Tras el ocio perdido
Ir al cine en La Plata se convirtió en una salida casi prohibitiva para muchas familias. Los fines de semana, los adultos deben desembolsar $ 18 y los menores de 9 años $ 13 para obtener su ticket. El cine digital en casa es una alternativa, pero apunta a un target elevado.
Antes de la llegada de la televisión, el cine era “la” salida para muchas personas. De hecho, numerosos pueblos del interior argentino y del mundo latieron durante mucho tiempo esperando a sala llena las funciones de los fines de semana. El viento se llevó lo que (1998), de Alejandro Agresti, y Cinema Paradiso (1988), de Giuseppe Tornatore, dieron sobradas muestras de ese fenómeno.
Y así como la televisión le asestó el primer golpe, a finales de los ‘80 y principios de los ‘90 la irrupción de los videoclubes lo dejó al borde del nocaut. Por lo que varios pueblos vieron cómo cientos de cines cerraron sus puertas. Poco y nada quedó del “continuado” y de las funciones dobles.
Con el correr de los años recuperó gran parte del esplendor perdido, pero los precios actuales lo convierten en un entretenimiento prohibitivo para una elevada cantidad de familias.
De jueves a lunes, la entrada tiene un valor de $ 18 para los adultos y $ 13 para los menores de 9 años, con la salvedad de que la primera función tiene un costo de $ 11 para todas las edades. Martes y miércoles son los días que las salas ofrecen descuento con un ticket a $ 11 en todas las funciones. Ahora, si se quiere asistir a una función en la sala 3D, los mayores deberán abonar $ 24 y los menores $ 20.
Entonces, una familia tipo (con un hijo de 12 años y otro de 9) que decida asistir al cine el fin de semana deberá desembolsar $ 67 sólo en localidades. Una salida poco económica si se tiene en cuenta el contexto económico que atraviesa el país y el mundo. Así, esa experiencia mágica que significa para muchos chicos descubrir el encanto de ver una película en una sala, queda reservada para unos pocos.
El cine en casa
En los últimos años, los sucesivos avances tecnológicos posibilitaron que determinados sectores socioeconómicos comenzaran a disfrutar del cine pero en sus casas. Esta tendencia se vio favorecida por entradas más caras y por la posibilidad de disponer de las películas por otros medios.
Según una investigación de la agencia Mediaedge:cia, son los segmentos más jóvenes y de mayor nivel socioeconómico los que cristalizan este crecimiento, el del “entretenimiento hogareño”.
Según el informe, esto se evidencia fuertemente en los segmentos más jóvenes y de mayor nivel socioeconómico del AMBA. Sin embargo, la baja en la asistencia al cine es un fenómeno que se viene dando año tras año. El aumento en el precio de las entradas y la posibilidad de ver películas a través de otros medios hacen que el espectador evalúe otras posibilidades antes de concurrir a la sala. Este fenómeno no se trata de leyes protectoras o de eficientes estrategias de marketing que hoy han caducado, sino de un cambio en el modelo de negocio, potenciado por el acceso a la tecnología e información digital a través de la conectividad.
La televisión por cable ofrece en su paquete digital la posibilidad de acceder a numerosas películas antes que las mismas lleguen al formato DVD. El alquiler, que puede hacerse por vía telefónica o a través de un simple SMS, tiene un costo de $ 9 y dura 24 horas. Claro que para acceder a él se debe contar con este tipo de abono que cuesta $ 15 más que los $ 106,80 que vale el convencional.
Una experiencia sensorial
Tal como ocurrió con el auge del VHS, hace unos años sucedió lo mismo con los DVD. Aunque en el último tiempo, “el alquiler disminuyó bastante por la competencia desleal que significan las películas piratas que se pueden conseguir en cualquier esquina”, señalaron a Hoy desde un videoclub platense. El precio de las películas por 24 horas oscila entre los $ 5 y $ 8. Por bastante menos, una persona puede comprar una versión ilegal en la vía pública de filmes aún no estrenados comercialmente, aunque la calidad dista mucho de ser la óptima.
Datos de la medidora Ibope visualizan estos cambios de comportamiento de la audiencia a partir del crecimiento sostenido de la señal VCR (encendido de la TV sin señal), señal utilizada para mirar películas a través del DVD o conectar consolas de video juego.
Mientras que otro estudio enfocado en la problemática, realizado por MEC MediaLab y la agencia Soto-Magariños, especializada en consumos culturales, refuerza esta idea encontrando que, en algunos segmentos, el consumo del cine no está ya fuertemente relacionado con la “experiencia sensorial”.
Para las nuevas generaciones, una película es una película sin ser absolutamente relevante el medio en la que se proyecte. Así, el cine puede ser disfrutado en casa gracias a las distintas posibilidades que otorga la tecnología que ofrece el formato digital o a través de una copia pirata de muy baja calidad. Poco y nada queda de aquel ritual que supo juntar a generaciones enteras frente a las marquesinas de los cines y teatros.
Fuente: Hoy
Ir al cine en La Plata se convirtió en una salida casi prohibitiva para muchas familias. Los fines de semana, los adultos deben desembolsar $ 18 y los menores de 9 años $ 13 para obtener su ticket. El cine digital en casa es una alternativa, pero apunta a un target elevado.
Antes de la llegada de la televisión, el cine era “la” salida para muchas personas. De hecho, numerosos pueblos del interior argentino y del mundo latieron durante mucho tiempo esperando a sala llena las funciones de los fines de semana. El viento se llevó lo que (1998), de Alejandro Agresti, y Cinema Paradiso (1988), de Giuseppe Tornatore, dieron sobradas muestras de ese fenómeno.
Y así como la televisión le asestó el primer golpe, a finales de los ‘80 y principios de los ‘90 la irrupción de los videoclubes lo dejó al borde del nocaut. Por lo que varios pueblos vieron cómo cientos de cines cerraron sus puertas. Poco y nada quedó del “continuado” y de las funciones dobles.
Con el correr de los años recuperó gran parte del esplendor perdido, pero los precios actuales lo convierten en un entretenimiento prohibitivo para una elevada cantidad de familias.
De jueves a lunes, la entrada tiene un valor de $ 18 para los adultos y $ 13 para los menores de 9 años, con la salvedad de que la primera función tiene un costo de $ 11 para todas las edades. Martes y miércoles son los días que las salas ofrecen descuento con un ticket a $ 11 en todas las funciones. Ahora, si se quiere asistir a una función en la sala 3D, los mayores deberán abonar $ 24 y los menores $ 20.
Entonces, una familia tipo (con un hijo de 12 años y otro de 9) que decida asistir al cine el fin de semana deberá desembolsar $ 67 sólo en localidades. Una salida poco económica si se tiene en cuenta el contexto económico que atraviesa el país y el mundo. Así, esa experiencia mágica que significa para muchos chicos descubrir el encanto de ver una película en una sala, queda reservada para unos pocos.
El cine en casa
En los últimos años, los sucesivos avances tecnológicos posibilitaron que determinados sectores socioeconómicos comenzaran a disfrutar del cine pero en sus casas. Esta tendencia se vio favorecida por entradas más caras y por la posibilidad de disponer de las películas por otros medios.
Según una investigación de la agencia Mediaedge:cia, son los segmentos más jóvenes y de mayor nivel socioeconómico los que cristalizan este crecimiento, el del “entretenimiento hogareño”.
Según el informe, esto se evidencia fuertemente en los segmentos más jóvenes y de mayor nivel socioeconómico del AMBA. Sin embargo, la baja en la asistencia al cine es un fenómeno que se viene dando año tras año. El aumento en el precio de las entradas y la posibilidad de ver películas a través de otros medios hacen que el espectador evalúe otras posibilidades antes de concurrir a la sala. Este fenómeno no se trata de leyes protectoras o de eficientes estrategias de marketing que hoy han caducado, sino de un cambio en el modelo de negocio, potenciado por el acceso a la tecnología e información digital a través de la conectividad.
La televisión por cable ofrece en su paquete digital la posibilidad de acceder a numerosas películas antes que las mismas lleguen al formato DVD. El alquiler, que puede hacerse por vía telefónica o a través de un simple SMS, tiene un costo de $ 9 y dura 24 horas. Claro que para acceder a él se debe contar con este tipo de abono que cuesta $ 15 más que los $ 106,80 que vale el convencional.
Una experiencia sensorial
Tal como ocurrió con el auge del VHS, hace unos años sucedió lo mismo con los DVD. Aunque en el último tiempo, “el alquiler disminuyó bastante por la competencia desleal que significan las películas piratas que se pueden conseguir en cualquier esquina”, señalaron a Hoy desde un videoclub platense. El precio de las películas por 24 horas oscila entre los $ 5 y $ 8. Por bastante menos, una persona puede comprar una versión ilegal en la vía pública de filmes aún no estrenados comercialmente, aunque la calidad dista mucho de ser la óptima.
Datos de la medidora Ibope visualizan estos cambios de comportamiento de la audiencia a partir del crecimiento sostenido de la señal VCR (encendido de la TV sin señal), señal utilizada para mirar películas a través del DVD o conectar consolas de video juego.
Mientras que otro estudio enfocado en la problemática, realizado por MEC MediaLab y la agencia Soto-Magariños, especializada en consumos culturales, refuerza esta idea encontrando que, en algunos segmentos, el consumo del cine no está ya fuertemente relacionado con la “experiencia sensorial”.
Para las nuevas generaciones, una película es una película sin ser absolutamente relevante el medio en la que se proyecte. Así, el cine puede ser disfrutado en casa gracias a las distintas posibilidades que otorga la tecnología que ofrece el formato digital o a través de una copia pirata de muy baja calidad. Poco y nada queda de aquel ritual que supo juntar a generaciones enteras frente a las marquesinas de los cines y teatros.
Fuente: Hoy
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