jueves, 15 de enero de 2009

Reestrena El día que Nietzsche lloró, una obra del circuito off

CARTELERA PORTEÑA
La directora Lía Jelín habló sobre su trabajo en este espectáculo. La obra, que ya realizó un centenar de funciones y fue vista por casi 20 mil espectadores en sus dos temporadas anteriores, viene de una gira que la llevó a los escenarios de distintas localidades de la provincia de Buenos Aires.

Luciano Cazaux y Pablo Mariuzzi encabezan el elenco de El día que Nietzsche lloró, pieza teatral que mañana inicia una nueva temporada en el teatro La comedia de Buenos Aires.
Se trata de la novela de Irvin Yalom que Luciano Cazaux adaptó al teatro y Lía Jelín dirige. “Volver a retomar una obra, y especialmente una obra compleja como esta, hace que una se vea obligada a profundizar más en el tema”, aseguró Jelín a Diagonales quien, pese a encarar la tercera temporada con este espectáculo, no se relaja ante el inminente reestreno.
La obra, que ya realizó un centenar de funciones y fue vista por casi 20 mil espectadores en sus dos temporadas anteriores, viene de una gira que la llevó a los escenarios de distintas localidades de la provincia de Buenos Aires.
–¿Es una tranquilidad reestrenar una obra que ya tiene tantas funciones en su haber o siempre hay algo que ajustar?
–Los actores ya han metabolizado la información inicial y pueden generar cosas de mayor calidad. Ahora, eso de tranquilidad, nunca.
La obra está ambientada en 1890. El incipiente psicoanálisis se ocupa de la histeria y un filósofo, nada menos que Friedrich Nietzsche, encarna la desesperanza de la civilización occidental: ese es el clima teórico intelectual de fines de siglo XIX. Entonces, un joven Sigmund Freud –que apenas tiene 24 años– observa el encuentro entre su maestro, el doctor Josef Breuer, y Nietzsche, aquél filósofo maldito precipitado tanto o más que su médico hacia el abismo de sus obsesiones. La historia narra la milagrosa cura de ambos mediante el amor y la amistad.
–¿Es más complejo encarar una obra que incluye personajes que fueron reales?
–Claro que sí, ya que en la memoria colectiva de los espectadores los personajes "del bronce" suelen estar estereotipados y es misión de la dirección humanizarlos y comprender sus reales dimensiones.

La puesta trabaja con dos planos, el del inconsciente y el de la realidad; y la escenografía busca instalar en el espacio ambos hemisferios: escaleras repetidas, proyecciones multimedia y superficies tramadas que sólo dejan ver invirtiendo la mirada, instalan a los personajes en un espacio onírico, que pudiera ser el limbo. El límite de éste ámbito es un plano circular donde se reflejan parte de los pensamientos, sentires y temores de los personajes. La época se evoca en el vestuario, que sin dejar de tener un carácter plástico dibuja rasgos de cada personaje: las mujeres aparecen en colores y texturas suaves, pero cada una dando pauta de su esencia. En los hombres, los colores son neutros y se exacerba lo angustiosamente intelectual de Nietzsche, escurridizo a la hora de mostrarse humano. El contraste y ausencia de color entre hombres y mujeres responde a que ellas son reflejos del imaginario de estos intelectuales de la época.
–¿Qué es más importante en esta puesta: los diálogos o lo que no se dice ?
–Haber podido dividir la puesta entre lo manifiesto y lo latente, hace precisamente que tanto los diálogos como la gestualidad, el vestuario, la escenografía y hasta la música tengan el mismo valor y se ayuden mutuamente.
–¿Considera que la obra le llega de la misma manera al público que sólo escucho hablar de Nietzsche y Freud, que al que está más empapado de estos personajes?
–Las preguntas fundamentales que se hace Nietzsche sobre su angustia existencial y Freud comenzando a pergeñar su fabulosa idea del psicoanálisis, son de un atractivo que supera el conocimiento profundo de estos dos grandes, ya que la crisis de los cuarenta es inherente a todo el mundo y la pregunta de que quizá ninguno de nosotros pueda ver al otro tal como realmente es no pertenece exclusivamente al conocimiento de esos personajes.

Fuente: Diario Diagonales

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