TEATRO - CRITICA
Por IRENE BIANCHI
Un corsario, una pirata y un bucanero, se embarcan en una aventura plagada de riesgos y acechanzas, en busca de un tesoro lejano. Tras surcar bravíos mares, desafiar feroces tormentas y sobrevivir a un naufragio, el osado trío da con el preciado cofre, que contiene objetos mágicos, con asombrosos poderes.
Más que unirlos, el hallazgo los enfrenta en continuas hostilidades y luchas por lograr la supremacía y eliminarse entre sí. La sed de poder y la ambición desmedida, son más fuertes que las lealtades pactadas.
Sin embargo, estos tres chiflados, a fuerza de idas y vueltas, de golpes, coscorrones y tropiezos, terminarán descubriendo un tesoro mucho más valioso: la amistad, la confraternidad y la solidaridad.
Desde el punto de vista teatral, lo más interesante de "Código Pirata" es el lenguaje elegido. O más bien deberíamos decir: el no lenguaje, ya que los personajes se comunican a través de un idioma inventado, que el público irá decodificando a la luz de las acciones.
Transcurridos los primeros cinco minutos de asombro o extrañeza, el espectador se acostumbra a la ausencia del lenguaje conocido, factor éste que lo convierte en partícipe activo y necesario del espectáculo. La notable destreza física de los actores- puesta de manifiesto en sus movimientos coreográficos- su rica gestualidad, los efectos de sonido por ellos producidos, la muy bien elegida música y la ajustada puesta de luces, hacen innecesario y hasta redundante el uso de la palabra.
"Vuelve en julio" asume un gran desafío al elegir este modo no convencional de contar historias. No transitan el camino fácil ni trillado. Exploran formas nuevas, juegan, experimentan, se animan. Y -justo es decirlo- salen más que airosos de esta riesgosa aventura, por la variada paleta de recursos con que cuentan. Chapeau!
Fuente: Diario El Día
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