Roberto Arlt y Raúl González Tuñón enarbolaron una imagen similar: la rosa blindada el segundo, nombre que tomó luego el poeta José Luis Mangeri para una editorial en donde debutaron la mayoría de los vates (poetas) nacionales de los años 60 y la rosa de cobre primero, en "Los siete locos". Los dos (con una estética y una ética tan relacionada) apelaron a esa metáfora "-en nombre de la utopía. Resguardar, defender la belleza, la poesía, el arte y en general, lo bueno y solidario. En los tiempos que corren sentimos la necesidad de preservar lo creativo y por eso creamos en octubre de 1988 un espacio que posibilitara la creación y la protegiera y le pusimos, La Rosa de Cobre-" cuentan Nora Oneto, Omar Sánchez, Laura Valencia y Víctor Galestok, que conducen la sala de calle 51 y 16. Alrededor de un centenar de platenses giran alrededor de la misma en busca de su expresión o del aprendizaje artístico.
En realidad, como se apresuran a señalarlo, es más que una sala. "La Rosa de Cobre" es un espacio cultural abierto no sólo al teatro, sino a todo intento creativo para el cual el espacio que ofrecemos es apto. "No existen censuras. Un mínimo arreglo derivado de los gastos lógicos. Si es bueno o malo y la duración del espectáculo en escena lo dice el público. No obstante si nos interesa un grupo o espectáculo lo buscamos y les ofrecemos la sala."
A su vez, enfatizan que "para nosotros este es un espacio para todos, no sólo para nosotros. Un espacio en donde, en un tiempo en donde declaran la muerte de las utopías, se pueda seguir apostando a los sueños."
El tema lo definen de la siguiente manera: "¿Quién puede poner límites y decir esto sí y ésto no?" Solamente el público que visita este centro cultural desde hace casi cuatro años. Público heterogéneo por cierto como las disciplinas que se practican y que buscan en ese reducto lo nuevo, lo experimental.
"Funciona allí una sala de exposición plástica, hay espectáculos musicales, de danza, talleres literarios y hubo una experiencia de café concert, porque nos gustaba la idea de amalgamar el café, es decir, la reunión de gente, con el espectáculo."
"Otra cosa que nos importa es que a partir de lo artístico agrupamos también a otra gente, por ejemplo, jornadas de derechos humanos en las cuales trabajaron conjuntamente distintas disciplinas, diferentes lenguajes. También nos interesa sacar el taller hacia afuera."
Además de las actividades artísticas, de los espectáculos que se brindan, La Rosa de Cobre actúa como ámbito formador. Allí se dan clases de teatro en tres niveles, de danza, hay teatro infantil, seminarios de actores. A las cuatro se suman entonces Juan Bozarelli y Roberto Laxague, que es músico.
El centro cultural se inauguró como sala teatral con un espectáculo recordado por los platenses: "La tragedia de una familia guaranga" y desde entonces pasaron más de 20 espectáculos. Nora Oneto participó en "La tragedia..." y dirigió "A puro cuento"; Víctor Galestok, el polaco, en "La tragedia... " y dirigió "Herida"; Omar Sánchez fue quien pergeñó el "Manuela Café Concert" y dirigió "La tragedia..." y Laura Valencia en la reciente "De gárgolas, cariátides y tortícolis" y en "La Bandunga".
Se les pregunta si con los talleres pretenden formar un grupo y responden que "indudablemente nuestras clases reflejan una estética y la formación de un grupo puede ser un objetivo, pero no es algo obligatorio. Nosotros trabajamos con alumnos pero también con gente invitada. Ahora hay cuatro grupos, por ejemplo, surgidos del taller ensayando sus espectáculos.
Y precisamente uno de esos trabajos es "La malasangre", obra de Griselda Gambaro, con un grupo del taller y también en proceso de elaboración hay un espectáculo infantil. Falta para ambos estrenos que se concretarían a fines de julio o agosto. También Nora Oneto trabaja con un grupo de danza experimental una creación colectiva.
Fuente: El Día (Junio 1992)
En realidad, como se apresuran a señalarlo, es más que una sala. "La Rosa de Cobre" es un espacio cultural abierto no sólo al teatro, sino a todo intento creativo para el cual el espacio que ofrecemos es apto. "No existen censuras. Un mínimo arreglo derivado de los gastos lógicos. Si es bueno o malo y la duración del espectáculo en escena lo dice el público. No obstante si nos interesa un grupo o espectáculo lo buscamos y les ofrecemos la sala."
A su vez, enfatizan que "para nosotros este es un espacio para todos, no sólo para nosotros. Un espacio en donde, en un tiempo en donde declaran la muerte de las utopías, se pueda seguir apostando a los sueños."
El tema lo definen de la siguiente manera: "¿Quién puede poner límites y decir esto sí y ésto no?" Solamente el público que visita este centro cultural desde hace casi cuatro años. Público heterogéneo por cierto como las disciplinas que se practican y que buscan en ese reducto lo nuevo, lo experimental.
"Funciona allí una sala de exposición plástica, hay espectáculos musicales, de danza, talleres literarios y hubo una experiencia de café concert, porque nos gustaba la idea de amalgamar el café, es decir, la reunión de gente, con el espectáculo."
"Otra cosa que nos importa es que a partir de lo artístico agrupamos también a otra gente, por ejemplo, jornadas de derechos humanos en las cuales trabajaron conjuntamente distintas disciplinas, diferentes lenguajes. También nos interesa sacar el taller hacia afuera."
Además de las actividades artísticas, de los espectáculos que se brindan, La Rosa de Cobre actúa como ámbito formador. Allí se dan clases de teatro en tres niveles, de danza, hay teatro infantil, seminarios de actores. A las cuatro se suman entonces Juan Bozarelli y Roberto Laxague, que es músico.
El centro cultural se inauguró como sala teatral con un espectáculo recordado por los platenses: "La tragedia de una familia guaranga" y desde entonces pasaron más de 20 espectáculos. Nora Oneto participó en "La tragedia..." y dirigió "A puro cuento"; Víctor Galestok, el polaco, en "La tragedia... " y dirigió "Herida"; Omar Sánchez fue quien pergeñó el "Manuela Café Concert" y dirigió "La tragedia..." y Laura Valencia en la reciente "De gárgolas, cariátides y tortícolis" y en "La Bandunga".
Se les pregunta si con los talleres pretenden formar un grupo y responden que "indudablemente nuestras clases reflejan una estética y la formación de un grupo puede ser un objetivo, pero no es algo obligatorio. Nosotros trabajamos con alumnos pero también con gente invitada. Ahora hay cuatro grupos, por ejemplo, surgidos del taller ensayando sus espectáculos.
Y precisamente uno de esos trabajos es "La malasangre", obra de Griselda Gambaro, con un grupo del taller y también en proceso de elaboración hay un espectáculo infantil. Falta para ambos estrenos que se concretarían a fines de julio o agosto. También Nora Oneto trabaja con un grupo de danza experimental una creación colectiva.
Fuente: El Día (Junio 1992)
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