LA VUELTA DE "LA PESCA"
Ricardo Bartís y Luis Machín analizan la obra que se lució en festivales europeos y regresó al Sportivo Teatral.
Ricardo Bartís y Luis Machín analizan la obra que se lució en festivales europeos y regresó al Sportivo Teatral.
Por:Camilo Sánchez
Ricardo Bartís está en los fondos del Sportivo Teatral, cerca del buraco en el piso de cemento de la sala que cavaron para darle mayor contundencia a La Pesca. Hay una resaca de reparaciones recientes y de pintura todavía fresca, que no diferencia entre alumnos probables que sortean entrevistas de rigor y actores consagrados, como Luis Machín, por ejemplo, que llega, morral al hombro, paso cansino por los 30 grados a la sombra, sacándose un resto de cal que se le quedó prendido al jean.
La pesca, que fue la mejor obra del circuito off en los Premios Clarín Espectáculos y se llevó tres ACE del circuito alternativo -mejor obra, mejor actor para Luis Machín, y mejor dirección para Ricardo Bartís- empezó su se gunda temporada en Buenos Aires. Bartís y Marchín vienen de defender La Pesca en diversos festivales europeos -Italia, Alemania, España, Francia- y han elaborado un discurso preciso sobre los alcances de una puesta de ineludible color local: tres amigos que se reúnen bajo los restos del arroyo Maldonado para reflotar un club de pesca, "La gesta heroica". Un nombre con épica indudable para estos tiempos modernos y anoréxicos.
"Valoro -dice Bartís, como para arrancar- la disponibilidad de Luis Machín, un actor de intensa convocatoria, para continuar en un proyecto más bien pequeño, aunque implicante, seguramente para él, de la idea de ponerse en un riesgo actoral muy alto. Y está bueno, porque cuando uno ve una gran actuación dan ganas de estudiar, de trabajar. Cuando se ve una actuación potente, no se acepta tan fácil la medianía".
La pesca fue, para Machín, algo así como la vuelta a casa. En esta sala, poco más de diez años atrás, ingresó para formar parte de esa lectura alocada y lúcida de Roberto Arlt que fue El pecado que no se puede nombrar. "El otro día -dice- trataba de explicar y explicarme la importancia que tenía para mí volver al Sportivo, el lugar donde recalé recién llegado para frecuentar modelos de producción que aparecían, desde allá, como míticos. Este fue un lugar donde pude juntarme con pares, reunirme con quienes entendíamos una misma poética del trabajo teatral. Fue volver al barrio y estar con los amigos. Esto no es moneda de cambio".
La charla deriva en cuestiones del oficio y que podría llevar un subtítulo posible: algo así como necesidades básicas satisfechas si se hace más o menos lo que se quiere. "No necesito una vida opulenta y necesito, en cambio, confraternizar con pares, con la gente que quiero", dice Machín. "Es que no se puede hacer teatro si uno no respeta o quiere a la gente con la que uno trabaja. Eso se ha perdido un poco, pero es una vieja ley: un afecto por lo menos estético es indispensable. Porque si no es así, aparecen otras reglas para legalizar el vínculo: la plata, el cartel, esas cuestiones", agrega Bartís.
Para nada ingenuo, el director aclara enseguida que ese intercambio creativo que se produce en el teatro se da no sólo para generar un espacio idílico, una repartija de elogios. "No, para nada. El goce artístico -aclara el director- no siempre está hecho de aciertos: a veces te peleás fieramente, y discutís con el otro. No es que la pasamos siempre bien. Parte del juego es que aparece todo lo que hay en una relación pasional: fulgores, cortocircuitos, alegrías, intensidades y a veces tristezas o desencanto porque no te sale, porque a pesar de toda la buena fe, no ocurre aquello inefable que tiene que ocurrir"
Esencialmente local, ¿qué pasa afuera con La pesca? "Los aplausos son generosos, pero nuestra sensación es de pérdida severa. Hay referencias que por más que sean explicadas no alcanzan el peso emocional. Cuando se dice Perón, ni siquiera para los uruguayos ese nombre suena igual", dice Bartís. "La ciudad que aparece nombrada por calles, la referencia mitológica al Maldonado, el lenguaje, esa mezcla barroca y conceptual aderezada con vulgaridad barrial, se pierde. Por eso es tan importante -finaliza Machín- volver a hacerla acá".
Fuente: Clarín
Ricardo Bartís está en los fondos del Sportivo Teatral, cerca del buraco en el piso de cemento de la sala que cavaron para darle mayor contundencia a La Pesca. Hay una resaca de reparaciones recientes y de pintura todavía fresca, que no diferencia entre alumnos probables que sortean entrevistas de rigor y actores consagrados, como Luis Machín, por ejemplo, que llega, morral al hombro, paso cansino por los 30 grados a la sombra, sacándose un resto de cal que se le quedó prendido al jean.
La pesca, que fue la mejor obra del circuito off en los Premios Clarín Espectáculos y se llevó tres ACE del circuito alternativo -mejor obra, mejor actor para Luis Machín, y mejor dirección para Ricardo Bartís- empezó su se gunda temporada en Buenos Aires. Bartís y Marchín vienen de defender La Pesca en diversos festivales europeos -Italia, Alemania, España, Francia- y han elaborado un discurso preciso sobre los alcances de una puesta de ineludible color local: tres amigos que se reúnen bajo los restos del arroyo Maldonado para reflotar un club de pesca, "La gesta heroica". Un nombre con épica indudable para estos tiempos modernos y anoréxicos.
"Valoro -dice Bartís, como para arrancar- la disponibilidad de Luis Machín, un actor de intensa convocatoria, para continuar en un proyecto más bien pequeño, aunque implicante, seguramente para él, de la idea de ponerse en un riesgo actoral muy alto. Y está bueno, porque cuando uno ve una gran actuación dan ganas de estudiar, de trabajar. Cuando se ve una actuación potente, no se acepta tan fácil la medianía".
La pesca fue, para Machín, algo así como la vuelta a casa. En esta sala, poco más de diez años atrás, ingresó para formar parte de esa lectura alocada y lúcida de Roberto Arlt que fue El pecado que no se puede nombrar. "El otro día -dice- trataba de explicar y explicarme la importancia que tenía para mí volver al Sportivo, el lugar donde recalé recién llegado para frecuentar modelos de producción que aparecían, desde allá, como míticos. Este fue un lugar donde pude juntarme con pares, reunirme con quienes entendíamos una misma poética del trabajo teatral. Fue volver al barrio y estar con los amigos. Esto no es moneda de cambio".
La charla deriva en cuestiones del oficio y que podría llevar un subtítulo posible: algo así como necesidades básicas satisfechas si se hace más o menos lo que se quiere. "No necesito una vida opulenta y necesito, en cambio, confraternizar con pares, con la gente que quiero", dice Machín. "Es que no se puede hacer teatro si uno no respeta o quiere a la gente con la que uno trabaja. Eso se ha perdido un poco, pero es una vieja ley: un afecto por lo menos estético es indispensable. Porque si no es así, aparecen otras reglas para legalizar el vínculo: la plata, el cartel, esas cuestiones", agrega Bartís.
Para nada ingenuo, el director aclara enseguida que ese intercambio creativo que se produce en el teatro se da no sólo para generar un espacio idílico, una repartija de elogios. "No, para nada. El goce artístico -aclara el director- no siempre está hecho de aciertos: a veces te peleás fieramente, y discutís con el otro. No es que la pasamos siempre bien. Parte del juego es que aparece todo lo que hay en una relación pasional: fulgores, cortocircuitos, alegrías, intensidades y a veces tristezas o desencanto porque no te sale, porque a pesar de toda la buena fe, no ocurre aquello inefable que tiene que ocurrir"
Esencialmente local, ¿qué pasa afuera con La pesca? "Los aplausos son generosos, pero nuestra sensación es de pérdida severa. Hay referencias que por más que sean explicadas no alcanzan el peso emocional. Cuando se dice Perón, ni siquiera para los uruguayos ese nombre suena igual", dice Bartís. "La ciudad que aparece nombrada por calles, la referencia mitológica al Maldonado, el lenguaje, esa mezcla barroca y conceptual aderezada con vulgaridad barrial, se pierde. Por eso es tan importante -finaliza Machín- volver a hacerla acá".
Fuente: Clarín
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