jueves, 4 de febrero de 2010

Un rock intimista e introspectivo copa el centro de la escena y parte de la renovación parece estar viniendo de La Plata.

NUEVO ROCK NACIONAL. "Apostaron a una estética bien distinta" dice Libertella.

Con tiempos acelerados y una inclinación al vértigo, la escena del rock independiente abarca miles de estéticas. Pero algunas tendencias están sonando más fuerte: un rock intimista e introspectivo copa el centro de la escena y parte de la renovación parece estar viniendo de La Plata.

Por: Mauro Libertella

Cuando empecé a escribir esta nota, les conté a algunos amigos lo que estaba haciendo. Confieso que lo hice movido por un interés solapado y residual: se trata de gente que toca en una o más bandas, que asiste con meticuloso fanatismo al espectáculo de lo contemporáneo y que me podía ayudar a reconstruir el mapa astillado del nuevo rock argentino. La empresa, desde luego, no es sencilla. Hace ya varios años que el rock fue absorbido implacablemente por la industria cultural (y, en ocasiones, por la industria del espectáculo) y el panorama local se divide en dos realidades que son como planetas gravitando aisladamente; la de las bandas masivas, convocantes hasta el escándalo, y la de los grupos emergentes que son el soundtrack de una Buenos Aires un poco más subterránea y contracultural. Curiosamente, es como si esos dos universos paralelos fueran puntos en una línea del tiempo: mientras las bandas más populares parecen estar perpetrando el paradigma estético del pasado, las emergentes ya están profetizando derroteros futuros. Es un ciclo similar al de la literatura, el cine, el teatro o la plástica, pero con tiempos acelerados y una clara inclinación al vértigo. Ya se dice, incluso, que el efecto Cromañon está haciendo metástasis: el rock barrial se empieza a eclipsar y un rock más intimista e introspectivo copa el centro de la escena.

Mis amigos, entonces, se mostraron escépticos y dijeron que la escena del rock independiente es anárquica y abarca miles de estéticas. Que no hay referentes fijos y que a pesar de los festivales y las fechas compartidas, las bandas pululan solitarias en una topografía quebrada. Y sobre todo, que parte de la renovación parece estar viniendo de La Plata. Desde luego, esa especie de identidad insular, vagamente separada de la capital, le confiere al rock platense una perspectiva de distancia productiva respecto del under porteño. Pero no es solo eso. Hay una teoría reciente que dice que el nuevo indie de La Plata ha venido a dar vuelta los viejos paradigmas del indie de la Capital, cambiando refinamiento por garra, sofisticación por intensidad y referencias arty por postales de un conurbano en llamas. Como contrapunto, por ejemplo, podemos pensar en Doris, una de las grandes bandas del under de Capital, separados hace poco más de un año. Un sonido milimétrico, de perfecta costura, que despliega influencias que van de las atonalidades de Sonic Youth y Television a la chansón francesa y la bossa nova. Un rock de culto y altamente permeable al sistema de las artes: la teatralidad de la puesta escénica, el impacto visual, los estallidos lúdicos.

En ese sentido, algunas de las bandas que encabezan el nuevo mapa del under (un mapa que cambia con una rapidez asombrosa: las bandas desaparecen o se hacen populares cada vez más rápido) apostaron a una estética bien distinta al guiño de entendidos y el éxtasis de pequeña cofradía ilustrada que patentó el indie de los ochenta y noventa. Y lo hacen con temas compactos y distorsionados, estribillos para corear y una notable fidelidad al clímax y los golpes de efecto.

Por lo demás, me dicen mis amigos en un último rapto de cinismo, mapear los movimientos del under es como Aquiles corriendo tras la tortuga: "Siempre vas a estar un paso atrás, y un nuevo golpe de dados va a tirar el tablero de la mesa".

El mató a un policía...

El mató a un policía motorizado –o más sencillamente "elmató"– detentan ya ese mote que cada cierto tiempo va pasando de banda en banda: "Abanderados del indie". Se formaron en 2003 en La Plata, y tomaron por asalto la escena indie con tres discos que se agruparon bajo una trilogía que evoca el nacimiento, el apogeo y la muerte de la civilización: Navidad de Reserva, Un millón de euros y Día de los muertos. A la hora de poner en palabras el sonido de El mató, la prensa suele apelar a metáforas como "autopistas de guitarras" o "distorsión apocalíptica". Pero quizás la verdad de la banda se juega en sus presentaciones en vivo. Hay ahí una sensación de arrebato generacional, como si se estuviera coreando un estribillo que habla de todos, de cada dolor y de cada euforia. La política musical de la banda recuerda, si se quiere, a esa frase del reinado punk que tantos músicos usaron como grito de guerra: Do it simple (Hacelo simple). Ya los Beatles habían dejado como legado la posibilidad de hacer canciones maravillosas con pocos recursos, y no es delirante afirmar que bajo la distorsión y los acoples de El mató se esconden melodías de puro anclaje beatle.

Prietto viaja al cosmos...

"Prietto viaja al cosmos con Mariano son dos personas tocando lo que les pinta. La locura parece psicodelia, el descontrol parece rock and roll, la melancolía parece una balada, y así todo parece algo", dicen en su web site, y esas pocas líneas son interesantes porque condensan una idea musical que luego se desplegará en sus discos: la idea de que nada puede ser catalogado, porque cuando los géneros se cruzan las estructuras se fracturan. En una especie de humorada, se podría decir que Prietto viajó de La Plata a México: en FM Reactor, una emisora cool azteca, la canción "Av Corrientes" suena siete veces por día, y la gente de EMI les ofreció editar sus discos en ese país. Es sabido que México es un territorio siempre permeable al rock argentino (Soda Stereo y Los Fabulosos Cadillacs son dos ejemplos de bandas que hicieron estragos en el mercado mexicano), pero habría que pensar qué hay en las canciones de Prietto que las vuelven tan seductoras para las escenas extranjeras. Quizás la respuesta esté en letras hermosas como ésta: "Noche de sábado en Capital/ fui a enterrar lo que seré/ caminando por Corrientes los tontos se mordían los dientes/ y yo en soledad/ fui a buscar el dolor/ y solo encontré a la felicidad".

Banda de turistas

Los Banda de turistas son los verdaderos niños mimados del under. Ganaron el premio Clarín a "Revelación en Rock", salieron también como revelación en el suplemento No de Página/12 y su Mágico corazón radiofónico figura como uno de los discos del año en la Rolling Stone. Otros hitos en su imaginario de banda: Adrián Dárgelos de Babasónicos los menciona como banda revelación, y telonearon a Jarvis Cocker, el cantante de Pulp, en La trastienda en 2008. La explicación de su sonido vendría, dicen algunos, de su historia como banda: son la fusión de un grupo instrumental de influencias del kraut rock alemán y de la psicodelia sesentosa con otro de pulsión claramente pop. De manejo escénico un poco menos extrovertido que otros contemporáneos, los Banda de turistas parecen apostar todo a la canción. Incluso hay una rara unanimidad en el hecho de que los integrantes de Banda de turistas escuchan mucha música, y metabolizan toda esa influencia en su propia obra (no debería sorprender, pero sorprende, en un contexto de músicos que se jactan de no escuchar música o escritores que dicen que no les gusta leer).

107 Faunos

Los 107 Faunos son una banda que desconcierta. Su formación cambia constantemente, a veces son diez arriba de un escenario y a veces son tres. Despiertan también una suerte de imposibilidad crítica, como si la prensa especializada sólo pudiera hablar de ellos conjeturalmente y de manera elusiva. En una web de rock se lee, por ejemplo: "Sí, los 107 Faunos son aniñados, son desafinados y por momentos cantan cosas sin sentido como 'Columnas de vapor sobre el hiperboloide'", y la frase es interesante, porque resume un poco el imaginario que gira en torno de la banda. Los 107 Faunos destilan una luminosidad cegadora, con sonidos abiertos y estructuras suaves. Ah, y otro detalle: también son de La Plata.

Bajo el under

Hay otros nombres, por supuesto, que son los de esas bandas que sostienen las columnas de ese palacio en llamas que es la escena indie; grupos que tocan todas las noches en sótanos húmedos, en bares llenos de borrachos, en fiestas delirantes. Son también esas bandas que graban sus primeros discos en departamentos de tres ambientes o en salas de ensayo alquiladas a horas de trasnoche. De estéticas diferentes, muchos de estos grupos tocan juntos en fechas compartidas, donde los públicos se mezclan y se arma el mapa de afinidades de una generación. Algunos nombres que están sonando: Las cosas, Olfa Meocorde, Smk2Jts, Mujercitas terror, El perro diablo, Diosque, Carpo & Co, La patrulla espacial, Mataplantas, Onda Vaga.

Fuente: Revista Ñ

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