22 PARA 15. Efron tiene 22 años pero encarna personajes más jóvenes. En "XXY", de Lucía Puenzo, es la hija, de 15 años, de Darín y Bertuccelli. (M. Genlote)
Surgió en teatro y desde entonces se dedicó al cine. Dos de sus películas se estrenan este año
Laura Gentile
Su cara aún no es conocida pero lo será pronto. Es que su siembra cinematográfica está comenzando a dar frutos. A los 22 años, Inés Efron es como una joyita de actuación fluida y rica, una presencia neta que llama la atención cualquiera sea la trama en la que aparezca.
Fue la inefable y superada Ruth en la película Cara de queso, protagonizó la premiada Glue (Historias adolescentes en medio de la nada) junto a Nahuel Pérez Bizcayart (aún no estrenada comercialmente) y se la podrá ver en mayo en la opera prima de Lucía Puenzo, XXY, interpretando a la hermafrodita, hija de Ricardo Darín y Valeria Bertucelli.
Pariente lejana de Paloma Efron (la mítica periodista Blackie) "creo que es la prima de mi papá", Inés nació en México, donde sus padres se exiliaron durante la última dictadura militar. Volvió a los cuatro meses de edad. Vive en San Martín con sus padres (él mecánico dental, ella "hace sacos").
Inés empezó a estudiar teatro a los 14 porque "no sabía bien qué hacer y además quería tener amigos y en la escuela me costaba mucho integrarme", explica. Ajá. "Bueno —aclara— había etapas en las que me integraba y etapas en las que estaba media sola y me refugiaba en el estudio".
Por entonces tenía amigos por cartas, calcula unos 30 alrededor de todo el país. "¿Viste la Zeta 10, una revista de los 90 que hacía la propaganda Julián Weich?, bueno tenía una página llamada Amigos por cartas".
A los 16 empezó en el taller de Nora Moseinco donde estudió hasta los 20. A los 19 debutó en teatro en una obra de Lola Arias Poses para dormir. Allí hacía de Tao, una soldado de un país post nuclear. "Y a partir de ahí —reconstruye— todas las películas que me salieron es porque me vieron en esa obra".
Lucía Puenzo, en cambio la llamó luego de verla en Glue (película ganadora del BAFICI 2006). "Hicimos una prueba pero yo le daba grande —recuerda—, ella tenía en su mente una chica de 14, hice dos castings más, costó pero quedé y subió la edad del personaje a 15".
¿Fue difícil componer a una hermafrodita? "Sí, me costó —reconoce, aunque no desde un lugar psicológico, sino más bien físico—, tengo una voz muy aguda y tenía que masculinizarla un poco, yo soy más delicada y tenía que ser más rea..."
¿Y la televisión?. "No sé —duda, piensa—, no tengo un deseo fuerte, solo si se da... Pero si lo podría evitar, mejor. No me gustaría tener que ir todos los días a un mismo lugar". Aparentemente el estilo "sé natural" o actuación express no es para ella. Quizás tampoco como espectadora: hace tres meses se quemó su televisor y hasta ahora no lo repusieron. "Es que en el lugar de la tele solo entra una de 14 pulgadas y no se consiguen de ese tamaño", explica.
No lo extrañan, están mejor así: "Cuando mi papá volvía de trabajar —cuenta—, comía y se tiraba a ver tele y se automatizaba. Y ahora llega y tiene ese momento ahí vacío y puede ver lo que realmente le dan ganas de hacer".
Fuente: Clarín
Surgió en teatro y desde entonces se dedicó al cine. Dos de sus películas se estrenan este año
Laura Gentile
Su cara aún no es conocida pero lo será pronto. Es que su siembra cinematográfica está comenzando a dar frutos. A los 22 años, Inés Efron es como una joyita de actuación fluida y rica, una presencia neta que llama la atención cualquiera sea la trama en la que aparezca.
Fue la inefable y superada Ruth en la película Cara de queso, protagonizó la premiada Glue (Historias adolescentes en medio de la nada) junto a Nahuel Pérez Bizcayart (aún no estrenada comercialmente) y se la podrá ver en mayo en la opera prima de Lucía Puenzo, XXY, interpretando a la hermafrodita, hija de Ricardo Darín y Valeria Bertucelli.
Pariente lejana de Paloma Efron (la mítica periodista Blackie) "creo que es la prima de mi papá", Inés nació en México, donde sus padres se exiliaron durante la última dictadura militar. Volvió a los cuatro meses de edad. Vive en San Martín con sus padres (él mecánico dental, ella "hace sacos").
Inés empezó a estudiar teatro a los 14 porque "no sabía bien qué hacer y además quería tener amigos y en la escuela me costaba mucho integrarme", explica. Ajá. "Bueno —aclara— había etapas en las que me integraba y etapas en las que estaba media sola y me refugiaba en el estudio".
Por entonces tenía amigos por cartas, calcula unos 30 alrededor de todo el país. "¿Viste la Zeta 10, una revista de los 90 que hacía la propaganda Julián Weich?, bueno tenía una página llamada Amigos por cartas".
A los 16 empezó en el taller de Nora Moseinco donde estudió hasta los 20. A los 19 debutó en teatro en una obra de Lola Arias Poses para dormir. Allí hacía de Tao, una soldado de un país post nuclear. "Y a partir de ahí —reconstruye— todas las películas que me salieron es porque me vieron en esa obra".
Lucía Puenzo, en cambio la llamó luego de verla en Glue (película ganadora del BAFICI 2006). "Hicimos una prueba pero yo le daba grande —recuerda—, ella tenía en su mente una chica de 14, hice dos castings más, costó pero quedé y subió la edad del personaje a 15".
¿Fue difícil componer a una hermafrodita? "Sí, me costó —reconoce, aunque no desde un lugar psicológico, sino más bien físico—, tengo una voz muy aguda y tenía que masculinizarla un poco, yo soy más delicada y tenía que ser más rea..."
¿Y la televisión?. "No sé —duda, piensa—, no tengo un deseo fuerte, solo si se da... Pero si lo podría evitar, mejor. No me gustaría tener que ir todos los días a un mismo lugar". Aparentemente el estilo "sé natural" o actuación express no es para ella. Quizás tampoco como espectadora: hace tres meses se quemó su televisor y hasta ahora no lo repusieron. "Es que en el lugar de la tele solo entra una de 14 pulgadas y no se consiguen de ese tamaño", explica.
No lo extrañan, están mejor así: "Cuando mi papá volvía de trabajar —cuenta—, comía y se tiraba a ver tele y se automatizaba. Y ahora llega y tiene ese momento ahí vacío y puede ver lo que realmente le dan ganas de hacer".
Fuente: Clarín
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