La Handspring Puppet adapta una obra de Büchner para criticar el 'apartheid'
MARGOT MOLINA - Sevilla - 20/11/2009
En el obra de Büchner el protagonista es un soldado alemán de 1800 en lucha contra una sociedad insensible que termina por destruirlo; mientras que en la versión de la compañía sudafricana, que se estrenó en 1992 y que han repuesto el pasado año, Woyzeck es un criado negro en el Johannesburgo de 1956. El montaje fue la primera colaboración entre la Handspring Puppet y el artista visual y director de cine William Kentridge.
"Desde que hicimos Woyzeck hemos ido evolucionando y complicando cada vez más nuestros trabajos. Tanto que creo que llegamos a un punto en el que éramos demasiado extravagantes. Volver a Woyzeck ha supuesto recuperar la simplicidad y la verdad teatral del principio", aclaró ayer en Sevilla el actor y manipulador Mncedisi Shabangu.
"Desde el principio, la compañía tuvo que buscar textos clásicos y autores extranjeros para poder acercarlos a la realidad de Sudáfrica y hacer una crítica del apartheid. Era la única forma que teníamos de sobrevivir hasta 1994 -fecha en que se derogó la ley que separaba a la población blanca de la negra-. Si hubiésemos hecho un texto de un polémico de un autor sudafricano lo podríamos haber estrenado en el extranjero, pero en cuanto hubiésemos vuelto a casa la policía nos hubiese estado esperando en el aeropuerto para detenernos", recuerda Mncedisi Shabangu.
La compañía, creada en 1981 por Basil Jones y Adrian Kohler, tuvo su primer éxito internacional en 1991 con Starbrites y, desde entonces, se la rifan en los mejores festivales internacionales y en los teatros de todo el mundo. Trabajos como Fausto en África, que pudo verse en el Central en 1996, Il ritorno d'Ulisse, una versión de la ópera de Monteverdi realizada en colaboración con La Monnaie (Bélgica), o su colaboración en War horses, una super-producción del West End londinense basada en la obra de Michael Morpurgo, han elevado a la Handspring Puppet a los altares del teatro contemporáneo.
"El trabajo de la compañía ha servido para situar a Sudáfrica, desde el punto de vista teatral, a un alto nivel internacional", apuntaba Hamilton Dhalamini, quien encarna a Woyzeck, un hombre "que se siente desplazado".
"Muy pocas veces podemos asistir a un espectáculo en el que el manipulador y la marioneta se funden en un mismo personaje y muestran las mismas emociones", explica Manuel Llanes, coordinador del Central, quien habla de teatro con "T mayúscula" para referirse al trabajo de la compañía.
En el escenario podrá verse a los actores manipulando a las marionetas y las proyecciones de William Kentridge que desvelan los sentimientos del protagonista. "Nos sincronizamos tanto con la marioneta que es como si fuésemos un alma", añade.
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