El actor que trabaja en "The Pillowman" habla de su galería de personajes raros. Dice que le teme a los encasillamientos de la tele, que busca tener mil caras y se pregunta cómo sería ser Hendler.
Por: Hernán Firpo
Estamos por acá. Un futuro cercano. 2020. El circuito off ya no es fragor de época sino un tendido que envidiaría la red de subterráneos de Buenos Aires. Teatritos en casas, en balcones, funciones en los intervalos de otras funciones, algo así. Obras en baños públicos. No se dice con la actuación de..., se dice perfomatea Pablo Rago.
"Las mezclas se consolidan hasta convertirse en otros modelos. Hay interacciones extrañas en el arte en general. En una exposición de cuadros, el pintor está ahí. Quizás está vestido o desnudo. Sí. ¿Viste que la vanguardia se toma su tiempo y se convierte en clásico? El espíritu de lo que antes era under se instala. Yo percibo que la intención es intervenir, acercarse cada vez al público. En mi caso, intervengo la ficción y la realidad. En Mundomudo, mi actual unipersonal (ver Información), me automenciono a través de un personaje que habla de Carlos Belloso. Al público hay que llevarlo. Llevarlo y traerlo.
Y el teatro comercial queda asimilado entonces: imaginate este gesto cultracultural: Urdapilleta diciendo "¿Mi sueño? Trabajar con Gianola".
Unirme a Fabián Gianola es posible en lo que es la tele, lo mediático. Es probable que uno quiera trabajar con alguien que siempre fue más superficial, sobre todo pensando que tal vez uno tuvo otras pretensiones.
Cuando se dice que el actor tiene que escuchar su propia voz, ¿te pasa de aturdirte con El Vasquito (de "Campeones")?
Me gusta la reunión de consorcio de mis personajes. Ahí me fijo bien que cada uno sea distinto. Si hay dos iguales, no hay consorcio. Me atrae mucho la idea del espástico, el minusválido, el sordomudo, los que no tienen voz.
¿De qué manera te identificás con esa colección de inadaptados?
Te voy a contar una experiencia muy traumática. Mi madre, una enfermera samaritana, una mujer dada a la solidaridad, cuando yo nací, en la cama de a lado, nace un chico con parálisis cerebral. Mi mamá le dio la teta porque la otra señora no podía y yo tuve un hermano de leche que mamaba de los pechos de mi madre. Además le pusieron el mismo nombre: Carlos. Ese espejo no desapareció nunca y me marcó. Cuando veo un espejo inmediatamente hago una mueca. ¿Y sabés qué? —Belloso parece subido a una tribuna de doctrina, las manos de Perón, los ojos de vidrio—: me gustan esos personajes porque yo también soy un poco inadaptado. Disfruto ser el grano en el culo de la gente.
Y los muchachos de la comedia, perdoná, me quedé colgado con lo del under 2020, harían obras de Bartís, versiones libres de "Esperando a Godot"... Coco Sily, Germán Kraus.
Vos mencionás a Coco y él hizo una productora que me dio trabajo y yo tuve la posibilidad de agradecérselo públicamente. Un colega que te da trabajo, entendés. Y te hablo de Coco, que lo conocí en el under y siempre fue un gran atorrante.
Pero cuando te llega un guión y leés que tu parte es la del "raro", la mirás a tu mujer y...
Si hay un guión muy flojo con freak inlcuído digo que no, porque ese techo ya lo toqué. Si me llega The Pillowman, un espástico con una historia súper compleja, un tipo sometido por el castigo y el encierro, digo que sí y refuerzo la línea. Esta experiencia de The Pillowman la estoy viviendo para mirarme en el espejo que te decía, el que me acompaña desde chiquitito.
¿Y te da miedo terminar como Jack Nicholson?
No, porque tengo un abanico amplio. En la tele procuro que cuando hago una comedia, paralelamente tenga que hacer algo profundo. Un Televisión por la identidad, algo así. Los productores van a lo seguro. Son medio, cómo decirte, son medio...
¿Vagos?
Hay un fondo de vagancia. Dicen: "Belloso, el loco de la televisión". Son esquemáticos. Y eso sí me da miedo. Es un miedo particular, no un miedo de todos los actores. Altavista tenía a Minguito y estaba feliz. Yo quiero ser el hombre de las mil caras.
Ponele que Burman te llama de apuro porque se le enfermó Daniel Hendler. ¿Serías capaz de reemplazarlo?
¿Para actuar de Hendler? Ja, ja, no sé, puede ser muy gracioso.
Vos hablás de los actores que actúan de ellos mismos. Como Marlon Brando. Un actor increíble que buscaba ser el mismo. Bruce Lee repetía que había dos tipos de actores: los que hacen muchos personajes y John Wayne, que se sacaba el sombrero de cowboy y se ponía el casco. Yo quiero explorar millones de mundos.
No sé si Pavlovsky o Cumbio, uno de los dos, sostiene que la locura es una forma de la pereza.
La locura, en un punto, es sagrada. Es como el inicio de la sabiduría. Y yo nunca trabajé más que haciendo de actor. Soy de los que se levanta a las tres de la mañana y dice: Este personaje usa una camisa tal.
¿Qué sentís cuando un compañero de elenco está ubicado media docena de estratos artísticos por debajo tuyo, pero gana el doble?
Me lo planteo antes. Elijo estar o no estar. Pero si ya estoy adentro, me pongo la camiseta y ya no me importa si gana más o si se lo merece. Me comprometo, y no sólo con mi personaje. Soy de los que trata que el producto tenga sustancia, Por ejemplo, no dudo en decirle a otro actor: Che, me parece que tu personaje pagaría más si tal cosa.
En "The Pillowman" se lo ve cambiado a Pablo Echarri. ¿Se cortó el pelo, adelgazó o trabaja realmente bien?
El tema con Pablo, por lo que estuve hablando con él, es que quería un papel para hacer teatro comercial. Pero está es una obra atípica, durísima para la calle Corrientes. Yo valoro mucho su elección. El podría haber hecho, qué sé yo, Taxi o Chupame los huesitos, pero optó por un personaje arduo que se carga la obra encima. De entrada vino muy humildemente a una zona que no conocía bien y se puso al servicio de la obra. ¿Me tengo que cortar el pelito? Me lo corto. Así se hace, así debe ser. Si me lo preguntan, yo diría que Pablo Echarri le encontró la vuelta al teatro.
Fuente: Clarín
Estamos por acá. Un futuro cercano. 2020. El circuito off ya no es fragor de época sino un tendido que envidiaría la red de subterráneos de Buenos Aires. Teatritos en casas, en balcones, funciones en los intervalos de otras funciones, algo así. Obras en baños públicos. No se dice con la actuación de..., se dice perfomatea Pablo Rago.
"Las mezclas se consolidan hasta convertirse en otros modelos. Hay interacciones extrañas en el arte en general. En una exposición de cuadros, el pintor está ahí. Quizás está vestido o desnudo. Sí. ¿Viste que la vanguardia se toma su tiempo y se convierte en clásico? El espíritu de lo que antes era under se instala. Yo percibo que la intención es intervenir, acercarse cada vez al público. En mi caso, intervengo la ficción y la realidad. En Mundomudo, mi actual unipersonal (ver Información), me automenciono a través de un personaje que habla de Carlos Belloso. Al público hay que llevarlo. Llevarlo y traerlo.
Y el teatro comercial queda asimilado entonces: imaginate este gesto cultracultural: Urdapilleta diciendo "¿Mi sueño? Trabajar con Gianola".
Unirme a Fabián Gianola es posible en lo que es la tele, lo mediático. Es probable que uno quiera trabajar con alguien que siempre fue más superficial, sobre todo pensando que tal vez uno tuvo otras pretensiones.
Cuando se dice que el actor tiene que escuchar su propia voz, ¿te pasa de aturdirte con El Vasquito (de "Campeones")?
Me gusta la reunión de consorcio de mis personajes. Ahí me fijo bien que cada uno sea distinto. Si hay dos iguales, no hay consorcio. Me atrae mucho la idea del espástico, el minusválido, el sordomudo, los que no tienen voz.
¿De qué manera te identificás con esa colección de inadaptados?
Te voy a contar una experiencia muy traumática. Mi madre, una enfermera samaritana, una mujer dada a la solidaridad, cuando yo nací, en la cama de a lado, nace un chico con parálisis cerebral. Mi mamá le dio la teta porque la otra señora no podía y yo tuve un hermano de leche que mamaba de los pechos de mi madre. Además le pusieron el mismo nombre: Carlos. Ese espejo no desapareció nunca y me marcó. Cuando veo un espejo inmediatamente hago una mueca. ¿Y sabés qué? —Belloso parece subido a una tribuna de doctrina, las manos de Perón, los ojos de vidrio—: me gustan esos personajes porque yo también soy un poco inadaptado. Disfruto ser el grano en el culo de la gente.
Y los muchachos de la comedia, perdoná, me quedé colgado con lo del under 2020, harían obras de Bartís, versiones libres de "Esperando a Godot"... Coco Sily, Germán Kraus.
Vos mencionás a Coco y él hizo una productora que me dio trabajo y yo tuve la posibilidad de agradecérselo públicamente. Un colega que te da trabajo, entendés. Y te hablo de Coco, que lo conocí en el under y siempre fue un gran atorrante.
Pero cuando te llega un guión y leés que tu parte es la del "raro", la mirás a tu mujer y...
Si hay un guión muy flojo con freak inlcuído digo que no, porque ese techo ya lo toqué. Si me llega The Pillowman, un espástico con una historia súper compleja, un tipo sometido por el castigo y el encierro, digo que sí y refuerzo la línea. Esta experiencia de The Pillowman la estoy viviendo para mirarme en el espejo que te decía, el que me acompaña desde chiquitito.
¿Y te da miedo terminar como Jack Nicholson?
No, porque tengo un abanico amplio. En la tele procuro que cuando hago una comedia, paralelamente tenga que hacer algo profundo. Un Televisión por la identidad, algo así. Los productores van a lo seguro. Son medio, cómo decirte, son medio...
¿Vagos?
Hay un fondo de vagancia. Dicen: "Belloso, el loco de la televisión". Son esquemáticos. Y eso sí me da miedo. Es un miedo particular, no un miedo de todos los actores. Altavista tenía a Minguito y estaba feliz. Yo quiero ser el hombre de las mil caras.
Ponele que Burman te llama de apuro porque se le enfermó Daniel Hendler. ¿Serías capaz de reemplazarlo?
¿Para actuar de Hendler? Ja, ja, no sé, puede ser muy gracioso.
Vos hablás de los actores que actúan de ellos mismos. Como Marlon Brando. Un actor increíble que buscaba ser el mismo. Bruce Lee repetía que había dos tipos de actores: los que hacen muchos personajes y John Wayne, que se sacaba el sombrero de cowboy y se ponía el casco. Yo quiero explorar millones de mundos.
No sé si Pavlovsky o Cumbio, uno de los dos, sostiene que la locura es una forma de la pereza.
La locura, en un punto, es sagrada. Es como el inicio de la sabiduría. Y yo nunca trabajé más que haciendo de actor. Soy de los que se levanta a las tres de la mañana y dice: Este personaje usa una camisa tal.
¿Qué sentís cuando un compañero de elenco está ubicado media docena de estratos artísticos por debajo tuyo, pero gana el doble?
Me lo planteo antes. Elijo estar o no estar. Pero si ya estoy adentro, me pongo la camiseta y ya no me importa si gana más o si se lo merece. Me comprometo, y no sólo con mi personaje. Soy de los que trata que el producto tenga sustancia, Por ejemplo, no dudo en decirle a otro actor: Che, me parece que tu personaje pagaría más si tal cosa.
En "The Pillowman" se lo ve cambiado a Pablo Echarri. ¿Se cortó el pelo, adelgazó o trabaja realmente bien?
El tema con Pablo, por lo que estuve hablando con él, es que quería un papel para hacer teatro comercial. Pero está es una obra atípica, durísima para la calle Corrientes. Yo valoro mucho su elección. El podría haber hecho, qué sé yo, Taxi o Chupame los huesitos, pero optó por un personaje arduo que se carga la obra encima. De entrada vino muy humildemente a una zona que no conocía bien y se puso al servicio de la obra. ¿Me tengo que cortar el pelito? Me lo corto. Así se hace, así debe ser. Si me lo preguntan, yo diría que Pablo Echarri le encontró la vuelta al teatro.
Fuente: Clarín
No hay comentarios:
Publicar un comentario