en escena
"Príncipe y mendigo", de Mark Twain. Adaptación y dirección: Mimí Harvey. Escenografía: Rafael Landea. Vestuario: Silvio Rodríguez. Música: Federico Mizrahi. Intérpretes: Adolfo Oscar Ferreyra, Rodrigo Borgón, Fabio Prado González, Freddy Magliaro, Gustavo Paoletti, Claudio Spin y Adriana Ferrer. Sala Alberdi, Sarmiento 1551, 6º piso, sábados y domingos a las 17.30.
Nuestra opinión: buena.
Texto literario y dramaturgia no son enemigos, todo lo contrario, pero hay que reconocer que no siempre van de la mano. Un adaptador, o autor de una versión teatral de un cuento o novela, se ve irremediablemente en el dilema de elegir, cortar, sintetizar. O sea, de partir de una forma de narrar una historia a otra, de pasar del libro a la acción dramática en caliente, sobre un escenario. Lo que se ve y lo que se imagina juegan papeles diferentes. Si se agrega el peso de que el libro es un clásico, el peligro de "tropezar en el intento" aumenta considerablemente. Una vez que se ha aceptado el compromiso, elegido las escenas, seleccionado los personajes, pensado en los puentes narrativos, una vez que se ha renunciado a muchas partes apasionantes del relato, aún falta entendérselas con la seducción del texto, el amoroso respeto a las palabras tan bien escritas... para ser leídas.
Uno podría pensar que un libro escrito en inglés en 1882, que siempre llegó hasta nosotros a través de traducciones, bien podría soportar una más. Pero los clásicos son así, hasta las traducciones se cristalizan.
A mediasMimí Harvey, que se da una libertad medida con la narración, se otorga la licencia de recurrir a dos actores físicamente muy distintos para jugar con las apariencias de los personajes principales que intercambian lugar.
Esta confusión complica la comprensión de lo que ocurre, ya que es muy difícil aceptar que un padre, una madre, un compinche o un criado no descubran que el que está allí es otro. El vestuario tampoco es suficientemente cómplice. Por ser como es la novela, una obra satírica de denuncia social, al espectáculo le falta humor. Carece de mayor acentuación en las caricaturas y un juego más ágil en la acción.
Tal como se lo percibe, el espectáculo está más allá del interés de los niños pequeños; puede llegar a captar a los niños mayores, pero con dificultad. Tal vez un narrador habría ayudado.
En cambio, los adultos se muestran atentos, tal vez porque gracias a películas, telenovelas y series están habituados a hacer concesiones a la poca credibilidad de escenas y personajes en aras de un presupuesto inicial, que plantea desde el principio la historia como un conflicto por resolver: uno quiere saber cómo termina. Lo que prueba que muchas veces una buena historia supera la manera de contarla.
Fuente: La Naciónviernes, 10 de marzo de 2000
Lujo y harapos
Sábado y domingo a las 17.30, en la Sala Alberdi del Centro Cultural San Martín, Sarmiento 1551, 6° piso. A la gorra.
El intercambio de roles entre el joven príncipe y un mendigo de su misma edad los enfrenta a situaciones en que el mundo parece regirse solamente por las apariencias. La calle está dura para Jonathan García, hijo de un ladrón de Villa La Pava, pero los almohadones del palacio del ilustre Eduardo sólo ponen sordina a enfrentamientos igualmente complejos.Aventuras a capa y espada hilvanan una historia que plantea algunas reflexiones. La puesta en escena de Mimí Harvey -directora en temporadas pasadas de El hombrecito del azulejo y Una aventura y dos armaduras- del clásico relato de Mark Twain elude la transitada opción de la comedia musical, para encarar un teatro basado en la relación entre la actuación y el texto. A partir de cinco años.
Fuente:Clarín