jueves, 9 de julio de 2009

Con gran éxito de público culminó el Festival Internacional de Circo de Bs. As.

Philippe Ménard en acción entre el hielo, vestido de mujer y pendiente de las bolas de hielo que caen de la parrilla

Asistieron 10.000 personas

El domingo (parece un mundo después de la suspensión de la mayoría de las actividades escénicas decretada anteayer), culminó la primera edición del Festival Internacional de Circo de Buenos Aires que, según las cifras oficiales, congregó a unas 10.000 personas.

El francés Philippe Ménard cerró la programación internacional con una puesta en escena de una impensable producción que, casi como yapa, tuvo alguna ayudita divina. Es que, unas horas antes de empezar su contundente espectáculo en el cual el intérprete manipula hielo, granizó en Buenos Aires, lo que dio la idea de una extraña sincronización entre el afuera y el adentro.

En Posición paralela al suelo, Philippe Ménard presentó un escenario casi vacío en el cual, casi a la altura de la parrilla de luces, había ubicado unas 100 bolas de hielo que, a medida que avanzaba este trabajo de neto corte experimental, iban cayendo al escenario. Allí, en determinados momentos, tres heladeras se desplazaban por el lugar en donde también había bloques de hielo que se iban derritiendo con el pasar de los minutos.

El complejo cuadro se completaba con un sutil y complejo trabajo sonoro, a cargo de Ivan Roussel, que se convertía en una de las patas fundantes de esta propuesta. Posición paralela al suelo nace en lo circense -analizado desde la perspectiva del malabarismo-, pero profundiza de tal manera su dramaturgia interna, su magnífico trabajo visual y sonoro, su obsesiva investigación de la materia y sus niveles interpretativos que podrían formar parte de cualquier festival internacional que se precie de reunir trabajos de investigación escénica. Claro que eso tiene un riesgo: aquella familia que fue a ver la obra como parte de un propuesta para toda la familia habrá quedado un poco confundida porque no era para niños. Lo cual, no está mal ni bien. A lo sumo, de aquí en adelante, sería aconsejable que esa sugerencia esté señalada en el programa de mano para evitar confusiones.

Ménard fundó la compañía Non Nova hace 11 años. Con sede en Nantes, allí desarrolla un trabajo alrededor de la creación y de la transmisión del malabar y de los lazos entre las diferentes disciplinas artísticas. Todo eso expuso con suma claridad en el espectáculo que acaba de presentar en Buenos Aires y que sirvió para cerrar la programación extranjera del Festival Internacional de Circo.

A juzgar por las cifras de concurrencia, el encuentro escénico logró sobreponerse al frío y a los efectos de la gripe que afecta a la ciudad. Durante siete días, 10.000 personas presenciaron las 31 funciones de espectáculos nacionales y extranjeros, gratuitos y pagos, para todo el público y para un público más restringido. Según los datos oficiales, la movida costó al gobierno porteño un millón de pesos para la parte artística, 300.000 dólares en lo que se refiere a carpas y cuestiones de infraestructura y unos 200.000 euros en lo que hizo a los espectáculos extranjeros (mayoritariamente, invertido por el gobierno de Francia).

El festival tuvo lugar en Combate de los Pozos y avenida Garay, en donde el gobierno porteño instaló las tres carpas. Allí se estableció el Polo Circo en el que, durante todo el año, debería haber actividades circenses. Debido a la suspensión de actividades motivada por la gripe porcina, no está la programación definitiva de esta propuesta que intenta revalorizar al circo y entablar un puente en sus formas más tradicionales y en sus propuestas más vanguardistas.

Alejandro Cruz
Fuente: La Nación

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