Mendoza.- Hoy y mañana, nuestro teatro mayor pondrá sobre su escenario un proyecto largamente acunado por el mendocino Cristian Giraldo. Se trata de un musical de rock sinfónico basado en la célebre novela del francés Gastón Leroux. El espectáculo promete una parafernalia inusitada de efectos escenográficos y una puesta “moderna y ágil”, afirma su director.¿Se acuerda de haber escuchado esto de “novelas por entregas”? Fue a fines del siglo XIX y principios del XX, cuando los diarios comenzaban a tomar su fisonomía.
Por aquellos tiempos los periódicos (hoy, para algunos, “monstruos odiosos y opositores”) eran valorados como puertas de acceso, por las sociedades que deseaban contactarse con las noticias que las rodeaban; entre ellas, las relativas a las tendencias artísticas y culturales.
Tanto es así que muchos escritores veían su sueño editorial (ese encuentro entre artista y público) consumado a través de estas páginas; y, como eran novelas extensas, los diarios las ofrecían en fragmentos sucesivos (generalmente, con periodicidad semanal o mensual).
Así fue, con la fisonomía de una novela por entregas (la primera de ellas fue publicada el 19 de noviembre de 1909), como vio la luz la obra “El fantasma de la ópera” del francés Gastón Leroux.
Desde aquel incipiente 1909 hasta nuestros días, “El fantasma de la ópera” ha sido objeto de múltiples lecturas: desde el cine, la televisión, la propia literatura -que ha revisitado su trama-, el teatro y la música. Y, entre esas numerosas miradas, se yergue -para nosotros, en este tiempo y espacio- la del músico y director Cristian Giraldo.
Es que él ha pergeñado una versión de la novela francesa que está a punto de ser estrenada esta noche, en el Independencia, y que tiene fuertes particularidades.
El dinamismo como premisa
“Nuestro objetivo es el de materializar una obra impresionista, pero corpórea: que funcione con el concepto de un show dinámico y sintético”. Quien esto afirma es el mentor absoluto de “El fantasma de la ópera rock”, Cristian Giraldo.
Así, esta versión libre de la obra de Leroux viene signada por una producción importante (“calculo que llevo gastados 35 mil pesos en esta puesta”, estima el director).
Vamos por partes. El dinamismo y la síntesis, conceptos puntales para Giraldo, llegan sostenidos por elementos que tienen su anclaje en la imagen y el sonido: la música es, eminentemente rock sinfónico y desde lo visual el espectáculo promete despliegue.
“En un primer momento tuve la idea de trabajar esta obra desde lo estrictamente teatral, pero después entendí que para convertirla en una puesta dinámica yo, al menos, necesitaba de la música -cuenta Cristian quien es, primordialmente, compositor y pianista-. Así es que busqué una banda sonora moderna, con sonidos de guitarra eléctrica, algo de electrónica; pero podríamos definirla como rock sinfónico, por la participación de instrumentos clásicos”.
Esta música que nutre a la obra es la que la ha convertido, entonces, en una ópera-rock con partes de su estructura completamente cantadas y otras interpretadas teatralmente desde un texto (para esa faena es que Cristian a convocado a dos actores de trayectoria: Jorge Fornés e Ibis Lusetti de Ceparo).
En lo estrictamente visual, la puesta no ha escatimado esfuerzos: un gigantesco dispositivo escénico, que por momentos es una escalera y en otros se despliega en distintas estructuras que segmentan el espacio, es el dominante de la obra. Pero hay, también, gran cantidad de objetos escénicos y utilería menor que completan la materialidad del espectáculo.
“La definiría como una puesta ecléctica, que apela a lo fantástico -dice Giraldo-. Muchas de las situaciones que están en la novela se recrean de una manera exaltada. Los actores, los cantantes y el ballet son los que le dan vida, y se integran, a esa gran escenografía que tiene la obra”.
-¿Qué aspectos dominan desde lo visual?, le preguntamos
-Diría que es el impresionismo, desde los colores y la luz. No hay un anclaje temporal determinado, como en la novela. Esto lo trabajamos con el vestuario: hay levitas y miriñaques, pero con un viso de contemporaneidad que les aportan algunos elementos escénicos.
-¿Esto también está presente en la música, los textos y las canciones?
-Sí. Desde la concepción del canto, no apelamos a la lírica sino a una sonoridad más popular; aunque también hay algunos pasajes líricos cuando son necesarios. Las letras de las canciones no son largas parrafadas sino apenas pinceladas, ideas. Los textos se asientan fuertemente en lo teatral.
Con una mirada propia
Esta versión que Giraldo ha hecho de “El fantasma de la ópera” ha pasado por sus manos en todas las etapas de construcción. Es que el director fue quien escribió el guión (con sus diálogos textuales, su estructura y sus canciones), luego de leer exhaustivamente la fuente original; después compuso toda la música para completar su obra.
Toda esta faena, que luego tuvo que comenzar a ser probada sobre un escenario y con un elenco, viene gestándose desde 2004.
“Saqué y puse personajes, trabajé distintas posibilidades, incluso he puesto la voz del propio autor de la novela que dialoga con sus personajes -detalla como novedad-. La tarea más difícil ha sido la de encontrar artistas que puedan cantar y actuar. No ha sido fácil, con decirte que hace unos años contraté el teatro Selectro para hacer un casting, gasté muchísimo dinero en la difusión y el armado de esa etapa de selección de artistas y no se presentó nadie. Hoy puedo decir que, después de todos estos años, hemos logrado generar un equipo de trabajo estupendo”.
Las coreografías tienen también presencia en la configuración de esta puesta; de hecho: hay un grupo de bailarines que suman sus cuerpos a la interpretación. También actores y cantantes, que asumen los roles principales.
“Es una ópera rock, es un musical; pero no como los que los mendocinos conocen por Cibrián-Mahler sino que tiene otras particularidades”, apunta el director para que nadie pueda prejuzgar sobre lo que verá en escena.
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