CULTURA: UN SIMBOLO DE LA CULTURA QUE SE INCENDIO HACE 22 AÑOS
Unas 2.200 personas asistieron ayer a la reapertura de la Sala Lírica, comparable al Colón y a la Scala de Milán . Por allí pasaron Arthur Rubinstein, Beniamino Gigli y Ana Pavlova. Y disertó Albert Einstein.
LA PLATA. Corresponsal
Se despertó el gigante dormido: después de 22 años el Teatro Argentino volvió a tener una velada de gala. La pasión de la lírica recobró un espacio en La Plata, en una sala con capacidad para 2.200 espectadores y tecnología similar a la del Teatro Colón o Scala de Milán.La apertura de un nuevo escenario representa un acto de amor, como explicaría un viejo integrante de la orquesta. Los músicos, bailarines, cantantes, técnicos, iluministas, maquinistas, utileros, zapateros e integrantes del teatro llevan el mérito de haber mantenido el espíritu artístico mientras peregrinaban por lugares prestados.Anoche culminaron el sueño. Por eso hubo lágrimas de alegría.En el corazón del complejo de 60.000 metros cuadrados, el ballet estable -con dirección de Raquel Rosetti y coreografía de Oscar Araiz- recreó Tango en Gris, de Atilio Stampone. Fueron cuarenta minutos de pulsaciones fuertes, de giros en las tablas flamantes y música rebotando en los siete niveles de plateas y palcos.Un recreo del espíritu en plena locura ciudadana. En el mismo lugar donde el 18 de octubre de 1977 una lengua imparable de fuego devoró el edificio renacentista diseñado, a fines del siglo pasado, por el arquitecto Leopoldo Rocchi. El viejo teatro, que entregó su primera función en 1890, distinguió a la capital bonaerense, aquella que en su momento fue considerada por Enrique Ureña como la Atenas de América.Allí actuaron los cantantes Beniamino Gigli, Tito Schipa y Marian Anderson. Tocaron desde los pianistas Friedrich Gulda, Claudio Arrau y Arthur Rubinstein hasta la Filarmónica de Viena. También pasaron las estrellas del ballet Ana Pavlova y Alicia Alonso. Y disertó Albert Einstein.Es un teatro con leyenda. Y fantasmas: todavía existe la sospecha de que el incendio fue intencional. Es parte de la historia no contada.Ahora comienza a escribirse otra que costó 50 millones de pesos. Algunos pensaron que era una obra faraónica. Los sueños se hacen con pensamientos grandes, dijo Eduardo Duhalde en la apertura, ante un público de funcionarios e invitados especiales.El vicegobernador, Rafael Romá, el vicepresidente Carlos Ruckauf y el intendente Julio Alak completaron la comitiva.Los empresarios Alejandro Romay y Eduardo Tito Lectoure estaban en los palcos. Fueron algunos de los privados convocados para participar de la reapertura de este símbolo de la cultura.El debut fue a sala llena. Sólo el sombrero de una dama mantuvo la reminiscencia de viejas épocas. Ayer, el elegante sport reemplazó al frac y los vestidos de encaje. El vestuario estuvo más a tono con el de un cóctel que con el estreno de una sala lírica. Imágenes de fin de milenio.El complejo cultural incluye la Sala de Prosa para 750 espectadores -donde funcionará la Comedia Provincial- y el Microcine, con 300 butacas.Alguna improvisación provocada por el apuro del estreno no impidió la velada casi a pleno, que se inició con el Himno Nacional. La soprano Paula Almerares interpretó arias de ópera con una gran emoción. Su madre, Leonor Baldasari, fue la última bailarina que estuvo en un ensayo minutos antes de la catástrofe de 1977.La mezzosoprano Cecilia Díaz y el tenor Daniel Muñoz también se lucieron anoche sobre el escenario.A la medianoche, el segundo acto de la ópera Aida, de Giuseppe Verdi, en versión de concierto, cerró la velada (con los cantantes Patricia Gutiérrez, Daniel Muñoz, Alejandra Malvino, Jorge Fiorenza, Nino Meneghetti y Ricardo Yost).Según el director del Teatro Argentino. José Melía, la obra tiene un valor emblemático. Como el esfuerzo del personal que permitió el milagro. Nunca bajaron los brazos, dijo.
Fuente: Clarín
Unas 2.200 personas asistieron ayer a la reapertura de la Sala Lírica, comparable al Colón y a la Scala de Milán . Por allí pasaron Arthur Rubinstein, Beniamino Gigli y Ana Pavlova. Y disertó Albert Einstein.
LA PLATA. Corresponsal
Se despertó el gigante dormido: después de 22 años el Teatro Argentino volvió a tener una velada de gala. La pasión de la lírica recobró un espacio en La Plata, en una sala con capacidad para 2.200 espectadores y tecnología similar a la del Teatro Colón o Scala de Milán.La apertura de un nuevo escenario representa un acto de amor, como explicaría un viejo integrante de la orquesta. Los músicos, bailarines, cantantes, técnicos, iluministas, maquinistas, utileros, zapateros e integrantes del teatro llevan el mérito de haber mantenido el espíritu artístico mientras peregrinaban por lugares prestados.Anoche culminaron el sueño. Por eso hubo lágrimas de alegría.En el corazón del complejo de 60.000 metros cuadrados, el ballet estable -con dirección de Raquel Rosetti y coreografía de Oscar Araiz- recreó Tango en Gris, de Atilio Stampone. Fueron cuarenta minutos de pulsaciones fuertes, de giros en las tablas flamantes y música rebotando en los siete niveles de plateas y palcos.Un recreo del espíritu en plena locura ciudadana. En el mismo lugar donde el 18 de octubre de 1977 una lengua imparable de fuego devoró el edificio renacentista diseñado, a fines del siglo pasado, por el arquitecto Leopoldo Rocchi. El viejo teatro, que entregó su primera función en 1890, distinguió a la capital bonaerense, aquella que en su momento fue considerada por Enrique Ureña como la Atenas de América.Allí actuaron los cantantes Beniamino Gigli, Tito Schipa y Marian Anderson. Tocaron desde los pianistas Friedrich Gulda, Claudio Arrau y Arthur Rubinstein hasta la Filarmónica de Viena. También pasaron las estrellas del ballet Ana Pavlova y Alicia Alonso. Y disertó Albert Einstein.Es un teatro con leyenda. Y fantasmas: todavía existe la sospecha de que el incendio fue intencional. Es parte de la historia no contada.Ahora comienza a escribirse otra que costó 50 millones de pesos. Algunos pensaron que era una obra faraónica. Los sueños se hacen con pensamientos grandes, dijo Eduardo Duhalde en la apertura, ante un público de funcionarios e invitados especiales.El vicegobernador, Rafael Romá, el vicepresidente Carlos Ruckauf y el intendente Julio Alak completaron la comitiva.Los empresarios Alejandro Romay y Eduardo Tito Lectoure estaban en los palcos. Fueron algunos de los privados convocados para participar de la reapertura de este símbolo de la cultura.El debut fue a sala llena. Sólo el sombrero de una dama mantuvo la reminiscencia de viejas épocas. Ayer, el elegante sport reemplazó al frac y los vestidos de encaje. El vestuario estuvo más a tono con el de un cóctel que con el estreno de una sala lírica. Imágenes de fin de milenio.El complejo cultural incluye la Sala de Prosa para 750 espectadores -donde funcionará la Comedia Provincial- y el Microcine, con 300 butacas.Alguna improvisación provocada por el apuro del estreno no impidió la velada casi a pleno, que se inició con el Himno Nacional. La soprano Paula Almerares interpretó arias de ópera con una gran emoción. Su madre, Leonor Baldasari, fue la última bailarina que estuvo en un ensayo minutos antes de la catástrofe de 1977.La mezzosoprano Cecilia Díaz y el tenor Daniel Muñoz también se lucieron anoche sobre el escenario.A la medianoche, el segundo acto de la ópera Aida, de Giuseppe Verdi, en versión de concierto, cerró la velada (con los cantantes Patricia Gutiérrez, Daniel Muñoz, Alejandra Malvino, Jorge Fiorenza, Nino Meneghetti y Ricardo Yost).Según el director del Teatro Argentino. José Melía, la obra tiene un valor emblemático. Como el esfuerzo del personal que permitió el milagro. Nunca bajaron los brazos, dijo.
Fuente: Clarín
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