lunes, 15 de febrero de 2010

Software Libre: por el acceso a una Internet sin vigilancia ni monitoreo

Entrevista a Beatriz Busaniche

El modo de desarrollar y distribuir programas de PC´s como una opción política

A fines de los '50 y principios de los '60 los deseos de libertad y el disenso con las reglas sociales establecidas parecían irrefrenables en los Estados Unidos. Las válvulas de escape podían ser los movimientos por los derechos civiles, los beatniks, la cultura hippie y hasta un grupo de estudiantes alrededor de las primeras computadoras del Massachusetts Institute of Technology (MIT). Fue allí donde surgió la idea con tonos libertarios de que la información debía circular sin limitaciones y de que la autoridad merecía una mirada desconfiada. Esos jóvenes buscando acceso a la nueva tecnología que les era negada por la burocracia universitaria generaron sin saberlo la "ética hacker" e iniciaron la historia del Software Libre (SL). Hoy esos programas se usan en millones de computadoras. Están presentes a través de decenas de distribuciones GNU/Linux, aparecen desde los servidores de Google hasta en notebooks –con el popular Ubuntu–, pasando por el más difundido Mozilla Firefox, que en muchas PC lucha por la libertad desde adentro, instalado en el monopólico Windows.

Beatriz Busaniche es una de las referentes del SL en la Argentina, es secretaria de la Fundación Vía Libre (www.vialibre.org.ar), observadora del consejo de la Fundación Software Libre América Latina (www.fsfla.org )y profesora de la carrera de Comunicación en la UBA. “El modo de desarrollar y distribuir programas, la forma en que se construyen, es también una opción política”, asegura.

–¿Cuáles son las ventajas del software libre?

–Software libre son programas de computadora que se pueden usar con cualquier propósito, estudiar cómo están construidos, modificarlos, adaptarlos a las propias necesidades, hacer y distribuir copias, modificarlos y redistribuir las versiones mejoradas. Y creo que de esta definición surgen las ventajas: se puede copiar sin límites, se puede adaptar a las propias necesidades sin necesidad de depender de un único proveedor, se puede prestar, regalar, vender, compartir, se puede mejorar y compartir las mejoras. Las ventajas que esto trae dependen de quién seas. Por ejemplo, si sos el Estado, el uso de SL te permite transparentar los actos de gobierno que implementás mediante software. Si sos una empresa, o el mismo estado, te podés independizar de un único proveedor para abrir la oferta y con esto mejorar la calidad, la competencia y por supuesto los precios, además de que podés tomar el control pleno de tu infraestructura.

–¿Qué significa para un ususario hogareño?

–Muchas cosas desde diferentes aspectos. Desde lo filosófico y legal, implica que puede hacer con los programas lo que le dé la gana. Desde instalarlos en todas las computadoras que quiera, hasta copiarlo a quien quiera y compartirlo. Esto, aunque suene raro, con el software privativo suele ser ilegal. Desde el aspecto práctico, técnico, implica tener programas hechos de manera tal que son bastante inmunes a los virus. No conozco ataques de virus y troyanos en SL. Es una relación social diferente a la que se establece entre las partes cuando usamos software privativo. Ahí sos sólo el cliente de una empresa, con el SL sos parte de una comunidad donde te involucrás en todo lo que tengas ganas.

–¿Es una opción política?

–En la medida en que estás apostando por una visión del mundo diferente de la que te plantean las empresas de software privativo. Hay una forma de pensar la cultura. Si pensás que la cultura es un producto colectivo, que el conocimiento se nutre compartiendo, que compartir es un bien mayor para la sociedad que impedir el acceso al conocimiento, que el derecho a leer, aprender, estudiar es válido por encima del derecho de una corporación a mantener su conocimiento oculto, entonces estás optando por una visión del mundo. Si esta es tu visión del mundo, el SL es tu amigo.

–¿Cuál es la participación de los usuarios en el desarrollo del SL?

–La relevancia depende de los usuarios, las comunidades y los proyectos. Pero se puede afirmar que un programa que tiene una comunidad sólida y activa detrás es un programa más robusto, más vivo, más sólido y con más futuro. En general, esa es una de las varas para medir la calidad y el futuro de un programa libre, cuánta comunidad se ha construido a su alrededor. Cuando hablamos de comunidad, no sólo nos referimos a la gente que lo programa, sino además a gente que reporta errores, que lo difunde, que trabaja en mejorarlo. Muchas veces los programadores de un software necesitan el feedback de los usuarios. Ahí podés contribuir, y mucho.

–¿Por qué participa la gente?

–Las razones son muy diversas. Por diversión, para aprender, por reconocimiento, por curiosidad, por interés en algún tema, por ganar experiencia, por creer en el modo de producción comunitario... Creo que hay tantas razones como participantes de la comunidad.

–¿Es posible caracterizar al SL como un movimiento social y político?

–Toda arquitectura es política, con lo cual, el modo de desarrollar y distribuir programas, la forma en que se construyen, es también una opción política, aunque muchos no lo reconozcan así. Luego, porque hay un marco más amplio todavía que excede al SL y que tiene que ver con el derecho al libre acceso a la cultura, la libertad de expresión y el derecho a la información. Siempre, históricamente, la lucha por los derechos humanos ha sido una lucha social y política, y en este campo no lo es menos. Otra cuestión es que somos comunidades con una dinámica muy particular. Creo que un antropólogo o un sociólogo se haría un festín investigando cómo funcionamos. Desde el análisis de la economía del don, hasta el hecho de contradecir de plano la tesis de que sólo con monopolio de copia hay innovación. En SL hay mucha innnovación sin monopolio de copia. O los modos de relación, el folklore propio, los valores compartidos. Todo esto es social, nada es tecnológico.

–¿Es un objetivo participar de las políticas de Estado?

–Si. De hecho, en Vía Libre venimos impulsando proyectos de ley de uso de SL en administración pública desde que nos fundamos allá por el año 2000. Incluso venimos presionando para que nos dejen entrar a la discusión sobre la Agenda Digital Argentina, que parece en buena parte diseñada a la medida de Microsoft. Ya no se nos puede ignorar fácilmente. Siendo que países como Venezuela, Brasil, Ecuador, y muchos de la Unión Europea tienen políticas públicas en este sentido, negar el SL en el Estado es de necios.

–¿Qué desafíos tiene hoy el SL?

–Hay muchos. Algunas de las prioridades que tenemos como comunidad son defender la libertad de expresión y el acceso a una internet libre, sin vigilancia ni monitoreo, sin cortes a internautas por descargar archivos, por ejemplo. Todo eso excede al SL, pero es parte de nuestra militancia. Como la lucha contra tratados internacionales como el ACTA (Tratado de Comercio Anti–Falsificación), un acuerdo del G8 para luchar contra la copia ilegal de productos bajo copyright que será realmente un atropello a los derechos civiles. En relación al Estado, aspiramos a tener una política pública que fomente el SL. Nos falta un trabajo fuertísimo en las escuelas, que las escuelas públicas dejen de ser vectores de marketing de las corporaciones de software. Si no cambiamos esto vamos a comprometer nuestro futuro, porque tenemos generaciones enteras aprendiendo a ser sólo usuarios de computadoras sin entender nada, absolutamente nada de lo que son realmente las tecnologías.

–¿Qué aportan el SL a cómo nos relacionamos con la red?

–Internet nació a la luz de la filosofía del SL. Los protocolos de Internet son libres, de dominio público, por eso es que funcinonan y sobre eso se ha construido la red. Si analizamos el trabajo de Tim Werners Lee (uno de los creadores de pilares de la Web) en el CERN (Organización Europea para la Investigación Nuclear), cuando dio origen al HTML y la www, también dispuso de todo esto para el dominio público. Ese es un principio muy afianzado en la cultura del SL. Es decir que lo que tenemos que tratar es de que los intereses corporativos, las "alianzas in–santas" de los estados y las corporaciones del entretenimiento no transformen Internet en un ámbito cerrado, vigilado y reprimido. Por ahora, lo que hay está bien, tenemos métodos de cifrado, sistemas para evitar la vigilancia, sistemas para compartir información, archivos. Ésa es la forma que queremos y debemos defender en Internet. Es una forma profundamente imbricada con el SL. Así que lo que tenemos que tratar es de que las corporaciones y los gobiernos, como la Francia de Sarkozy, no transformen internet en una jaula que sostenga sus propios poderes.

Fuente: Diagonales

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