La multifacética Karina K protagoniza este musical centrado en la figura de Florence Foster Jenkins, considerada la peor cantante lírica de la historia.
Hubo una verdadera diva freak de la canción, cuyo mayor atractivo residía, paradójicamente, en su escaso talento musical: Florence Foster Jenkins.
La historia de aquella millonaria norteamericana, la peor cantante lírica de la historia, según el Diccionario Grove de la música y los músicos, que vivió entre 1868 y 1944, inspiró a Stephen Temperley para escribir Souvenir , una obra que se estrena el miércoles de la semana próxima en el Regina, dirigida por Ricky Pashkus. El realizador debió enfrentarse a dos desafíos. El primero, encontrar una Florence: una artista que le pudiera dar vida a una mujer longeva y que cantara muy bien para poder desafinar tanto. El segundo, hallar a un actor y pianista para que acompañara a la protagonista.
Karina K es una de las máximas figuras de los musicales vernáculos. Esta completísima artista brilló en Cabaret como la oscura Sally Bowles; se colgó de un aro a muchos metros de altura para interpretar una dulce melodía en un tutú rosa en Pepino el 88 , y encarnó el papel nominado al Oscar de Lesley Ann Warren en Victor Victoria . Pero nunca, en sus largos años de carrera, había tenido la oportunidad de ser la protagonista de una obra.
Con gran destreza, la actriz sube atlética al escenario, sorteando obstáculos y haciendo equilibrio en una escalera que cruje. Extiende la mano y guía por unos pasillos oscuros al camarín, un trayecto que conoce de memoria. Allí, ofrece la única silla a su interlocutor y se acomoda en una butaca petisa. "Florence tenía todos los defectos del canto: era arrítmica, engolaba, no llegaba al tono, perdía el fraseo, cantaba notas inexistentes, no sabía respirar. Pero ella representa la fuerza de la convicción. Su familia, su marido, la sociedad, todos la desalentaban para que no cantara. Y, a pesar de todo, luchó toda su vida para hacerlo", dice sobre esta mujer, conocida como la peor cantante de Broadway que llegó a colmar la sala del Carnegie Hall, de Nueva York, en 1944.
Para Karina Moccio las cosas tampoco resultaron tan sencillas ("comí arroz integral durante un mes para poder pagar mis clases"), aunque su familia desde pequeña la alentó para tener una formación artística. Bailarina profesional y profesora de danzas, asistió al Instituto de Teatro Infantil Labardén, al Instituto Vocal Argentino y estudió actuación con Norman Briski, entre otros. En 1986, en Sugar , con Susana Giménez, Ricardo Darín y Arturo Puig, tuvo su gran debut en la avenida Corrientes, pero la movida del Parakultural ("todo se escribía con K por entonces: era la novedad, y mi gran maestro, Batato Barea, me convenció de que tuviera un nombre propio y único") la cautivó. Luego, en Barcelona, donde vivió durante ocho años, perfeccionó su técnica actoral con Johnny Melville y Jango Edwards, entre otros.
"La gente puede decir que no sé cantar, pero nadie podrá decir nunca que no canté", cita Karina K las palabras de Florence. La actriz recorrerá la vida, carrera, sueños y apogeo de la mítica cantante entre canciones, números y trece cambios de ropa, diseñados por Renata Schussheim. Y en este viaje por lo bizarro Pablo Rotemberg ("un artista del Renacimiento"), quien además de ejecutar el piano es coreógrafo ( Los sensuales , El lobo ), interpretará al compañero musical de la soprano, el joven Cosme Mc Moon.
"Lo más interesante de este personaje es su grado de anestesia y de cierto nivel de psicosis de quien decía tener oído absoluto. Lo que siempre se preguntaba la gente es si realmente ella advertía cuán mal cantaba o si ella estaba convencida de que era buena", dice la actriz, que todas las mañanas, durante los últimos 4 meses, amaneció con las arias de Florence.
Ni burla ni parodia, en Souvenir Karina K procura que los espectadores se lleven, como su título indica, un recuerdo a sus casas: la evocación de alguien que luchó por ser oída.
Para agendar
Souvenir, con dirección de Ricky Pashkus.
Regina, Santa Fe 1235 (4812-5470). Desde el 6 de mayo, de miércoles a sábados, a las 21; domingos, a las 20. Desde 70 pesos.
Fuente: La Nación
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