Encarna a una madre de familia en un texto nacido en un blog que ahora llega al teatro
"El teatro tiene mucho stress pero da mucho placer. Es una profesión gratificante porque te metés en algo que no sabés nunca qué va a pasar... -apunta el gran Antonio Gasalla-. En este caso pensé que la adaptación no me iba a salir nunca".
-Entonces, ¿por qué te metiste a hacer la adaptación, la dirección y protagonizar Más respeto que soy tu madre ?
-No me metí, me lo propusieron.
-Pero aceptaste.
-Sí, es que me ofrecen hacer muchos proyectos y casi nunca acepto porque tengo enganchada una cosa con otra. En este caso me gustó la idea, el personaje y el humor que tiene. Sentí que era un desafío.
El desafío de sumar a Gasalla a este espectáculo viene de hace tiempo. Pero el creador de madres protectoras, conductoras de programas de cable, abuelas entrañables, empleadas públicas con incontinencia verbal, maestras bien argentinas, señoras abandónicas y mujeres con más cirugías que mañas recién se concretó a fin del año pasado. Lo primero fue hacer la adaptación de este blog creado por Hernán Casciari (columnista de LA NACION) que, en 2005, la cadena alemana Deutsche Welle consideró como el mejor weblog del año.
-¿Qué te interesó de Mirta, tu personaje alrededor del cual gira toda la acción?
-Tiene un humor que está bien contado, mucha ternura, mucho disparate, momentos de emoción. Por otro lado, me calentó el desafío de encargarme de la adaptación.
-¿Trabajaste con el autor?
-No. La propuesta no era mezclarnos. Es decir, me parece que si pasás algo de un género a otro hay uno que termina ganando. Además, esto era un blog, cosas sueltas escritas con mucha liviandad y con un lenguaje muy directo.
-¿Sos de usar Internet?
-Toda mi vida pasa por Internet. Tengo que buscar un médico y busco datos por ahí.
-¿De vez en cuando escribís tu nombre en Google?
-Alguna vez lo hice.
-¿Te sorprende lo que encontrás?
-No... Yo soy grande ya. Lo que realmente me sorprende es saber quién carajo carga todo eso porque lo que busques, está. La mayoría de los pendejos está todo el día en Internet para chatear, boludear y poner fotos de sus propias caras, pero hay cosas interesantes que se pueden hacer.
-Poner la foto de tu propia cara puede ser algo interesante que, quizá por cuestiones generacionales, uno se queda afuera.
-Claro, pero es monótono si tu vida es poner tres fotos por día y ver cuánta gente te viene a ver.
-¿Qué tiene Mirta de tus otras mujeres?
-Es una ama de casa, como Matilde, otro personaje mío. Lo que no tiene es el disparate o el nivel de cosa exagerada y gruesa que a veces manejo.
-Pero sea Matilde, Mirta o Soledad Solari parecen no tener filtro. Lo que les viene a la mente lo dicen.
-Bueno, en general, las mujeres dicen lo que les viene a la mente. El hombre tiene otros límites, otras vueltas. En contraposición, una mujer de clase media con mucha necesidad económica está llena de situaciones límites que la obligan a manifestarse a los gritos o como sea. En una familia, la mujer es la que lleva la batalla.
-¿Esa batalla es la que te fascina tanto a la hora de crear esa batería de mujeres que compusiste a lo largo de los años?
-Lo que pasa es que alguna vez hice una mujer que tuvo éxito y después empezaron a preguntar por la próxima... Más allá de eso, creo a los personajes para contar cosas y hay conflictos de los últimos años que se pueden contar mejor a partir de una mujer. Cuando con Enrique [Pinti] escribimos Matilde queríamos hablar, en plena época de los militares, cómo se estaba viniendo abajo la clase media. Y eso es más fácil hacerlo con una mujer en medio de su casa y llena de problemas que con un tipo que se quedó sin trabajo. En una cocina saltan los problemas generacionales, económicos, de frustraciones... Yo jamás pensé que me iba a vestir de mujer en un escenario. Vengo del Conservatorio y, a lo sumo, en las horas libres nos disfrazábamos de mujer en broma. Después, nunca pensé que iba a terminar trabajando en el café concert, en sótanos... Con Carlos Perciavalle y con Nacha Guevara hemos actuado en la inauguración de una peluquería en la vereda misma. Claro que eran épocas que no teníamos un mango. Si a Nacha le ayudamos a pagar el parto con parte de lo que ganábamos. Era otro Buenos Aires.
-Ahora, en esta Buenos Aires, tanto Nacha como vos tienen una marquesina enorme en plena avenida Corrientes...
-Y Pinti, la suya... Somos todos de esa generación. El que siempre está incólumne es Alfredo [Alcón]. El es un ejemplo infernal para esta profesión. Es un tipo que en silencio se aprende un Shakespeare, que en silencio se aprende un Pirandello. ¡Y hay que hacerlo! Pero, en relación a lo de la marquesina, me sorprendería si llego al teatro y no encuentro la foto. ¡Si yo la retoqué en la computadora, le abrí el ojo...! Será por eso que no me sorprende tanto.
Antonio Gasalla arrancó el año pasado en Mar del Plata con el espectáculo de Nito Artaza. También protagonizó la frustrada revista del Maipo mechando con alguna participación en el programa de Marcelo Tinelli y en el ciclo de Susana Gimenez. Durante semejante rally, se dijo que se había peleado con fulano y con mengano, pero él desmiente todo. "Yo no me peleo -se ataja-. Esas son cosas del periodismo, del periodismo del espectáculo que tiene la palabra «pelea» grabada antes de ponerse a escribir. Yo hace rato que no me peleo. Siempre pongo el ejemplo: me la pasé 25 años aclarando que no estaba enojado con Carlos Perciavalle. Tengo muchos años de psicoanálisis y a esta altura uno elige con quién pelearse, uno elige si quiere pasar por ese estado de autoagresión. Yo me divierto con la gente que hoy en día se pelea en broma, que después se insultan, se insultan y se terminan poniendo un abogado. ¡Es maravilloso!
-Eso situación la debés haber transitado en lo de Tinelli.
-Bueno..., estuve un día o dos. Pero esa tensión es más afuera del estudio que adentro. Antes uno tenía para defenderse su profesión, los años de trabajo; hoy en día entran de la calle. En el programa de Tinelli patinó gente que no se sabía quién era. Yo creo que no se puede forzar tanto la cabeza de la gente porque la gente sigue pensando igual. Los jóvenes se engancharán unos minutos con una pelea, pero de un artista les interesa lo que el artista les propone.
-Parecería ser que el rating no te da la razón.
-Sí, me da la razón. Lo que pasa es que estamos hablando de televisión y la televisión es un negocio y punto. Y si a la televisión le interesa que caigas desmayado al suelo te vas a tener que desmayar. Ahora no creo que desde un programa le digan a la gente: "Peleate".
-¿No?
-No. Contratan a gente que no se aguanta que se van a terminar peleando.
-Inteligentes.
-Totalmente.
-¿Vas a volver al programa de Tinelli?
-Estamos hablando. Pero la tele no es algo que me caliente demasiado.
-Pero en lo de Susana sos un clásico.
-Pero eso empezó por casualidad. Ella se había peleado con [Huberto] Roviralta, se venía el programa y era imposible no hablar del tema. Me llamaron de apuro para hacer de la abuela y ahí quedé para preguntar cosas que otros no se animaban. Llevamos siete años así. Yo quiero hacer otros personajes pero ella quiere la abuela, la abuela, la abuela y ahí está.
-¿Ya odias a la abuela?
-No, la amo. A mí me encanta actuar. El estado de actuación es de felicidad total. Por eso ahora hago Más respeto que soy tu madre .
Alejandro Cruz
Para agendar
Más respeto que soy tu madre, con Antonio Gasalla.
Metropolitan, Corrientes 1343. De miércoles a viernes, a las 21; sábados, a las 22; y domingos, a las 20.
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