La fabriquera y su presente itinerante
Por Cecilia Famá
Las chapas grises características del frente de la casa de 2 entre 40 y 41 -que supo albergar durante 12 años a la sala teatral La Fabriquera- siguen intactas. Pero desaparecieron los carteles, los afiches de los cursos, las fotos de las obras. La fachada se modificó apenas. Y el interior bastante: muebles, escenario, luces y gradas desparecieron. Sin embargo, aún resuenan las voces de Raquel y Ronnie, los hermanos Raúl y Paúl, y de los integrantes de la particular familia de “Ultimas cosas”. Es que ése, el del 477 de la calle 2, ya no será jamás un inmueble cualquiera; seguirá habitado por los espíritus de los mil y un personajes que allí se gestaron y tanto supieron conmover al público.
¿Qué pasó con La Fabriquera? ¿Cerró? En octubre hubo una serie de fiestas de “despedida”, en la que anfitriones y amigos compartieron espectáculos, música y tragos para decirle adiós a la casa. Cuestiones económicas y la desvinculación de uno de los miembros fundadores del grupo derivaron en la actual carencia de espacio físico donde desarrollar las actividades. En estas condiciones, estiman Laura Valencia y Patricia Ríos –actuales directoras artísticas-, concebirán al menos el comienzo de la temporada 2009, para la que solo restan un par de meses.
“La casa era mía y del (actor y dramaturgo) Pollo Canevaro”, recuerda la bailarina, coreógrafa y dramaturga Laura Valencia: “en 1996 arrancamos con el proyecto, al que luego se fue sumando más gente. Al poquito tiempo el Cabe (Mallo), más tarde Pato (Patricia Ríos). Lo cierto es que a fin del año pasado tuvimos que vender la propiedad y ahora estamos viendo si alquilamos un lugar… Mientras tanto, hacemos cosas en otros espacios. El año pasado yo empecé a abrir un poco el juego: presenté una obra (´Dibujando en el agua me parece ver el inexplicable espectáculo que ha sido la vida´) en el Galpón de La Grieta, donde también hicimos una instalación en un auto; y llevamos ´Mar de Fondo´ a San Luis. Ahora estamos de vacaciones, y es muy probable –por la situación económica que se está viviendo- que durante buena parte de 2009 presentemos obras en lugares que no nos serán propios, hasta que encontremos nuestro lugar”.
En la casa que cerró sus puertas en noviembre, desde 1996 se estrenó más de una decena de obras: “El hacha”, “7 cabritos. Pléyades” y “Ultimas cosas” (de Canevaro); “Eterna” y “No me muevo hasta que el agua me llegue al cuello” (de Valencia); “Lazos sanguíneos”, “La frontera. O tan ávidos de amor como de sangre”, “Mala jugada” (de Ríos), y otras tantas tan recordadas por el público del teatro independiente platense, como premiadas en concursos de la Comedia Provincial y Municipal.
Lo cierto es que la usina creativa no está detenida; sigue andando: “La Fabriquera continúa; sólo que mutó… por el momento está itinerante”, le gusta decir a Valencia.
Por Cecilia Famá
Las chapas grises características del frente de la casa de 2 entre 40 y 41 -que supo albergar durante 12 años a la sala teatral La Fabriquera- siguen intactas. Pero desaparecieron los carteles, los afiches de los cursos, las fotos de las obras. La fachada se modificó apenas. Y el interior bastante: muebles, escenario, luces y gradas desparecieron. Sin embargo, aún resuenan las voces de Raquel y Ronnie, los hermanos Raúl y Paúl, y de los integrantes de la particular familia de “Ultimas cosas”. Es que ése, el del 477 de la calle 2, ya no será jamás un inmueble cualquiera; seguirá habitado por los espíritus de los mil y un personajes que allí se gestaron y tanto supieron conmover al público.
¿Qué pasó con La Fabriquera? ¿Cerró? En octubre hubo una serie de fiestas de “despedida”, en la que anfitriones y amigos compartieron espectáculos, música y tragos para decirle adiós a la casa. Cuestiones económicas y la desvinculación de uno de los miembros fundadores del grupo derivaron en la actual carencia de espacio físico donde desarrollar las actividades. En estas condiciones, estiman Laura Valencia y Patricia Ríos –actuales directoras artísticas-, concebirán al menos el comienzo de la temporada 2009, para la que solo restan un par de meses.
“La casa era mía y del (actor y dramaturgo) Pollo Canevaro”, recuerda la bailarina, coreógrafa y dramaturga Laura Valencia: “en 1996 arrancamos con el proyecto, al que luego se fue sumando más gente. Al poquito tiempo el Cabe (Mallo), más tarde Pato (Patricia Ríos). Lo cierto es que a fin del año pasado tuvimos que vender la propiedad y ahora estamos viendo si alquilamos un lugar… Mientras tanto, hacemos cosas en otros espacios. El año pasado yo empecé a abrir un poco el juego: presenté una obra (´Dibujando en el agua me parece ver el inexplicable espectáculo que ha sido la vida´) en el Galpón de La Grieta, donde también hicimos una instalación en un auto; y llevamos ´Mar de Fondo´ a San Luis. Ahora estamos de vacaciones, y es muy probable –por la situación económica que se está viviendo- que durante buena parte de 2009 presentemos obras en lugares que no nos serán propios, hasta que encontremos nuestro lugar”.
En la casa que cerró sus puertas en noviembre, desde 1996 se estrenó más de una decena de obras: “El hacha”, “7 cabritos. Pléyades” y “Ultimas cosas” (de Canevaro); “Eterna” y “No me muevo hasta que el agua me llegue al cuello” (de Valencia); “Lazos sanguíneos”, “La frontera. O tan ávidos de amor como de sangre”, “Mala jugada” (de Ríos), y otras tantas tan recordadas por el público del teatro independiente platense, como premiadas en concursos de la Comedia Provincial y Municipal.
Lo cierto es que la usina creativa no está detenida; sigue andando: “La Fabriquera continúa; sólo que mutó… por el momento está itinerante”, le gusta decir a Valencia.
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