BUENOS AIRES
Apenas atravesó la barrera de los treinta, pero la carrera del actor Esteban Meloni ya está cargada de experiencia. Su historia de escenarios comenzó a los cuatro años en su ciudad natal, Bahía Blanca, aunque unos años más tarde formó parte del grupo actoral de la ópera La Boheme, con la que recorrió algunos teatros de la Argentina.
A pesar de que participó como extra de la filmación de Caballos salvajes –“donde nunca aparecí porque cortaron esa parte", acota tímidamente–, su historia actoral comenzó a tomar rumbo luego de varios años de esfuerzo y trabajo. Hoy, cada viernes y sábado se sube al escenario para presentar Cielo Rojo, el sueño bolchevique. Y alterna con los ensayos de Agosto, condado de Osage, donde comparte escenario junto a Norma Aleandro, Andrea Pietra y elenco. "Trabajar con Norma Aleandro, tanto como con el resto de las actrices, es espectacular. No sólo por la experiencia que tienen y lo profesionales que son, sino porque es admirable verlas con la seriedad que se toman su trabajo después de tantos años", remarca el artista. Su compromiso social llegó al Teatro por la Identidad con Fronterizo y Vidas robadas, y ahora espera los estrenos de dos películas que filmó el año pasado: Las hermanas L y Toda la gente sola.
Luego de sus primeros pasos entre bambalinas, el objetivo de Meloni fue Buenos Aires: "Siempre quise ser actor. Desde chico ya sabía que esto era lo mío y para lograrlo también supe que debía atravesar muchas barreras. Instalarme en Buenos Aires no fue nada fácil, pero sabía que era un camino con grandes baches que tenía que atravesar, era algo inevitable para seguir luchando por lo que me gusta". Mientras cursaba sus estudios en la Escuela de Teatro de Buenos Aires, trabajó de cualquier cosa. Se define como un verdadero laburante mientras recuerda su paso como mozo en el Hotel Alvear. Luego llegarían las publicidades y los primeros trabajos como actor.
"Había veces que no tenía un centavo ni para comprarme arroz. La pobreza en la gran ciudad es muy distinta a la pobreza de los pueblos. No tener dinero en Buenos Aires pareciera ser muy vergonzoso, se hace muy pesado si no tenés plata. Yo vengo de una familia muy humilde que tampoco tiene un alto poder adquisitivo, pero en Bahía Blanca nunca lo sentí como algo denigrante, como se puede percibir en las grandes ciudades".
Sus inicios fueron de la mano de Raúl Serrano, Julio Chávez y Helena Tritek quien se convirtió en una especie de maestra. Al principio aceptaba cualquier oferta laboral que se le presentara para adquirir experiencia. Lo que le permitió descubrir actores, directores, y escritores y transformarse en el caudal de información necesaria para decidir qué cosas hacer y cuáles dejar de lado. "Ahora, elijo las cosas que me gustan. Cuando opto por un personaje, o por un papel lo hago porque me toca en algún punto, porque espero poder transmitir algo desde mi interior", dice el actor.
–¿Y si tuviera que elegir entre cine, teatro o televisión?
–Me quedaría con el teatro, es donde me siento más a gusto, aunque de los tres siempre rescato algo. Lo que me permite hacer el teatro es entrar en contacto directo con el espectador, poder desenvolverse sin dar pasos hacia atrás. Hay que trabajar bien el personaje para sentirlo y transmitirlo. Proporciona adrenalina estar con el público en vivo. Los tiempos son muy distintos a los del cine y la televisión.
Fuente: Diario Diagonales
No hay comentarios:
Publicar un comentario