Estaba entusiasmado porque había empezado con los ensayos de una obra de teatro que iba a dirigir en una sala de nuestra ciudad. Además, era un apasionado de la actuación y tomaba clases con distintos profesores para perfeccionarse. También integraba una banda de músicos, donde se encargaba de la percusión.
A pesar de sus múltiples actividades siempre tenía tiempo para estar con sus seres queridos. Francisco Arturo Lissa siempre se mantenía comunicado con sus amigos. Siempre los tenía al tanto de sus proyectos. Por eso a muchos de ellos les llamó la atención que, desde el martes pasado, nadie tuviera noticias de él.
El joven de 23 años, estudiante de cine y teatro, tenía apagado el celular y no estaba en su casa de la calle 47 entre 3 y diagonal 80, donde vivía solo. Su desaparición era un misterio. A algunos se les cruzó por la cabeza que había viajado. Otros incluso llegaron a pensar que podría haber sido víctima de un secuestro. Pero ninguno imaginó cuál había sido el destino del chico, cuyo cadáver fue hallado tirado ayer a la tarde a un costado de la calle 66, en Berisso. Había sido amordazado, maniatado y ahorcado.
Era el único hijo de un conocido farmacéutico de nuestra ciudad, Julio César "Pipo" Lissa, fallecido en el año 2000, ex presidente del Colegio de Farmacéuticos de La Plata y de la Caja de Previsión Social para profesionales de las Ciencias farmacéuticas de la Provincia de Buenos Aires. La madre del joven, Raquel Berthi, es una reconocida psicóloga.
Todos los amigos y allegados con los que EL DIA habló ayer coincidieron en señalar a "Fran" -así lo llamaban- como un "tipo fuera de serie", "un tipo maravilloso", "un flaco genial y culto".
Quienes lo conocían, aseguran que Francisco era un apasionado en todas las cosas que le gustaban: la música, el teatro, el cine. Y que no paraba de asombrar a todos con sus cualidades intelectuales. "Sabía un montón de música clásica. Era un tipo que a los ocho años ya era fanático de Les Luthiers, cuando todos los demás chicos ni siquiera los habíamos escuchado nombrar", contó a este diario una de sus amigas, con quien estudió en la Escuela Anexa.
Viajero incansable, conoció muchos países, y compartió la mayoría de esos paseos con su padre con quien mantenía una estrecha amistad. Por eso, quienes lo conocían, aseguran que para Francisco el fallecimiento de su padre había sido una pérdida que nunca pudo superar.
Ahora repartía su tiempo entre la carrera de Cine en la Universidad local, sus clases y ensayos de teatro y sus actividades con el grupo de música "Lumilagro", donde tocaba instrumentos de percusión.
"Era serio y una persona maravillosa. Las cosas que le gustaban se las tomaba en serio, era muy comprometido. Era un honor conocerlo", dijo uno de sus actuales compañeros de teatro.
Siempre buscaba superarse y perfeccionarse en la actuación. El martes de esta semana había tomado una nueva clase con el reconocido actor Pompeyo Audivert, en capital federal. También fue alumno de Norman Briski.
El año pasado integró el elenco de la obra "Las razones del bosque", que entre septiembre y octubre estuvo en cartel en el teatro La Fabriquera, de calle 2 entre 41 y 42. También había actuado en otras obras de teatro en distintas salas de nuestra ciudad.
Actualmente, estaba trabajando en los ensayos para dirigir la obra "El Robot" de Eduardo "Tato" Pavlovsky que tenía previsto estrenar próximamente en el Teatro "La Hermandad del Princesa", ubicado en diagonal 74 entre 40 y 41.
El último ensayo había sido el sábado por la noche. Esa fue la última vez que lo vieron sus compañeros y amigos de teatro. Después de la intensa jornada de trabajo, todos tienen por costumbre juntarse a cenar en el mismo restaurante. Pero esa noche Francisco se excusó. Dijo que tenía que encontrarse con un amigo que "no veía desde hace tiempo". Nadie podía creer ayer que Francisco ya no va estar más junto a ellos.
Fuente: El Día
A pesar de sus múltiples actividades siempre tenía tiempo para estar con sus seres queridos. Francisco Arturo Lissa siempre se mantenía comunicado con sus amigos. Siempre los tenía al tanto de sus proyectos. Por eso a muchos de ellos les llamó la atención que, desde el martes pasado, nadie tuviera noticias de él.
El joven de 23 años, estudiante de cine y teatro, tenía apagado el celular y no estaba en su casa de la calle 47 entre 3 y diagonal 80, donde vivía solo. Su desaparición era un misterio. A algunos se les cruzó por la cabeza que había viajado. Otros incluso llegaron a pensar que podría haber sido víctima de un secuestro. Pero ninguno imaginó cuál había sido el destino del chico, cuyo cadáver fue hallado tirado ayer a la tarde a un costado de la calle 66, en Berisso. Había sido amordazado, maniatado y ahorcado.
Era el único hijo de un conocido farmacéutico de nuestra ciudad, Julio César "Pipo" Lissa, fallecido en el año 2000, ex presidente del Colegio de Farmacéuticos de La Plata y de la Caja de Previsión Social para profesionales de las Ciencias farmacéuticas de la Provincia de Buenos Aires. La madre del joven, Raquel Berthi, es una reconocida psicóloga.
Todos los amigos y allegados con los que EL DIA habló ayer coincidieron en señalar a "Fran" -así lo llamaban- como un "tipo fuera de serie", "un tipo maravilloso", "un flaco genial y culto".
Quienes lo conocían, aseguran que Francisco era un apasionado en todas las cosas que le gustaban: la música, el teatro, el cine. Y que no paraba de asombrar a todos con sus cualidades intelectuales. "Sabía un montón de música clásica. Era un tipo que a los ocho años ya era fanático de Les Luthiers, cuando todos los demás chicos ni siquiera los habíamos escuchado nombrar", contó a este diario una de sus amigas, con quien estudió en la Escuela Anexa.
Viajero incansable, conoció muchos países, y compartió la mayoría de esos paseos con su padre con quien mantenía una estrecha amistad. Por eso, quienes lo conocían, aseguran que para Francisco el fallecimiento de su padre había sido una pérdida que nunca pudo superar.
Ahora repartía su tiempo entre la carrera de Cine en la Universidad local, sus clases y ensayos de teatro y sus actividades con el grupo de música "Lumilagro", donde tocaba instrumentos de percusión.
"Era serio y una persona maravillosa. Las cosas que le gustaban se las tomaba en serio, era muy comprometido. Era un honor conocerlo", dijo uno de sus actuales compañeros de teatro.
Siempre buscaba superarse y perfeccionarse en la actuación. El martes de esta semana había tomado una nueva clase con el reconocido actor Pompeyo Audivert, en capital federal. También fue alumno de Norman Briski.
El año pasado integró el elenco de la obra "Las razones del bosque", que entre septiembre y octubre estuvo en cartel en el teatro La Fabriquera, de calle 2 entre 41 y 42. También había actuado en otras obras de teatro en distintas salas de nuestra ciudad.
Actualmente, estaba trabajando en los ensayos para dirigir la obra "El Robot" de Eduardo "Tato" Pavlovsky que tenía previsto estrenar próximamente en el Teatro "La Hermandad del Princesa", ubicado en diagonal 74 entre 40 y 41.
El último ensayo había sido el sábado por la noche. Esa fue la última vez que lo vieron sus compañeros y amigos de teatro. Después de la intensa jornada de trabajo, todos tienen por costumbre juntarse a cenar en el mismo restaurante. Pero esa noche Francisco se excusó. Dijo que tenía que encontrarse con un amigo que "no veía desde hace tiempo". Nadie podía creer ayer que Francisco ya no va estar más junto a ellos.
Fuente: El Día
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