Redacción VOS
"Todos tenemos un Ubú adentro”, dicen los integrantes de Cirulaxia, el grupo que cumple 20 años y lo festeja a lo grande este domingo en el Teatro Real.
El grupo presenta Ubú de Alfred Jarry (1873-1907), una obra de su repertorio, estrenada en setiembre de 1998 en el Centro Cultural General Paz. Una rareza en la lista de títulos, y que además, va adquiriendo nuevos sentidos.
A 20 años de la creación del grupo, Cirulaxia sigue en línea directa con los jóvenes, con quienes debaten después de cada función. “Y ahora, ¿qué hacemos con esta madurez y estas ganas?”, se preguntan, plantados en el lugar del adulto frente a una generación de pequeños Jarry.
El jovencito Alfred Jarry tenía 15 años cuando se le cruzó la idea de escribir algo contra su máximo enemigo: el profe de Física. Así, retrató la tiranía con una obra que fue escandalosa para la época pero que cambió el concepto del arte teatral.
Dice Cirulaxia que cuando los chicos de los colegios escuchan que Jarry tenía sólo 15, se sorprenden y después, aplauden.
“Este año salimos de gira con Ubú. Estuvimos en el Festival Internacional de Formosa (también llevamos Desastres). Siempre nos preguntamos qué espera la gente de nosotros. Fue impactante ver cómo se recibe un texto sobre el abuso de poder, la voracidad, los excesos y que, al mismo tiempo, cause gracia”, dicen. En su momento, fue una decisión hacer Jarry con la estética del grupo. “Es una puesta que queremos mucho y que lamentablemente no pierde vigencia.
Después hicimos Purolope (versión de Fuenteovejuna), dos obras políticamente muy fuertes. Para los 20 años elegimos una obra contundente. Ubú habla de un mundo que nos contiene. ¡Qué inteligente con apenas 15 años! Se adelantó y tuvo una visión del mundo que estructuralmente no ha cambiado”.Imaginan los actores cómo habrá sido aquel profesor de Jarry, para que luego escribiera la obra que expresa la mirada de un adolescente.
“Ubú es un fantoche totalitario, caprichoso. Impregnado de las lecturas de Shakespeare, Jarry apuntó a la encarnación de Ricardo III (Ubú) y Lady Macbeth (Mamá Ubú)”. Eligieron agregar la conciencia del señor Ubú, que aparece en otra obra de Jarry, El Ubú encadenado, que es el personaje enmascarado.
“Pensamos en la conciencia del que firma una decisión por la que el dinero destinado a la asignación a los niños o a una campaña de vacunación, va a parar a la reelección, por ejemplo. Ese que firma ¿tiene conciencia? Pensamos que sí. Por eso es perverso”, dicen sobre el personaje que Ubú maltrata.
También aparece el niño, personaje que han tomado de una canción de Jarry sobre la familia Ubú, que lleva al niño a la plaza a ver el espectáculo del descerebramiento de alguien mientras come golosinas. “Así mostramos la manipulación y la eficacia del mal, aun con sus propios hijos”, señalan.
La familia úbica
La de Ubú es una estructura familiar que se amplía a la sociedad. A través de Ubú habló Jarry.
“Jarry es pura pulsión. Libera lo oscuro. Hay personajes en nuestra vida social que tienen la impronta úbica. Los vemos con nombre y apellido. Por eso, tenemos que hablar, todos, de responsabilidad social. Con los chicos en los debates hablamos sobre qué tenemos de Ubú. Qué pasa cuando quiero conseguir algo, pasando por encima de los demás y no me importa nada. Hablamos de la falta de ética y solidaridad”.
El autor provocó un escándalo con el uso de la palabra como provocación. Fue un quiebre desde el vestuario, el lenguaje (crea palabras); va y viene en el tiempo, como en los sueños donde nada es lineal. “Hoy, ¿qué nos escandaliza?”, se preguntan.
Para los actores, la indiferencia actual es una defensa frente a tanto mal gusto. También ven en este momento histórico, incluso con el punto final que ha puesto el clima (sequía, inundaciones, calor), una oportunidad. “Hay muchas cosas que tienen que cambiar. Si ésta es la condición humana, hay que plantear el desarrollo a través de la educación; reflexionar sobre cómo hay que vivir y cuál es la función del arte”.
En 20 años, cada obra de Cirulaxia tuvo que ver con la época. Si en Desastres y en otras obras de la misma impronta, hay humor más directo, para el grupo eso implica que lo humano, lo simple, lo profundo no se atiende. “Pasan cosas cada vez peores y , sin embargo, no reaccionamos. Cuando pensamos en los grandes dramaturgos, vemos que tenían algo para decir. Hoy, en las nuevas dramaturgias básicas, no estamos queriendo hablar de cosas fuertes. La pulsión del artista surge de tener algo que decir y no de mostrarse”, explican.
Para Cirulaxia, seguramente aquel profesor de Física no confiaba en Jarry (hay indicios). Con lo que él escribió fue abriendo caminos sin saberlo. Para los alumnos de hoy es como decir: “Vieron que podemos”.
En el debate aparecen las contradicciones del discurso adulto y los rasgos de la familia úbica.
“Planteamos antes de la función, lo difícil que es en estos tiempos escuchar y compartir un espacio como el teatro. Jarry tenía 15, pero se puso las pilas y se hizo cargo de su don. Fue responsable del lugar que le tocó”, dicen.
Miles de kilómetros
“Hace 20 años no teníamos un voto de confianza. Nos movió a formar el grupo, la idea ‘no van a poder’. Apostamos al sueño”, recuerdan. Por eso aconsejan a los chicos que es más fácil seguir el sueño propio y hacerse cargo de ese sueño en el lugar que sea.
“Entonces, podemos decir felizmente, ¡Mierda! que lindo cumplir 20 años. Después de todo, llevamos el nombre de un laxante”, concluyen.
Fuente: La Voz
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