Destinado a difundir la Actividad Cultural de la Ciudad de La Plata y promover el Intercambio Cultural
viernes, 18 de julio de 2003
La leyenda de El Gran Circo
Es un emblema del Teatro San Martín. Lleva 662 funciones y la vieron 327.416 personas. Fue una creación del recordado Ariel Bufano.
Gaspar Zimerman
Respetable público, muy buenas tardes. Yo, don Maese Trujamán de los Caminos, director de esta extraordinaria compañía, les presento este maravilloso espectáculo. Hoy, convocados por Ariel Bufano, nos acompañan las sombras luminosas de Pepino el 88, Raffetto 40 onzas, Alejandro Scotti, Anselmi, los hermanos Rivero, los Podestá. Y todos ellos, respetable público, bajo la inmortal lona de El Gran Circo... Cuando el títere de capa azul salga mañana a escena y pronuncie estas palabras, estará empezando una nueva función de una obra que cumple 20 años y se convirtió en un clásico del teatro argentino. Será la función 662 de un espectáculo que, desde el día de su estreno (12 de marzo de 1983 en la misma sala donde se presentará ahora, la Martín Coronado del San Martín), fue visto por 327.416 espectadores: una generación de niños convertidos en padres y de padres devenidos abuelos que iniciarán a otros chicos en el ritual, para seguir agigantando la leyenda de El Gran Circo.
Al principio, El Gran Circo era El gran circo criollo y duraba más de una hora y media. "Nace a partir de inquietudes nuestras, que coincidieron con las de la dirección del teatro, en temas que se refieren a la búsqueda de nuestras raíces teatrales. Pretendemos hacer una reconstrucción no arqueológica y rendir un homenaje al circo criollo que dio origen al teatro nacional. Tomamos la misma estructura de ese circo, llamado popularmente circo de primera y segunda parte", contaba su creador, Ariel Bufano, en dos entrevistas de 1982 y 1983. En su obra, esa primera parte tenía números circenses tradicionales, con animales, acróbatas, payasos. En la segunda, se representaba Vida, padecimiento y gloria del gaucho Santos Morales, drama gauchesco inspirado en el Juan Moreira de Eduardo Gutiérrez, que se actuaba en los primeros circos criollos a fines del siglo XIX (ver Un camino...).
El proceso de investigación histórica, estudio y preparación duró un año largo: Bufano contaba que, por ejemplo, el número de la familia de trapecistas Scottoni Cañete demandó tres meses de puesta a punto. Finalmente, los preestrenos de la obra fueron el 18 y 19 de diciembre de 1982, en la fiesta anual del San Martín, y no resultaron muy alentadores. "Estuvieron llenos de accidentes. Aunque habíamos trabajado mucho el espectáculo, necesitábamos pulirlo más. Estaba mal calculado el tiempo, y cada uno duró como dos horas y media", se agarra la cabeza Adelaida Mangani, actual directora de la obra y del Grupo y Taller de Titiriteros del San Martín, entonces codirectora y encargada de darles vida a varios de los personajes. El verano sirvió para ajustar detalles y el estreno definitivo sí, fue todo un éxito.
La repercusión fue inmediata: durante el 83 se presentaron a sala llena y el espectáculo se siguió dando ininterrumpidamente durante cuatro temporadas más. En el 84 empezaron las giras: ese año El gran circo criollo viajó al Festival de Nancy, en Francia, y también se presentó en Alemania y España. El desplazamiento era casi el de un circo verdadero: en el primer viaje, los baúles con los muñecos y la escenografía pesaban tres toneladas. "Todo lo que conozco del mundo lo conozco por este espectáculo", se emociona Roberto Docampo, el único de los titiriteros del elenco actual que está en el grupo desde el estreno, y a quien la obra también lo llevó a Canadá, Puerto Rico, México,Uruguay y otros países latinoamericanos.
Después de un descanso de dos años, El valiente Goletto, Merlino el magnífico y el resto de la troupe volvieron en 1990 y 1991, los dos últimos años de Ariel Bufano al frente de sus criaturas cirqueras. Luego de la muerte de su marido, en 1992, Mangani se hizo cargo de que la función continuara. Pero con un cambio: el circo perdió su segunda parte y, con ella, la palabra "criollo" de su título. "Ariel hacía muy bien al Diablo, un personaje que se enfrentaba con Santos Morales. Y después de que él murió ya nada era igual, por más que otro lo podría haber hecho tan bien como él. Por eso decidí que se dejara de hacer esa parte. Además, lo ideal para una obra de títeres es que no dure más de setenta minutos", explica Mangani.
Ese golpe hizo entrar al circo en otro paréntesis, hasta que entre el 96 y el 98 volvió como El Gran Circo. En el 2001 y 2002 se mudó al Teatro de la Ribera, y por primera vez se presentó en Buenos Aires fuera del San Martín. Y ahora volvió a su casa para mantener el hechizo que alguna vez le endilgó Bufano: "Es una especie de maldición de la que estamos absolutamente orgullosos y agradecidos", decía en 1990. "Es que había que reponerlo, reponerlo y reponerlo. Y a él le parecía que era una obra que no podía superar, no había otro espectáculo que tuviera más éxito. Hicimos, por ejemplo, La historia de Guillermo Tell y su hijo Gualterio, pero le volvían a pedir el circo", sonríe Mangani.
Tanto ella como Docampo y Maydée Arigós —encargada del diseño de títeres, escenografía y vestuario—, los tres históricos que trabajan en la obra desde su origen, prefieren otra palabra para definirla: emblema. También elige ese sustantivo Kive Staiff, director del San Martín entonces y ahora: "El Gran Circo es un emblema de esta institución, un caso único. No hay antecedentes de una obra de semejante perdurabilidad en este teatro, y muy pocos en la escena argentina en general".
¿Cómo es posible que una obra de títeres estrenada hace 20 años siga siendo tan cautivante? Para Mangani, el secreto está en la alegría y el ida y vuelta: "Es que es una fiesta y propone la complicidad del público como un juego compartido. Todo el tiempo se está mostrando cómo son los trucos, y los títeres tienen un aspecto que interesa a la gente que no es ver qué se hace sino cómo se lo hace". Sea por la razón que fuere, el show despierta fanatismos y recuerdos en miles de porteños, a quienes pensar en El Gran Circo los retrotrae automáticamente a la infancia. Del otro lado del mostrador, Docampo también se emociona: "Es como tu barrio, en el que viviste y viste pasar un montón de gente mientras la vida transcurría. Es un espectáculo que pertenece a todo el San Martín... Todos los técnicos tuvieron algo que ver en algún momento. Y hay gente que me dice yo vine de chico y ahora vengo con mis hijos, alumnos que me cuentan yo estoy aquí porque me trajeron a ver el circo y me empezaron a gustar los títeres. Ha perdurado tanto tiempo... Lo que dice al final el presentador en la despedida es una premonición: Adiós, querido público, hasta la próxima función. Porque El Gran Circo, querido público, siempre vuelve".
Fuente: Clarín
sábado, 12 de julio de 2003
La conjura Sveikas
Fuente: Diario El Día
viernes, 11 de julio de 2003
El claudicante vuelve a subir a escena
Esta obra, que cala profundo en las emociones del espectador, está encuadrada en lo que se denomina teatro de ideas, pero más allá de encerrarse en un relato realista, la acción está atravesada por fuertes trazos expresionistas, proponiéndonos desde allí el recorrido por una historia personal que se entronca con la historia colectiva. La caída de los mitos, la necesidad de una mirada sobre la claudicación personal o histórica dejando una matriz intersticial para que otros sigamos proyectando desde la fragmentada esperanza.
Estas funciones se llevarán a cabo los sábados de julio, a las 23, en el Centro Cultural Viejo Almacén "El obrero", de calle 13 esq.71, antes de iniciar una gira por el sur del país.
Fuente: El Día
lunes, 30 de junio de 2003
Se viene una movida teatral platense
La idea es "recuperar el público y hacer de este encuentro una fiesta de la ciudad". El cierre será el domingo 13 con la presencia de los nueve directores quienes abordarán el tema "El proceso creativo", en un intercambio con el público a partir de las 21.30.
El cronograma será el siguiente: "Quietito Pericles", unipersonal con Javier Guereña con dirección de Gustavo Vallejos, grupo Devenir (jueves); "El ojo en la grieta" con dirección de Siro Colli, grupo La Gotera" (viernes); "La muy excelente y lamentable tragedia de Romeo y Julieta", dirección de Cynthya Pierce, Grupo Stacatto (sábado); "La conjura Sveikas", dirección de Jazmín García Sathicp (domingo); "La Adaneva", dirección de Emiliano Núñez (martes); "Burkina Faso", dirección de Nina Rapp, Grupo Barataria (jueves); "Melancólicas vacas", dirección de Omar Sánchez, Grupo Accidental de Teatro (viernes); "Agua de puñaladas blandas de agua", dirección de Diana Amiama (sábado); y "El hacha", dirección de José "Pollo" Canevaro, Grupo La Fabriquera (domingo).
El costo por función es de $5 y $3 para estudiantes y jubilados y $2.50 con carnet de la Comedia de la Provincia, y el abono por nueve funciones costará $20.
Fuente: Diario El Día
viernes, 16 de mayo de 2003
Una "road movie" teatral
Se inauguró con "Félix. María. De 2 a 4" dirigida por Beatriz Catani en La Plata; y hoy y mañana, Mónica Van Asperen, hará "La inauguración" en el pasaje subterráneo de Belgrano y Lima. El ciclo continuará hasta fin de mes.
El "Taller de experimentación escénica" se realizó entre el 2001 y el 2002 y fue coordinado por el director Rubén Szuchmacher, el músico Edgardo Rudnitzky y el artista plástico Jorge Macchi. Reunió a artistas de diferentes disciplinas: Beatriz Catani, Lola Arias, Mónica Van Asperen, Mariano Pensotti, Ana Foutel, Nushi Muntaabski, Luciano Suardi y Alejandro Tantanián. Releer el hecho teatral a partir de las confluencias de distintas disciplinas: el teatro, la danza, el cine y la literatura, permite a los artistas mostrar sus trabajos en diferencias espacios. Beatriz Catani lo hizo en La Plata, de la que es oriunda y convocó al público a seguir a una pareja de actores por distintos puntos de la ciudad de las diagonales. Otros espacios elegidos son la sala Centro de Experimentación del Teatro Colón, ubicada en el subsuelo del pasaje Toscanini que da a la calle Viamonte; el pasaje subterráneo Merk, ubicado en Belgrano y Lima y el auditorio del Instituto Goethe. La iniciativa surgió de la Fundación Antorchas, con el apoyo del Instituto Goethe y el Centro Rojas.
.AMORES EN CONFLICTO "Félix. María. De 2 a 4" de Beatriz Catani se realizó el sábado 3 y domingo 4 de este mes. Esta obra le permitió a la directora continuar su experimentación sobre cómo insertar la realidad -¿"teatro-verdad"?- en el campo de una historia de ficción. Bajo este mismo concepto Catani había trabajado, con Mariano Pensotti en "Los 8 de Julio", que presentó el año pasado, en el ciclo Biodrama que se realiza en el teatro Sarmiento. Inspirada en "Cléo de 5 a 7" (Francia, Agnés Varda, 1962), en la que su joven protagonista espera el resultado de un examen médico, cree estar al borde la muerte y se encuentra con un hombre común, que está enamorado de ella, Catani consigue entrecruzar las fronteras del cine, el teatro y el documental.
Su "Félix. María. De 2 a 4", es un divertido y por momentos conmovedor relato de una pareja, que vive un desencanto amoroso, pero se sienten atraídos uno por el otro, aunque ella sabe que está al borde de la muerte. Un sensible estudio sobre la intimidad de dos personajes, su entorno y el modo en que la identidad del lugar -la ciudad de La Plata- al que pertenecen influye en su pequeña y cotidiana vida de seres anónimos, impregna esta interesante propuesta de la directora de "Ojos de ciervo rumanos". Para participar de su singular propuesta, Catani citó a los espectadores -no más de doce o quince personas- en la esquina de las calles 2 y 69 de La Plata. El público debía llevar una radio o un walkman y auriculares y sintonizar el aparato en el 87.5 del dial; y como si fuera una especie de radioteatro le permitiría después escuchar los diálogos amorosos, discusiones y confesiones de los protagonistas de la pieza. Al comenzar esta "road movie" teatral, el público ve y escucha -mediante los auriculares- a uno de los actores que habla en un teléfono público con unos amigos.
EL INSTANTE DESPUES Instantes después el mismo personaje, Félix, cruza una calle y se encuentra con María, él le dice que quiere mostrarle una oficina. Ella duda y se queda pensativa, como si intentara querer decirle algo que no se anima. Félix y María toman un taxi y los espectadores hacen lo mismo. Actores y público recorren las calles de La Plata. La mujer intenta tirarse abajo del auto, la pareja discute y luego deciden ir a tomar algo a un bar. Allí son invitados a una peña folclórica por una chica que reparte volantes. Poco después y siempre seguidos por los espectadores los protagonistas cruzan una plaza, se seducen, se besan, ante la mirada de los desprevenidos conductores de los vehículos que bordean el espacio verde. Luego la pareja decide consumar su amor en un "albergue transitorio" y en ese edificio de luces tenues, los espectadores también son invitados de a dos a encerrarse en algunas de las habitaciones, desde las que continuarán escuchando a la pareja de actores, que dialogan en otro cuarto.
Poco después un viaje en colectivo hacia el Policlínico de
Valiosas fueron las interpretaciones de Blas Arrese Igor y Cecilia Coleff. El actor consigue la ductilidad, inescrupulosidad y hasta ese tono de desencanto que su papel requería. Mientras que Coleff convierte a su María, en una heroína misteriosa, existencial y romántica.
Juan Carlos Fontana
Fuente: La Prensa
sábado, 26 de abril de 2003
Una mirada diferente al eterno mito del Don Juan

En la pieza teatral “Donde más duele”, el director Ricardo Bartís desplaza del centro de la escena al mítico amante, convertido en un fantasma decadente acechado por la intensidad de tres mujeres.
Por Cecilia Hopkins
Cuesta imaginar que la misma puesta se verá este año en el Hebbel Theater, de Berlín y en el Théâtre National de Chaillot, de París, además de ofrecerse en el marco del Holland Festival y el Festival de Avignon, todas estas instituciones que han intervenido en la producción del espectáculo. Porque el espacio de actuación se prolonga hacia el fondo del escenario integrando el mismo patio por donde ingresa el público, detalle que aporta un halo de cotidianidad a la extravagante habitación que comparten tres hermanas. De edades dispares, las mujeres articulan el peculiar universo desde el cual se examina el mito de marras. La mayor, Haydée (María Onetto), Nenucha (Analía Couceyro), la hermana del medio, y la inexperta Bettina (Gabriela Ditisheim), las tres entablan con la figura del Don Juan (que aquí se llama Reynaldo, interpretado por Fernando Llosa), una relación que difiere en color y temperatura. Si este hombre fue antaño el mismo exaltado amador de la leyenda que no respetó ni doncella ni viuda, hoy deambula por la casa como un fantasma prostático y decadente, condenado a regar las plantas y a soportar las mismas recriminaciones de siempre. Nadie tuvo en cuenta su deseo de eludir la decrepitud y morir joven: son ellas las que procuran alargarle la vida con la sola idea de prever los detalles de su último instante. Bartís desplaza del centro de la escena al personaje masculino para ubicar en un primer plano a las tres actrices que apelan a referencias diversas que traban una relación oblicua con el tema en cuestión.
Las tres hermanas comparten una herencia de pelucas platinadas y maquillaje. Pasan parte de su tiempo entregadas a la tarea de extraer de la acelga un elixir reconstituyente. Una linfa vegetal que permanece asociada al obsesivo registro –literario, fotográfico, radiofónico– que Haydée conserva de las andanzas del seductor a los efectos de recrear una y otra vez la escena fatal de la caída en desgracia. En realidad, ella repite lo que le enseñaron: así también actuó su abuela cuando decidió romper el ciclo nefasto y atemperar sus deseos carnales.
Atiborrado de objetos y muebles desvencijados, el aspecto que asume el Sportivo resulta asfixiante. Pero esta idea de sobreabundancia de objetos forma parte esencial de unos personajes que sólo parecen capaces de revelar, ocultando. Como salidas de un comic bizarro, las hermanas se disfrazan y singularizan sus roles en función de objetos y vestuarios previstos para la ocasión. Llamativamente ajeno a la locura femenina y amansado por los años, Reynaldo boya por la casa y acepta cavar su propia fosa. Aun cuando sepa que, devaluado o no, el mito retorna siempre.
Fuente: Página 12
martes, 8 de abril de 2003
ENCUENTRO: TERMINO EN MENDOZA LA FIESTA NACIONAL DEL TEATRO Cuando las tablas cuentan un país
Laura Gentile
El teatro de un país es el mejor o es todo el que se hace? Postales festivaleras desde Mendoza. Un elenco de desenfadados actores tucumanos de 18 años eligió un texto escrito por una mujer criada en los años 50 para hablar de la represión en la educación. El resultado: Mujercitas eran las de antes, un grito liberador frente a normas caducas. El sojuzgamiento femenino fue tema recurrente en las obras presentadas. Aunque, en ocasiones, de un modo que hace pensar que todo sucede en antiguos feudos del 1900. En los debates, la mayoría de los elencos confluyó en una queja: estar lejos de las vidrieras porteñas. Otra queja: que sus públicos condicionan su hacer: "¿Hablar de la Iglesia en Catamarca?; difícil".
La 18° edición de la Fiesta Nacional del Teatro que terminó el domingo en Mendoza mostró grandes contrastes entre trabajos interesantes con búsquedas personales y obras más propias de una estudiantina, del teatro de la calle Corrientes o de programas de humor en televisión. Entre los primeros ejemplos se puede nombrar el extrañísimo y bello La fritche, del grupo cordobés Fra Noi, Un mundo raro (con altibajos) del correntino Thierry Calderón de la Barca, Perras de los porteños Claudio Martínez Bel y Néstor Caniglia o Cachafaz, también de Capital Federal, dirigido por Miguel Pittier.
No abundó la mirada original, ni la huella de esa persona que creció frente a un lago entre montañas, que la diferencia de aquella otra habituada a ver el blanco de las salinas de su tierra. Si abundó un público ávido de teatro que llenó las salas en todas las presentaciones.
Los contrastes no se limitan a las obras en sí. Mientras en una provincia como Mendoza el teatro se dicta a nivel universitario, en Ushuaia, por ejemplo, no existe una escuela de teatro y su historia teatral se remonta apenas a 20 años atrás. En esa zona austral de una población de 50.000 habitantes, el público que se acerca a una sala suma apenas unas 1.000 personas. La temporada de una obra se limita a 15 funciones.
¿Cómo es hacer teatro lejos del centro cultural del país?, ¿cuáles son los principales obstáculos? Una actriz jujeña, Flavia Molina, una directora tucumana, Patricia García (creadoras de Jamuychis, el grito), un dramaturgo fueguino, Eduardo Bonafede (Banderita mía) y un autor de Corrientes, Thierry Calderón de la Barca (Un mundo raro) dan algunas respuestas.
¿Por qué creen que algunos elencos aún eligen obras porteñas?
Thierry Calderón de la Barca: En mi región hay mucha gente que hace teatro del colonialismo, todavía siguen haciendo Alejandro Casona o Las de Barranco. Corrientes es un feudo que preserva códigos de hace 400 años y hay miedo a cambiar esos códigos.
Eduardo Bonafede: En Tierra del Fuego no existió teatro hasta la década del 80, porque prácticamente ha sido una isla militar donde la gente estaba de paso. Recién ahora se está generando una búsqueda cultural de identidad. En los 80 comenzamos a trabajar con textos de Buenos Aires, pero después, con mi grupo, sentimos la necesidad de empezar a contar cosas que identificaran a la gente.
Patricia García: Creo que hay toda una tradición de repetir esquemas y formatos pero también hay gente que hace sus propias búsquedas, y eso pasa tanto en el interior como en Buenos Aires.
¿Ese miedo a romper estructuras se profundiza en las provincias?
Patricia: No en Tucumán, que tiene un perfil particular dentro del NOA. Quizás pasa eso en Catamarca, Jujuy o Santiago del Estero; pero hay intentos de romper.
Thierry: Cuando hago el planteo estético no me olvido del público. Nosotros tenemos un camino en Corrientes, comenzado hace diez años. No podés, en la primera puesta, exacerbar la estética porque a vos te gusta; hay tiempos para cada cosa. Si yo los apuro quiebro el proceso.
¿Resulta más difícil hacer teatro para gente que no ve mucho teatro?
Thierry: Creo que se condujo el gusto de la gente para ciertos objetivos. Vos la querés llevar al teatro donde le vas a movilizar las emociones en serio y a la gente le produce miedo. Pelear contra eso es dificilísimo.
Eduardo: El teatro que escribo es prácticamente tragedia y he tenido inconvenientes con el público. Generalmente la gente quiere ver otra cosa, quiere divertirse, le molesta ver algo que profundice otro tipo de problemática. Pero creo que uno tiene que ser fiel a sí mismo.
¿Cuáles serían los principales obstáculos que enfrentan para realizar sus obras?
Eduardo: En este momento no hay salas teatrales, no tenemos dónde trabajar. El único lugar que existía, la Sala de la Cultura de la Municipalidad, está cerrado por problemas técnicos. Los gobiernos de turno le ponen énfasis a arreglar un polideportivo y el teatro queda para lo último.
Thierry: Un gran problema es la escasa o nula respuesta de los organismos oficiales. Cuando fui a la Subsecretaría de Cultura a pedir ayuda para los pasajes para venir, no me recibieron. Cómo nos van a atender en la Legislatura si están peleando por sus dietas.
Patricia: Todo el interior padece el clientelismo, pero creo que uno tiene que superar esas historias. En Tucumán la gente cambió la cabeza, ya no esperan nada. Con o sin la Secretaría, vamos a seguir haciendo teatro. Y lo que veo es cada vez somos más, a pesar de los problemas.
Thierry: Si estamos organizados, sí podemos hacer un frente. Nos van a respetar cuando seamos un poder, porque el poder sólo respeta al poder.
¿El objetivo final es mostrar en Buenos Aires?
Patricia: Nosotros estamos en un momento en el que necesitamos que nos vean. Nunca hablamos de ir a Buenos Aires; no nos interesa. Tampoco sé si nosotros le interesaremos a Buenos Aires. Más bien pensamos en las regiones, tener un ida y vuelta. Lo que más me gustó del encuentro de Mendoza es que hay un verdadero encuentro. Si uno sale sólo para mostrar no se produce el encuentro y uno sigue hermético, no hay un ida y vuelta y no te sirve de nada.
En las charlas, muchos elencos se quejaron del aislamiento con respecto a Buenos Aires y a los festivales internacionales
Patricia: Es cierto que faltan redes de comunicación que permitan el acceso a la información. Es difícil que las personas que toman decisiones te conozcan y les puedas llevar tu material. Y que, al menos, te digan: "¿Sabés qué?, lo que pasa es que a vos te faltan años luz".¨Porque está bien que te lo digan.
Flavia Molina: Un artista joven necesita continua formación y a veces debe tirar solo, porque determinados grupos que han tenido acceso a información o contactos, no lo comparten y no lo van a compartir. Hay mucho egoísmo y eso nos aísla.
Otra queja recurrente es que los grupos que participan en festivales internaciones son siempre los mismos ¿Cómo se vive eso?
Patricia: Como una gran injusticia, lógicamente. Pero hay cosas que te superan, son macroestructuras. Si todos los días tenés hambre podés disimular, decís bueno canto una canción pero a la noche, cuando te vas a dormir, siempre te acordás que tenés hambre. Yo creo que también uno se acuerda que esto no está funcionando como tiene que funcionar pero no hay que lamentarse nada más. Creo que nosotros también deberíamos tocar las puertas y decir: Señores, están funcionando mal.
¿Y eso se hace?
Patricia: No, y es una falla nuestra.
Fuente: Clarín
“La alternativa que tenemos es protestar y seguir produciendo”

El actor y director Ricardo Bartís explica las implicancias sociales y políticas de “Donde más duele”, una obra que argentiniza los contenidos del mito del Don Juan, un tema caro a la dramaturgia.
Por Hilda Cabrera
La obra comenzó a gestarse en el trabajo conjunto con las actrices, “extraordinarias”, como puntualiza el director refiriéndose a María Onetto, Gabriela Ditisheim y Analía Couceyro. A ellas se sumó luego Fernando Llosa. “Este es un trabajo de dirección: de organizar materiales, improvisar y elaborar situaciones de modo que se sostengan por sí mismas y convivan de manera poco solemne –precisa–. Utilizamos dos frases textuales tomadas del Don Juan, de Molière, y otra de Rey Lear, de Shakespeare.” Del equipo participan Jorge Pastorino, en el diseño de luces, y Carmen Baliero, aportando una partitura original. “Le debo gratitud al escritor Ricardo Piglia, quien nos estimuló en nuestro trabajo. Fue muy generoso y entusiasta”, refiere Bartís. En cuanto al título elegido, señala que éste implica una interrogación. “¿Qué es lo que más duele? ¿La sexualidad, el desencuentro, el pasado vivido o este presente de atrocidades y vaciado de mitos?”, se pregunta.
–¿Es que no existen mitos contemporáneos verosímiles?
–Lo que existen son fetiches, sustitutos degradados de mitos.
–¿Como se manifiesta Don Juan en un mundo sin mitos?
–Parecería ingenuo plantear en esta época el tema de la sanción sobre la conducta de Don Juan, pero no la sanción en sí. La sexualidad es uno de los pocos misterios no totalmente develados del ser humano. Un territorio que por un lado nos acerca a lo animal, y, por otro, la conciencia que tenemos de esta zona nuestra nos separa y proyecta a otros ámbitos. En Donde más duele, trabajamos sobre el mito del varón que seduce, promete y no cumple.
–¿En qué sentido esta obra es una reflexión sobre el teatro? ¿El teatro es también un mito?
–Nosotros vamos a la búsqueda de un lenguaje que pueda enfrentar a esta época. El teatro que acumula ciegamente tradiciones castra lo que podría convertirse en elemento de movilización. Ese que tiende a representar y es pedagógico y académico no es más que un mito vencido y moribundo. Expresa una visión conservadora, como la que insiste en presentar a un Don Juan casi operístico. Nosotros decidimos partir de un Don Juan viejo y enfermo. Tampoco es el centro en la obra. Ese lugar lo ocupan tres hermanas que tienen una relación con él. Son las visiones de estas mujeres sobre ese vínculo las que determinan cada situación. El tema es Don Juan, pero no nos quedamos en eso. Es cierto que hay obligaciones que soportar, como algunas reglas escénicas, pero intentamos escapar creando instantes que fracturen el orden del relato, que sean volátiles, poéticos y revolucionarios.
–¿Por qué dice soportar?
–Para los que creen que el teatro es mera representación o ilustración de lo dado, no hay nada que soportar. Pero la visión del teatro que a mí me interesa es la que no parte de algo previo, a no ser ciertas reglas de escena, como las espaciales, por ejemplo.
–Pero se supone que existe alguna idea previa...
–Sí, pero como excusa para desarrollar temperaturas, velocidades y elementos externos a ella. En los ensayos, hubo momentos en que teníamos miles de textos de toda índole, improvisaciones y cosas relacionadas con aspectos de la mitología de los argentinos. Tampoco podía ser de otra manera. Donde más duele sucede en el patio de una casa de Buenos Aires. Los espectadores van a ser ubicados en el patio del Sportivo.
–¿Cómo sería un Don Juan argentino?
–Un hombre arruinado que sufre el desencuentro de sus sueños con la realidad y lo único que le queda es la repetición de una conducta. En la obra está presente la mentalidad del castigo, que requiere de un ritual de muerte. Lo que se debe sacrificar es el cuerpo, en este caso los actores. A través de ellos y de la ficción poética, el teatro enuncia otra realidad. Por eso el teatro es político, y la política, como la religión, utiliza elementos teatrales poniéndolos a su servicio. Las lecturas ingenuas del funcionamiento de lo social no capturan esa cualidad singular y erótica de la ficción ni la naturaleza mentirosa de la política. De lo contrario no nos asombraríamos de que personajes como Menem tengan posibilidades de llegar al ballotage.
–¿Es necesaria la muerte como castigo?
–Los poderosos necesitan sancionar para sostener sus andamiajes. En Donde más duele, lo que cada una de las mujeres piensa de ese hombre es utilizado para ritualizar el castigo y desarrollar un enamoramiento de lo propio, de lo femenino puesto en el otro.
–¿No hay nada romántico en este Don Juan que aquí se llama Reynaldo?
–Ni puede haberlo si lo trasladamos a una sociedad como la nuestra, que repite situaciones a sabiendas de que no existe posibilidad real de cambio. Salvo la percepción de un posible estallido, porque esta experiencia democrática nuestra no es sino el orden que imponen los poderosos. Las brutales represiones del 19 y 20 de diciembre de 2001 demuestran que podemos protestar, pero que eso tiene un límite. A diferencia de los siniestros personajes que componen nuestra dirigencia, muchos otros argentinos guardan nociones de progreso social que chocan con la codicia de poder de esa dirigencia. Vemos que esos modelos de vida fundacionales que a algunos nos inculcaron desde que éramos chicos han estallado. La alternativa es protestar, y seguir produciendo, porque la Argentina se sostiene por la gente que trata de hacer lo que cree que debe, y no por esa otra nefasta a la que no hay que perdonar. En esto, uno tiene un gran desencuentro entre las vivencias internas y la realidad.
–¿Cree que hay conciencia de ese desencuentro?
–Quienes sostienen un pensamiento tradicional progresista no leen correctamente la realidad cuando se angustian ante la posibilidad de acceso al poder de personajes detestables. Pero se acabaron las dudas. Sabemos que no es privativo de Menem la exhibición de su propia corrupción. Los capos del mundo lo hacen sin problema, y no les va mal. Causa horror el sufrimiento y la muerte de las víctimas de la guerra en Irak y las del atentado a las Torres Gemelas, pero también la imagen de Bush abrazado a los bomberos sobre un terreno sembrado de escombros y muertos debajo, prometiendo revancha, alardeando seguridad y sonriendo.
Fuente: Página 12
miércoles, 2 de abril de 2003
Una fiesta del teatro por la Paz
Mendoza (enviado especial).- Desde donde se observe el horizonte en la capital mendocina, la mirada se encuentra invariablemente con la belleza de la Cordillera de los Andes, imponente y majestuosa. Tal persistencia se suma, por estos días, a otra: la de la comunidad teatral argentina, que reunida en esta ciudad, noche tras noche se manifiesta por la Paz y en contra de la guerra en Irak. Esta consigna que privilegia la creatividad por sobre la destrucción y la muerte configura de alguna manera la marca y el emblema de la 18º Fiesta Nacional del Teatro, que en medio de las convulsiones del 2003, tiene como sede aireada a la tranquila y poblada de verdes y ocres Mendoza. El teatro de todo el país se ha dado cita aquí.
Grupos de la misma Mendoza (presenta "Rápido nocturno", de Mauricio Kartún, con entusiasmo y carencias), Corrientes (trajo un unipersonal bastante interesante, "Un mundo raro", de Thierry Calderón de la Barca) y de Buenos Aires (la cáustica "Perras", de Claudio Martínez Bel, Néstor Caniglia, Enrique Federman y Mauricio Kartún, inauguraron el miércoles 26 de marzo la Fiesta que habrá de prolongarse hasta el 6 de abril con distintas actividades que incluyen, además de las funciones teatrales, en diversas salas de la capital y en San Rafael, talleres, conferencias y actividades complementarias.
El "staff" de esta Fiesta contempla la realización de 34 espectáculos, entre obras de autor, creaciones colectivas, proyectos de investigación a partir de textos extrateatrales.
Además de las provincias participantes ya nombradas, se suman a este festejo del teatro, Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos, Río Negro, Chubut, Neuquén, Santa Cruz, Tierra del Fuego, La Pampa, Jujuy, Tucumán, Catamarca, Santiago del Estero, Salta, Misiones, Chaco, Formosa, San Juan, La Rioja y San Luis. Serán 12 los días intensísimos para el teatro nacional. Dejamos intencionalmente para el párrafo final la participación de un grupo platense, que lamentablemente no podremos aprecias, pues nuestra estadía en Mendoza acaba el domingo 30 y el Grupo de Teatro "La Gotera" -de él se trata- se presenta el 3 de abril. La Plata acerca a Mendoza "El claudicante", de Febe Chaves, que ya ha sido representada entre nosotros y que, a no dudarlo, aportará con su estética y propuesta ideológica un brillo más a los múltiples resplandores del teatro de todo nuestro territorio nacional, esta vez más que nunca haciendo votos para una Paz que se ha vuelto reticente en la zona de conflictos. Nuevamente el compromiso del arte y los teatristas eleva su voz en defensa de la condición humana.
Fuente: El Día
jueves, 27 de marzo de 2003
Una obra platense en dos festivales internacionales
Catani cuenta que la obra fue seleccionada por los programadores de esos festivales cuando la vieron en Alemania y se interesaron mucho en la propuesta. "Esta es prácticamente una forma de vida para los que hacemos teatro en la Argentina, porque no hay muchas posibilidades de subsidio para el teatro experimental. En estos festivales no sólo se encargan de pagar los gastos de traslados y estadías sino que también de realizar la producción".
La directora explica que el éxito de este tipo de obras surge porque el énfasis está puesto en la actuación. "Cuando existen carencias económicas, los que hacemos teatro experimental no tenemos otra alternativa que realizar producciones a bajo costo, con escenografía despojada y pocos elementos. A partir de esa carencia, cuando hay una propuesta que se sustente, el eje pasa por una actuación muy fuerte que exige una gran cuota de verdad. El actor trabaja en espacios reducidos, con el público muy cerca y eso le confiere una gran potencia a la obra. Lo que se busca es que el público se sienta 'golpeado' en sus sentidos más que en su comprensión racional".
"Ojos..." es una obra compleja que requiere un espectador atento y muy abierto a dejarse llevar por los estímulos sensoriales que se proponen. De forma sutil plantea un juego entre el mundo de la fantasía y el real. La historia problematiza sobre quienes somos, el mito del nacimiento, la confusión de los roles familiares, pero también hace hincapié en la relación del hombre con la madre tierra, a la que se la presenta devastada y por lo tanto lo único que queda son viejos relatos que hablan de una prosperidad pasada.
"Me produce mucho placer cuando en el espectador entra en juego todo lo que le propone la obra y tiene la sensibilidad de poder armar en su cabeza una imagen propia. 'Ojos...' no tiene una única lectura posible, sino que está construida con capas muy barrocas y distintos niveles de comprensión. Pero no se trata de una obra hermética donde nadie entiende nada, al contrario el espectador queda incluido y puede gustarle o no, pero no ser indiferente", agrega.
La obra cuenta con las actuaciones de Paula Ituriza, Blas Arrese Igor y Ricardo González, la iluminación de Gonzalo Cordova, la música de Carmen Balliero, la escenografía, dramaturgia y dirección de Beatriz Catani, la asistencia técnica de Margarita Dillon y la asistencia de dirección de Jazmín García Sathicq.
Fuente: Diario El Día
miércoles, 26 de marzo de 2003
Después de la Vendimia, una gran fiesta teatral

Por Hilda Cabrera
Foto: Un pasaje de la puesta de “El grito”, que representa a Tucumán.
Entre los artistas participantes se encuentra el autor, actor y director Eduardo Bonafede. Este arquitecto rosarino, radicado en el sur, mostrará junto al elenco de Tres x Tres, en representación de Tierra del Fuego, Banderita mía, retrato del dolor y de los ideales perdidos de un padre ante el cuerpo muerto de su hijo. Otro calificado aporte hará el grupo Fra Noi de Córdoba con La Friche, creación colectiva sobre los carnavales de Colonia Caroya. Neuquén se hará presente con Esas eran hadas, pieza destinada al público infantil. La dirige su autor, Javier Swedzky, junto a Dardo Sánchez. Interpreta el elenco de la Escuela Provincial de Títeres, conducida por Jorge Onofri, artista con experiencia en el Marionet Teatret de Suecia. La otra propuesta neuquina pertenece a Fernando Aragón, quien aplica técnicas del teatro antropológico de Eugenio Barba. Presentará La noche devora a sus hijos, de Daniel Veronese, actuado por Maite Aranzábal (del grupo Después de Todo).
Jamuychis (El grito) es el resultado de una investigación de Patricia García, también intérprete junto a Flavia Molina. Esta obra representa a Tucumán, al igual que Mujercitas eran las de antes, de Graciela Cabal y puesta de Jorge Pérez Lucena (h) (grupo Mandrágora). El gorro de cascabeles, de Luigi Pirandello, es otra contribución de Rafael Nofal, director del elenco de la Universidad de Santiago del Estero que viene realizando montajes de teatro político. Betty Good, del chaqueño Daniel Sasovsky, se enmarca en la línea del humor absurdo con influencias del teatro de Copi. Este es un trabajo de Marcelo Padelín y su grupo Actores Unidos de Chaco. El sanjuanino Juan Carlos Carta y el mendocino Walter Neira presentarán La causa (obra de la que Carta es autor junto a Eduardo Rodríguez) y La edad de la ciruela (por la compañía Sobretabla), del mendocino-ecuatoriano Arístides Vargas, todos ellos renovadores en sus respectivas provincias.
El entrerriano Teatro del Bardo mostrará El hombre acecha, de Gabriela Trevisani y Valeria Folini, la historia de dos mujeres que se encuentran en la sala de espera de una cárcel. Una es Josefina, esposa de un poeta preso, y la otra, Milagros, una muchacha que aparece vestida de novia. Dirige Gustavo Bendersky. El Grupo Libres de Río Negro llevará U-27, una tragedia radial, inspirada en la novela 1984 de George Orwell. Dirigen Luis Sarlinga y Pablo Otazú. La problemática de la salud es el tema de Fragmentos hospitalarios, creación colectiva de Efectos Colaterales de Chubut. La dirección pertenece a Nelda Scoltore y María E. Guitart.
La programación continúa con El Corso, de Manuel Cruz (por Ideart, de Santa Cruz, dirigido por Mario Morici); Postales argentinas, de Ricardo Bartís (grupo Uñaiche Auka, de La Pampa, dirigido por Isabel Montesi y Luis Maza); Cachafaz, versión y dirección de Miguel Pittier de la obra homónima de Copi, representando a Buenos Aires, lo mismo que Mujeres soñaron caballos (sobre dramaturgia y dirección de Daniel Veronese), y Perras, dirigida por Enrique Federman. La provincia de Buenos Aires participa con El claudicante, de Feve Chaves (por La Gotera de La Plata), Sueño de una noche de verano, versión de William Shakespeare, según una puesta deNelson Valente (Banfield Teatro Ensamble, de Lomas de Zamora); La secreta obscenidad de cada día, de Marco Antonio de La Parra, por Equipo La Granada, de Mar del Plata, dirigido por Hugo Kogan.
Hasta probar lo contrario es el título de un espectáculo de danza proveniente de Jujuy. Dirige el elenco Emilce Scilingo. La Comedia Municipal de Catamarca llevará una versión de La vuelta al mundo en 80 días, de Julio Verne. La dramaturgia pertenece a Víctor Hugo Cortés y la dirección a Leonardo Gavriloff. Divorciadas, evangélicas y vegetarianas, de Gustavo Ott, es la apuesta del Teátrico Suburbano de Salta, conducido por Daniela Villalba. Otros títulos de la programación son El juego del poder, de Azucena Fontán (por El Antifaz, de Misiones); Matar (creación colectiva), por la chaqueña Fábrica de Artes, dirigida por Alejandro Parmetler; Dionisia, la menor, de Mauro Santamaría, por el grupo Litea de Formosa, que lidera Aldo René Cristanchi; Un mundo raro, de Thierry Calderón de la Barca, por el equipo correntino El Aleph; El velero en la botella, de Jorge Díaz, por El Candado Teatro de San Juan, dirigido por Ariel Sampaolesi; y Yezucristi, de Daniel Acuña Pinto (Kamar de La Rioja); Agosto, de Sergio Martínez (La Libélula de Mendoza), obra inspirada en la villa La Favorita y en el cura Contreras, trabajador social. Dirigen Adriana Gigena y Claudio Martínez. También Rápido nocturno, aire de foxtrot, de Mauricio Kartun (compañía Las Sillas de Mendoza, conducida por Darío Anís); y La verdadera historia de la aparecida embarazada, de Javier Vivas y Luis Palacio por La Cosa de San Luis, obra que cruza estéticas teatrales y televisivas.
Fuente: Página 12
miércoles, 19 de marzo de 2003
Se conocieron los ganadores de la Comedia Municipal
El jurado, que este año estuvo compuesto por Raúl Dargoltz, Néstor Amarilla y Cecilia Cenci, premió en el rubro infantil a las obras "Circo en pequeña escala", del grupo Allegreto; "El Avaro", del grupo Los Trotamundos; "Un vagón de Canciones", del grupo homónimo; y "Hecho a mano", del grupo El Sombrero. En esta categoría se seleccionó como ganadora suplente a la obra "Príncipe y mendigo", del grupo Teatro Estudio.
En el rubro adultos, los ganadores fueron "El Claudicante", del grupo La Gotera; "La excelente y lamentable tragedia de Romeo y Julieta", del grupo Staccato; "Tres, tres, tres", del grupo La Gotera; y "Buenas gracias, muchas noches", del grupo Ridiculum Vitae. En este caso, el grupo ganador suplente fue Vuelve en Julio por su obra "In-partibus Infidellium".
Fuente. El Día
martes, 18 de marzo de 2003
PERSONAJE:STEFAN KAEGI Un animal de teatro
Qué tienen en común un joven alemán, una iguana, dos tortugas, una perra y unos cuantos conejos? La respuesta es simple: todos son parte de ¡Sentate! - Un zoostituto de Stefan Kaegi, la obra que se estrenará el sábado 22 en el teatro Sarmiento, ubicado en el Jardín Zoológico, valga la redundancia.
La "culpable" de haber juntado a este grupo tan dispar es Vivi Tellas, la directora del Centro de Investigación del Complejo Teatral de Buenos Aires. La funcionaria ideó el año pasado el ciclo Biodrama, una propuesta que intenta poner en escena historias de personas argentinas vivas.
El joven alemán Stefan Kaegi, de 31 años, es el director y autor de ¡Sentate!. Se encuentra en Buenos Aires desde diciembre, cuando vino a participar en un seminario sobre teatro. Llegó invitado por el Instituto Goethe, y enseguida comenzó a trabajar en la obra. Al igual que su anterior trabajo en la Argentina —el director ya había montado Torero portero en Córdoba—, decidió dejar afuera a los actores: sólo mascotas y sus dueños protagonizarán ¡Sentate!.
¿Cómo se te ocurrió hacer esta obra?
La temática surgió cuando abrí esa puerta y vi el zoológico acá atrás.
Stefan señala la salida lateral del teatro, que da a un patio que está pegado al zoo porteño, desde donde se ve y se escucha a todo tipo de animales. Sentado, junto a sus nuevos "actores", Kaegi se divierte al ver a dos conejos intentando consumar un amorío.
¿Qué cosas te interesan contar con ¡Sentate!?
Básicamente lo que está sucediendo ahora, aquí, con el perro que mira al conejo. ¿No es grandioso el teatro de los bichos? Los animales son como pantallas para nosotros. Proyectamos en ellos nuestras ideas y fantasías. De alguna forma, el ser humano se prolonga en su bicho.
Para armar la historia, el director investigó en la Rural; "pesquisó", como él dice, a los paseadores de perros que andan por ahí y se interesó en los test de inteligencia de los monos. "No sé por qué la gente tiene animales", comenta en un español fluido, y agrega: "A mí me interesan ciertas intimidades que tienen las personas con sus animales. Hay de todo".
Para reclutar a su elenco, Stefan utilizó la misma estrategia que para Torero porte ro: publicó un aviso clasificado en Clarín a principios de enero, sin demasiadas pistas al respecto. Acudieron más de 40 postulantes, y finalmente quedaron cuatro personas y sus mascotas. Por ejemplo, está Enrique Santiago, desocupado de 67 años, con Julieta y Manolo, sus tortugas. También Stella Maris Romero, ama de casa de 53, junto a Garotita, su perra. Y Martín Fernández, el dueño de Lacan III, la iguana que ya rasguñó a Kaegi en una oportunidad. "No sé cómo va a ser la obra. El prueba y prueba, pero recién esta semana vamos a conocer el contenido", cuenta Stella Maris.
¿Por qué trabajás otra vez con gente que no tiene experiencia actoral?
Me interesan mucho las personas como Enrique, quien cuenta con su cuerpo un montón. Porque no es un actor formado. El sabe contar chistes o historias, pero su cuerpo se mueve de una forma diferente a la que él quiere.
En anteriores reportajes, Stefan contó que alguna vez estudió periodismo. "Mi trabajo es mucho como un periodista (sic), sólamente que yo puedo mentir. Supongo que tú no puedes".
¿Pensás que ningún periodista miente?
Espero que no (risas). Yo tengo otros medios. Puedo mezclar. Trabajo con video para documentar historias, con palabras y con signos de teatro. Hay cosas que sólo se pueden hacer en teatro. Me interesa la tensión de cuando un golpe (aplaude) puede cambiar la obra. Aquí mucho más, porque un movimiento brusco puede hacer que la iguana se suba a la cortina y no baje más.
Ahí anda Stefan Kaegi entre gente común y sus mascotas, tratando de no aburrirse nunca.
¿No es posible que este tipo de experiencias termine por aburrirte?
Debería decir que no, porque siento que no es ni un poco lo mismo que hice con los porteros. Pero claro que hay sistemas que uno repite porque vio que funcionaron. Eso a veces me asusta un poco. Por eso el próximo trabajo, en Hannover, va a ser con actores.
Fuente: Clarín
martes, 4 de marzo de 2003
Federico León, en la huella de Dostoievski

Ensaya "El adolescente", obra inspirada en novelas del autor
Entre los proyectos que este año se darán a conocer en el Complejo Teatral de Buenos Aires y que han comenzado a ensayarse en el San Martín figura "El adolescente", trabajo dirigido por Federico León inspirado en novelas de Feodor Dostoievski. El espectáculo se verá en Buenos Aires a fines de julio, pero antes se ofrecerá en el Kunster Festival des Arts, de Bruselas (Bélgica), en el Hebbel Theater Festival de Berlín (Alemania) y en el Holland Festival de Amsterdan (Holanda). La gira se iniciará el 21 de mayo.
"El adolescente" es la cuarta producción artística de León (en teatro creó "Cachetazo de campo", "1500 metros sobre el nivel de Jack" y en cine "Todo juntos" -sic-), y su concepción, como en las anteriores, resulta de un largo proceso creativo. El autor y director se muestra por eso algo agobiado. Cuenta que lleva cerca de un año y medio de ensayos y aún no conoce el final del espectáculo. Pero eso siempre ha sido así, como su forma pausada de hablar sobre su trabajo o las largas pausas que hace durante la conversación porque se toma su tiempo para pensar lo que va a decir.
El día de la entrevista con LA NACIÓN, León estaba casi sin dormir. Cuenta que la noche anterior se despertó muchas veces: "Di vuelta el colchón, cambié las sábanas y nada". Inmediatamente habla del teatro que vio últimamente. Nada lo satisface. En su relato hay cierto enojo. Y tal vez por eso durante toda la entrevista repite una palabra: "proceso". Para él no hay otra manera de entender la creación teatral. "Me gusta producir cuando tengo ganas y el tiempo es el que requiere la obra. No me interesa hacer una obra, sino atravesar un proceso de investigación, no quiero que el resultado sea simplemente esa obra."
León leyó a Dostoievski cuando era adolescente y muchos de los textos que subrayó entonces hoy le sirven para construir esta experiencia. En "El adolescente" usa fragmentos de la obra homónima, "Los demonios", "Humillados y ofendidos", "El idiota", "El eterno marido" y "Los hermanos Karamasov". "No hacemos un trabajo sobre el autor -aclara-, hacemos asociaciones y luego improvisamos. Por eso no aparecen sus personajes ni tampoco ninguna situación concreta de alguna novela."
El espectáculo muestra tres adolescentes y dos adultos que se infiltran en el mundo de los primeros. Uno de esos mayores quiere adquirir la energía adolescente que, según explica el director, "tiene que ver con volver a sudar, a cansarse, a apasionarse por algo, a enamorarse, a perder la cabeza. Dostoievski tiene una especie de locura romántica que me interesa. Sus personajes están continuamente confrontándose y poniéndose a prueba, sus comportamientos son adolescentes".
Al director también le interesa algo mucho más profundo quizá, lograr lo que él define como el "travestismo" de Dostoievski. "Pareciera -aclara- que sus novelas están escritas por los personajes, hay ahí una especie de presente que me interesa trabajar en el teatro. Sus obras parecen avanzar más a partir de lo que les sucede a los personajes que por la historia en sí misma. Por eso en mi obra busco que los actores se apoderen del relato y de la estructura de la pieza. Propongo un texto y éste se irá modificando en relación con lo que está en juego y la interacción de los actores en el espacio. Cuando leo una novela de Dostoievski siempre siento que se crea un presente, algo sucede ahí, en el momento en que abro el libro y lo leo. Y después eso me lleva a otro lugar que no sé cuál es. En el teatro debería pasar lo mismo. Si no, una obra no podría designarse como teatral."
Esta propuesta está muy ligada a una experiencia personal de León. No quería dirigir un texto suyo sino trabajar sobre otro autor. El no es un escritor activo, sólo escribe cuando va a producir un nuevo trabajo. Así fue con "Cachetazo de campo" y también con "1500 metros sobre el nivel de Jack". Su tercera obra, "Ex Antuán", sólo está publicada y cree que nunca va a montarla. Algo similar sucede con la experiencia cinematográfica. Por el momento no piensa en volver a un guión cinematográfico. Tuvo ganas de hacer "Todo juntos" y lo hizo. La película hoy circula por algunos festivales internacionales y se estrenará en octubre en Buenos Aires. Las funciones se concretarán en el Malba, los fines de semana. "Lo que pasa -cuenta- es que, una vez que filmaste, eso queda ahí y podés ir a verla y reconocer lo que sucede con los espectadores. En el teatro en cambio todo es diferente. Elegís relacionarte con un grupo de gente por lo menos durante tres años. Vas a ver las representaciones y estás permanentemente nombrando lo mismo de diferente manera para que eso siga sosteniéndose. Continuamente estás revitalizando un trabajo."
El año pasado Federico León fue convocado para participar de una experiencia de trabajo junto al director norteamericano Bob Wilson. El director ha creado un centro de experimentación en los Estados Unidos en el que busca que diferentes creadores artísticos desarrollen sus proyectos ahí. León viajó primero durante tres semanas, luego una semana, y resta un nuevo encuentro. Por ahora -salvo algunos encuentros esporádicos con Wilson- sólo ha visto la metodología de trabajo del director. Particularmente los comienzos de ensayo de "Leonce y Lena", de George Büchner, que montará en Berlín, Alemania. Oportunamente, Bob Wilson verá la puesta de "El adolescente" y el Centro a su cargo coproducirá un próximo espectáculo de Federico León.
Al creador argentino estos encuentros no lo movilizaron demasiado. "Yo estaba muy cargado con lo que estaba haciendo y es muy difícil que una persona se pueda abrir cuando está en pleno proceso. Además mi lugar fue de observador pasivo. Y lo que vi del trabajo de Wilson es totalmente opuesto a lo que hago. Y confirmé algo, que la obra siempre refleja un proceso. El ensaya en un espacio enorme, entra y sale de los ensayos y los actores no saben si está o no porque se relacionan con asistentes. Y esa relación de distancia es la misma que se produce después en sus espectáculos. Nosotros, en cambio, estamos todos en un espacio chico, atravesamos ese espacio y hay una interacción que después se traslada al espectador. Mi relación con el espectáculo será después la relación que establezcan los espectadores con mi obra."
León se detiene en algo que le resulta llamativo como creador. "Wilson está muy jerarquizado, no rebota con nadie. Y eso es lo que me interesa, poder encontrarme en lugares diferentes. Así como el actor tiene que resbalar y tiene que poder encontrar esos lugares inesperados para él, el director tendría que estar observándose y trabajar en contra de sus tendencias y lograr mantener un intercambio con los actores, el asistente, el escenógrafo. En Estados Unidos sólo vi la puesta en escena de las ideas de una persona a quien respetan mucho, entonces cada una de sus palabras es sagrada."
-¿Te suele pasar eso cuando te encontrás con un maestro de la generación del 70, como en este caso?
-Creo que la formación más importante tiene que ver con el hacer y atravesar un proceso creativo. Este tipo de contactos no me genera mucho interés. También es cierto que es difícil saberlo inmediatamente. Pasa lo mismo cuando estás ensayando, la ficha cae después, la cosa funciona como acumulación y nunca sabés cómo decantará. En general soy bastante negativo. Digo, `no, esto no me aporta nada´, pero en verdad no sé qué pasará. Quizás en unos meses algo suceda.
En principio, se va a producir el estreno de "El adolescente" y seguramente como el autor y director relaciona ese tiempo vital con "creencias, apasionamiento y hasta con perder la cabeza por cosas insignificantes", todo su mundo interior va a estar a pleno sobre el escenario y hasta tal vez encuentre algo que además busca, un guiño cómplice con el espectador, pero que tenga un carácter definitorio.
sábado, 1 de marzo de 2003
Mujeres Soñaron Caballos

Elenco: Jimena Anganuzzi, Fernando Llosa, Osmar Núñez, Silvina Sabater, Marcelo Subiotto, Julieta Vallina.
Lugar: El Camarín de las Musas (Mario Bravo 960 - 4862-0655)
Horario: Viernes y sábados a las 23 horas
Precio de las localidades: $10.- y $ 5.- a Jubilados y estudiantes.
Sinópsis:
Ivan, Rainer y Roger son tres hermanos. Lucer, Urica y Bettina sus respectivas parejas. Rainer, menor que Iván y mayor que Roger, es el encargado del negocio familiar que ha heredado por la muerte del padre. Es para hablar de un tema concerniente a la empresa que las tres parejas se reúnen luego de largo tiempo. En principio, la reunión se plantea como formalmente amigable, aunque los personajes dejen entrever un trasfondo oscuro en sus relaciones. Con el transcurrir de la obra las diferencias entre todos los presentes empiezan a aflorar cada vez más hasta que la reunión se torna tan incómoda como dolorosa.Dirección: Daniel Veronese.
Otros datos:
Reposición: Sábado 1° de marzo de 2003 a las 23 hs.
Fuente: duchezarate

jueves, 30 de enero de 2003
En busca de un ser humano nuevo

Nuestra opinión: bueno.
El espectáculo fue concebido a pedido del Wiener Festwochen de Austria, y estrenado en ese festival en mayo de 2002. La propuesta parte de una pieza escrita en cinco actos, un prólogo y un epílogo, “La última noche de la humanidad” del austríaco Karl Kraus. Texto imposible de llevar a escena que fue escrito casi en su totalidad durante la Primera Guerra Mundial y que muestra a pleno el pensamiento de su autor. Un visionario que en las primeras dos décadas del siglo XX pudo imaginar cómo sería el mundo contemporáneo, sobre todo después y a causa de las guerras.
Kraus escribía un periódico que se llamaba La Antorcha, en él bajaba su pensamiento y no aceptaba otros escritos que no fueran los producidos por él. Lo leían los intelectuales de su época: Sigmund Freud, Alban Berg, Bertolt Brecht, Walter Benjamín y Theodor W. Adorno, entre muchos otros. Tenía tantos enemigos como detractores. Y si lo vemos desde este presente debemos afirmar que pocos como él intuyeron que el mundo iba hacia la barbarie, la degradación del ser, la devaluación del lenguaje, la decadencia de los medios de comunicación.
“La última noche de la humanidad” es un texto muy emblemático. Para concebirlo, Kraus no hizo más que escuchar las distintas voces de su sociedad. Porque indudablemente cada quien opinaba, a su manera y desde su posición cultural, sobre la guerra que estaba por estallar. El tomó todas esas voces y armó su texto. Convencido, además, de que los medios de comunicación eran capaces de anular el pensamiento general en su alabanza a la guerra. Llegó a decir: “Al principio era la prensa, después apareció el mundo”. Y como las voces eran tantas, en su pieza están todos los géneros y todos los estilos, conviven la risa con el horror.
Kraus fue tan visionario que en el prólogo de su obra escribió sobre la falta de posibilidades de estas sociedades por comprender lo suyo. Porque, según decía, su pieza estaba escrita con sangre y eso nadie iba a poder soportarlo. “Y el contenido –agregaba– es el de todos estos años irreales, impensables, inasibles para una mente despierta, inaccesibles para la memoria.”
En verdad no estuvo mal que los productores vieneses buscaran recuperar un material tan escondido como “La última noche de la humanidad”. Posibilita enfrentarnos a una verdad: al cabo de las décadas no hicimos más que matarnos unos con otros, estúpidamente (esta última palabra le gustaba mucho a Kraus). Después de la Primera Guerra Mundial vinieron muchas guerras y según parece faltan muchas más. El gran tema es ¿cómo estamos en estos tiempos? ¿Qué voces podrían hacerse cargo hoy de esa representación? ¿Hay tantas voces como en el tiempo de aquella preguerra en Viena?
Opereta decadente
En su puesta El Periférico de Objetos parecería decir que no. Es más, ni siquiera les interesa tomar todo el texto. Se quedan con las ideas, muchas imágenes, con el sarcasmo de Karl Kraus y muestran una primera parte de opereta –por cierto muy decadente– sombría y hasta desafiante, y otra segunda donde la actualidad –este presente– no aporta muchas posibilidades.
En la primera aparecen unos hombres y mujeres después de la guerra, mezclados con el barro, intentando sobrevivir a la destrucción y a la muerte. Todo parece haber terminado, pero a la vez todo parece empezar.
Cuando llega la segunda parte –después de veinte minutos de intervalo en los que mientras uno puede tomar algo escucha una voz en off que habla de los horrores de la guerra, y uno escucha y dice: “¡Qué terrible!”, pero sigue hablando o sigue tomando– muestra a los cinco actores en un ámbito totalmente blanco. Allí experimentan con ellos, con los restos de aquella civilización. Una sociedad avanzada parecería investigar qué puede pasar con lo que quedó. Y pasa lo mismo. Todos se destruyen. Sólo queda un hombre y una mujer. ¿Todo volverá a empezar?
Indudablemente, mucho ha cambiado desde los tiempos de Kraus. Todo ha sido mayor degradación. Y encima en esta parte del mundo nos obligan a hablar en inglés. El mapa de la Argentina aparece en el interior de la puerta de una heladera (¿se habrá congelado?) y se baila el tango casi desnudo y sin pasión. Pero a la vez todos los objetos de consumo nos dominan, no nos dejan hablar, pensar, actuar, pensar, discernir, pensar, hablar en español, pensar. Tenemos hambre, pero la televisión no hace más que mostrarnos a chefs preparando exquisiteces. Habitamos ese espacio, en el que por otro lado no hay pasión posible. Y la vida se perdió... tal vez en tiempos de Karl Kraus.
Pero a la vez esta experiencia no está lejos de ese hombre. El mismo Kraus escribió en su época (1920) frases como: “Mientras más cerca vemos las palabras, desde más lejos nos hablan” o “Nunca antes había visto tal militancia en la banalidad como ahora”.
El Periférico se Objetos sigue esa línea.Y es extraño dentro de sus trabajos. Pero hay que tener en cuenta que desde “Monteverdi, método bélico” la compañía ha modificado, y mucho, su búsqueda. Cada vez son más actores, cada vez se dejan manipular más por los objetos (ellos que manipulaban objetos como nadie), cada vez son más siniestros al hablar de un presente que sólo expone la destrucción del hombre. Como espectadores estamos participando del cambio de una de las compañías más fuertes de Buenos Aires. La misma que en los años 90 representaba, ellos desde afuera, como actores, el “Acto sin palabras”, de Samuel Beckett, pero que hoy demuestra que el ser humano ha caído en la misma trampa.
Aquel muñequito del espectáculo “Variaciones sobre B...” se llamaba Fernández. Hoy, según el grupo, todos somos Fernández, hasta los propios intérpretes. ¿Dónde está Karl Kraus?, en un ideal: “Si no puedo seguir adelante –escribió el autor– he topado seguro con la pared del lenguaje. Y, entonces, me retiro sangrando, y quiero seguir adelante”. Pero mientras tanto –puede agregarse– busco, investigo, lo intento, en una de esas aparece otro hombre.
Carlos Pacheco
Se repone otra obra de El Periférico
martes, 21 de enero de 2003
“Lamentablemente, somos parte del establishment”

Por Cecilia Hopkins
El espectáculo que se estrenará el sábado toma como eje fundamental a la mencionada obra de Kraus, una tragedia en cinco actos, con prólogo y epílogo que ocupa unas 600 páginas, y que según Wehbi “hace una crónica del universo austríaco de la pre-guerra, en el que Viena aparecía como el centro del mundo”. Pero el director y actor aclara que El Periférico se inspiró en el clima que presenta toda la producción del autor austríaco, “un personaje anti-todo, una especie de justiciero que estaba en contra de la intelligentzia vienesa, que denunció con una sátira feroz los mecanismos de propaganda y la industria montadas a favor de la guerra, así como la imbecilidad y la ceguera del Imperio Austro-Húngaro”, según define.
Nacido en el seno de una familia judía que se trasladó a Viena cuando él era niño, Kraus (1874-1936) se dedicó desde muy joven a la escritura satírica, empecinado en criticar las costumbres de su ciudad de adopción, centro artístico e intelectual de la época de Francisco José I, la misma de Sigmund Freud, Arnold Schönberg y Alban Berg. Las controvertidas apariciones públicas de Kraus y sus textos actuaron a modo de conciencia crítica: el escritor saltó a la fama con la publicación de su artículo “La literatura demolida”, en el que, a raíz de la demolición del por entonces famoso café Griensteidl (Megalomanía, en alemán), criticó a muchos de los artistas plásticos, escritores y gente de teatro que solía reunirse en torno a sus mesas. Las ironías de Kraus subrayaron las ansias de reconocimiento público de muchos de sus asistentes, quienes parecían más preocupados por hacerse ver en el café que por dar a conocer sus obras. “Allí se recogerán con prisa –escribía– todos los utensilios de la literatura: falta de talento, poses, manías de grandeza, chicas de suburbio, corbatas, amaneramiento, monóculos y nervios secretos.”
A los 24 años, Kraus –que disertaba acerca de la pureza de las palabras y la impureza del discurso público– comenzó a editar La Antorcha, una revista de aparición quincenal que salió 12 años consecutivos, en la que aparecieron artículos de Frank Wedekind, Franz Werfel y August Strindberg, entre otros. Hasta que no aceptó más colaboraciones de nadie y se dedicó a sacar la revista él solo sin ni siquiera llegar a contestar las cartas de sus lectores. Por aquellos años, también organizó conferencias en las que leía sus escritos con vehemencia teatral: aseguraba ser “el primer caso de escritor que vive lo que escribe como un actor de teatro”.
–¿Cómo surgió el proyecto de hacer “La última noche...”?
–El Wiener Festwochen nos propuso producir una obra y nos dio a leer La noche italiana, de ödön von Horvarth, un material que, aunque tiene que ver con el pensamiento progresista, no nos interesó. Como siguieron insistiendo, luego de algunas conversaciones surgió el nombre de Kraus.Nosotros conocíamos el texto y enseguida aceptamos porque pensamos que una obra que tiene mil y pico de personajes es pertinente a nuestro “mundo Periférico”: es una obra que lleva implícito un monstruo y necesita una adaptación. Así que la dividimos en dos partes: la primera tiene un clima de posguerra o post-humanidad, pero con un formato humorístico. La llamamos “Opereta apocalíptica e hidrocefálica”, en referencia a la idiotez que manifiestan los personajes de Kraus. Por otra parte, encontramos que la opereta (un género ingenuo y muy popular en Austria) tiene un estilo de música en el que, al primar el sonido del acordeón, nos permitía incluir al bandoneón como un sonido afín. Para “White room”, la segunda parte, el espacio se renueva y aparecen personajes que pueden ser sobrevivientes en un bunker o seres destinados a pruebas de laboratorio. Sobre ellos actúan unos personajes que parecen seres extraterrestres o una especie de Big Brothers orwellianos que obligan a todos a hablar en inglés.
–¿Existen diferencias entre la obra estrenada en Viena y la que presentarán aquí?
–Para su estreno nosotros buscamos tematizar en la obra una situación que vincula estéticamente el norte con el sur y que tiene que ver con los festivales teatrales de Europa, que fueron imponiendo modas y exotismos destinados a satisfacer a su público. En una época se había impuesto Asia, luego el universo musulmán, después descubrieron Latinoamérica, y la Argentina, con sus puestas de “caja de zapatos”, como las llaman ellos, es decir, espectáculos pequeños, ubicables en cualquier espacio y con un nivel de producción muy barato para Europa. Así empezamos a viajar nosotros, así como el teatro de Ricardo Bartis, Federico León o Beatriz Catani. Creemos que en los festivales europeos se pone en juego una mecánica mercantilista y que, de algún modo, nosotros sabemos que estamos siendo comprados. Pero en la versión que estrenamos acá, sacamos esa crítica a la compra-venta de espectáculos, de manera que lo que se vea podrá ser tomado más como una crítica a la globalización.
–¿El teatro debería estar subsidiado?
–Los subsidios son vitales para el ánimo de los que hacen teatro: es poco dinero el que se reparte, pero si no se tiene nada, todo es mucho más difícil. Creo que el teatro debe ser subsidiado por el Estado o por fundaciones privadas. Debería ser fomentado todo aquel que lo merece, a partir de una selección hecha por un jurado respetable que tenga en cuenta la importancia que significa la idea de renovación. Lamentablemente, somos parte del establishment teatral y por eso sé que si pido un subsidio, voy a tener muchas más oportunidades de ser favorecido que otros. Hablar de un diseño de política cultural y no hablar de dinero es muy difícil. Más allá del tema económico, creo que en un hipotético plan cultural estaría a favor de fomentar un internacionalismo en el arte, que de ningún modo tiene que ver con la globalización sino con un arte sin fronteras que no pierde sus raíces.
Fuente: Página 12
jueves, 16 de enero de 2003
PREMIOS CLARIN ESPECTACULOS: GRISELDA GAMBARO El desafío permanente de hacer teatro
Ivana Costa
Decir que Griselda Gambaro es la más importante autora teatral argentina, si bien es cierto, no es una buena definición porque no expresa toda la verdad. El lugar de dramaturga mujer no es el sitio que Gambaro haya buscado enfatizar. Aunque muchas de sus obras fueron puestas en escena por mujeres —principalmente por Laura Yusem, también por Helena Tritek— esta elección estuvo siempre determinada por razones de calidad y afinidad estética. La importancia de Gambaro no está dada por su género femenino: Gambaro es una de las voces más fértiles y sobresalientes del teatro argentino.
Gambaro nació en 1928 en La Boca, en una modesta familia de inmigrantes. En 1955, junto a su marido, el escultor Juan Carlos Distéfano, fijó residencia en Don Bosco, al sur del Gran Buenos Aires. En cierto modo, la relación de Gambaro con el ambiente teatral local es análoga a la situación de relativa periferia de su morada, acentuada por su confesa reticencia al uso de contestador telefónico, fax, internet y demás instrumentos de la comunicación. Aunque casi todas sus obras fueron estrenadas, Gambaro no es una típica teatrista que frecuente sótanos, talleres y cafés del ambiente: su vínculo con el teatro está dado casi exclusivamente por la escritura.
Sus primeros trabajos conocidos no fueron teatrales sino relatos: los de Madrigal en la ciudad (1963), a los que siguieron El desatino (1964) y Una felicidad con menos pena (1967). Pero ellos fueron fuente de sus primeras producciones teatrales y también del guión cinematográfico La infancia de Petra, inspirado en un relato de Madrigal... y premiado en su momento por el Instituto de Cine. En agosto de 1965, el director Jorge Petraglia —el mismo que nueve años antes había estrenado a Beckett en la Argentina— estrenó su pieza El desatino en el Instituto Di Tella. A ella siguieron Las paredes (otro relato de Madrigal..., con puesta de José María Paolantonio), Los siameses (dirigida por Petraglia), El campo (metáfora atroz del autoritarismo, con puesta de Augusto Fernandes), Nada que ver (Petraglia) y Sucede lo que pasa (dirigida por Alberto Ure).
En los diez años que van desde el estreno de El desatino y el de Sucede lo que pasa, la obra de Gambaro encontró auspiciosa repercusión en el público, creciente interés de los directores por llevarla a escena y reacción adversa (alguien tituló una vez El desatino hace honor a su nombre) o por lo menos desconcertada de un importante sector de la crítica. Se formulaban entonces vagas comparaciones con Pinter, Beckett, Ionesco, Brecht para poder elaborar un discurso sobre la obra de Gambaro. El especialista Jaime Potenze, que fue uno de sus detractores, reconoció años después, cuando las obras de Gambaro comenzaron a ser publicadas por Ediciones de La Flor, la muy grata impresión que causaba la lectura de esos textos, al margen de sus correspondientes puestas en escena.
En 1977, la dictadura militar prohibió su novela Ganarse la muerte por considerarla "subversiva". En el exilio, en Barcelona, continuó con su producción narrativa —afirmada en los años más recientes con la publicación de nuevos relatos y una novela autobiográfica—, pero no cultivó su producción dramática: "Pensaba que no iba a escribir teatro nunca más. Porque no tenía mi público. No sabía cómo se les hablaba a los españoles, qué se les decía".
A su regreso, participó en Teatro Abierto con Decir sí, y luego Puesta en claro (legendaria experiencia escénica de Ure), Morgan (con dirección de Roberto Villanueva) y La malasangre, que marcó el comienzo de un estrecho vínculo profesional con Yusem, quien dirigió otras de sus obras como Del sol naciente, Antígona furiosa y las más recientes De profesión maternal y Lo que va dictando el sueño.
Lo que va dictando el sueño, que le valió a Gambaro el Premio Clarín Espectáculos 2002 como mejor autor teatral, desafía al escenario ya que su pregunta por la autonomía del sueño respecto de lo real y por la posibilidad de reproducir lo soñado, pone el problema de la representación de lo onírico. Estos desafíos son habituales en el teatro de Gambaro: no sólo por la dificultad de encasillar cada texto suyo en un género —absurdo, farsa, grotesco— sino por una cierta resistencia del medio a absorber lo diverso en toda su singularidad. "A los diálogos muertos del teatro nacional, Gambaro no opuso un teatro de acción pura ni de pura imagen. Aspiraba a un teatro que fuera, sobre todo, poesía", escribió hace poco el novelista Leopoldo Brizuela. Es una buena definición.
Fuente: Clarín
viernes, 3 de enero de 2003
Este año, el teatro no se toma vacaciones

Tanto en Capital Federal como en Mar del Plata, desde la Quebrada de Humahuaca hasta Puerto Madryn, la actividad teatral parece haberse revitalizado luego de las fiestas. La oferta presupone que la gente no deja de consumir cultura por el calor o las vacaciones.
Por Hilda Cabrera
En principio se han previsto dos maratones en Buenos Aires: en el Teatro Colonial, desde hoy hasta el domingo, y en Liberarte, desde hoy hasta el 9. Coordinado por Adrián Di Stéfano, el elenco del Colonial (de veinte intérpretes) intentará batir el record de 48 horas de permanencia en un escenario, representando (a partir de la hora 20, y con un margen de 5 minutos entre uno y otro trabajo) fragmentos de obras de autores de diferente época, lugar y estilo, como William Shakespeare y Molière, Lope de Vega, Federico García Lorca, Gregorio de Laferrere, Agustín Cuzzani, Leopoldo Marechal, Carlos Gorostiza y Roberto Cossa, incluyendo además un apartado para teatro infantil. El nombre del fallecido dramaturgo Osvaldo Dragún da título a la convocatoria, con participación de elencos de estética variada, que mostrarán sus creaciones en Liberarte.
Conducida por Virginia Lombardo (que fue actriz, entre otras obras de una segunda puesta de Sueños a la hora de la siesta, inquietante pieza de Roma Mahieu, prohibida en los años de la dictadura militar), se repone hoy Acaloradas, de Cristina Wargon y Esther Feldman, en Multiteatro. Mañana ocurrirá lo propio con El Pelele, por La Banda de la Risa. Esta pieza de Claudio Gallardou, inspirada en El señor Badanas, del español Carlos Arniches, vuelve al Lorange con entrada a la gorra. Por esto mismo, las localidades podrán retirarse desde una hora antes del inicio de la función. También mañana el grupo de circo-teatro barilochense Kasalamanka iniciará funciones de teatro aéreo (clown, danza, malabares, humor y música) en El Galpón de las Artes (Rawson 3073, en el horario de las 23.30). Integran el elenco: Mariano Sebesta, Demián Iglesias, Andrés Folatelli y Maxi Altieri.
Mañana regresa otra pieza de interés, El farmer (Rosas en el destierro), versión de Susana Nova sobre una novela breve de Andrés Rivera, en una puesta de Adrián Blanco. Los días 7 y 8 se estrenan El televidente, con Rodolfo Ranni y Pepe Monje, y El camino a la Meca, con Thelma Biral, China Zorrilla y Juan Carlos Dual, dirigidos por Santiago Doria (las dos obras en Multiteatro). Se anticipan tres reposiciones para el jueves 9: Smoke, espectáculo musical sobre idea, actuación y dirección de Aníbal Pachano (en Metropolitan 2); Monólogos de la vagina, con Graciela Dufau, María Leal y Florencia Peña, conducidas por Lía Jelin (en La Plaza), y Mi querido mentiroso, del estadounidense Jerome Kilty, con dos intérpretes de amplia convocatoria y carisma: Norma Aleandro y Sergio Renán. Esto será en el Maipo, de Esmeralda casi Corrientes.
En esa misma fecha, Gabriel Goity y Mauricio Dayub estrenan ¡Adentro!, una nueva obra de Dayub (autor de la premiada El amateur) que inaugura el Chacarerean Teatre, de Nicaragua 5565. Se trata de otro intento por radiografiar (en este caso con humor) el “desacuerdo nacional”. Lleva escenografía de Graciela Galán y la dirige Sergio D’Angelo. La pieza se verá también en La Subasta, de Mar del Plata (a partir del lunes 6). El sábado 9 el público tendrá la oportunidad de acceder a un trabajo que el director Román Caracciolo propone a modo de asamblea popular, incluido un recorrido por el patio, el claustro y la Sala de Representantes de lahistórica Manzana de las Luces. Dirigiendo a un elenco de avezados intérpretes, presentará Un león bajo el agua, de Alicia Muñoz, violinista y autora, entre otras piezas y monólogos, de El día que no se puso el sol, Alcen las barreras, El pobre Franz y La chalequera (memorias de una inmigrante italiana).
En el polo opuesto a este tipo de teatro al aire libre (programado por el Cervantes), subirá esa misma noche a escena (en este caso, en el Teatro Opera) el Drácula imaginado por Pepe Cibrián Campoy, autor y director de este musical del que participa Angel Mahler e interpretan Juan Rodó y Cecilia Milone. La jornada se completa con otra apuesta: Ronda (una fiesta de circo rioplatense), de Gerardo Hochman, creador de Emociones simples, Bellas Artes y Gala, entre otras piezas en las que la actuación es parte fundamental en el trabajo del artista de circo. Ronda podrá verse en la Sala A/B del Centro Cultural San Martín. Para el día siguiente queda una reposición: La celebración del cuerpo, de Humberto Rivas, con puesta y dirección de Ariel Bonomi (en El Vitral), y el estreno de Como si fuera esta noche, de Gracia Morales, en el Celcit. Este es un montaje de Carlos Ianni, también director de La secreta obscenidad de cada día, de Marco Antonio de la Parra (que se verá en el mismo teatro-taller a partir del 19). A continuación (el sábado 11, en La Trastienda) sube a escena Te digo más, adaptación de relatos de Roberto Fontanarrosa (tomados de su último libro de igual título), con actuaciones de Manuel Vicente y Pablo Brichta, también a cargo de la versión y dirección.
Para la segunda quincena del mes se esperan nuevos anuncios. Entre los ya confirmados figuran La demolición, de Ricardo Cardoso, dirigida por Manuel Iedvabni, en Andamio 90; Porteñas, con Betiana Blum, Virginia Lago, Susú Pecoraro, Carolina Peleritti y María Valenzuela, conducidas por el ubicuo Manuel González Gil (en La Plaza). Dos obras que suben a escena el jueves 16, cuando retorna a la Sala María Guerrero del Teatro Cervantes la destacable Stéfano, de Armando Discépolo, en una puesta de Juan Carlos Gené, ahora con un cambio en el elenco. Acompañando al protagónico de Luis Brandoni, la actriz Silvina Colombo reemplazará a Beatriz Spelzini en el papel de Margarita. En esa semana vuelve al Teatro San Martín la convocante Copenhague, de Michael Frayn, dirigida por Carlos Gandolfo y actuada por Alicia Berdaxagar, Juan Carlos Gené y Alberto Segado. Para la misma fecha se estrenará Pareja abierta, de Dario Fo y Franca Rame, en el Picadilly. Esta obra de humor filoso será interpretada por Daniel Fanego y Ana Acosta, dirigidos por José María Muscari. Otra apuesta de la fecha es El Himno, de Claudio Nadie, también director de esta obra que se verá en el Margarita Xirgu y quiere ser, según palabras de Nadie a Página/12, reflejo de “la situación casi terminal que se está viviendo en la Argentina”.
En otra línea, Glorias porteñas, espectáculo musical con Soledad Villamil, Brian Chambouleyron, Silvio Cattáneo y Carlos Viggiano, retoma el viernes 17 sus funciones en el San Martín. Entre los montajes que generan mayor expectativa se encuentra La última noche de la humanidad, de El Periférico de Objetos, cuyo estreno se prevé para el 18, en el Callejón de los Deseos. De este mismo grupo se reestrenará luego El suicidio, en El Portón de Sánchez. La última noche... se basa en la tragedia de igual título (Die letzten Tage der Menschheit, escrita entre 1918 y 1919) del escritor y ensayista austríaco Karl Kraus (1874-1936). Se trata de un texto antibelicista, calificado por los estudiosos de Kraus de drama satírico, por su negro humor y cuestionamiento político y ético. Promediando enero, sube a escena (el jueves 23) otra aplaudida puesta: El zoo de cristal, de Tennessee Williams, dirigida por Alicia Zanca, en una versión del dramaturgo Mauricio Kartun, quien expone –a partir del 16, y por segunda vez– su colección de estampas sobre disfraces de carnaval, enuna muestra de carácter histórico, en la Fotogalería del San Martín, bajo el título de ¡Mascarita...!
Fuente: Página 12