sábado, 18 de julio de 2009

Piaf, directo al corazón

Foto: Martín Turnes

La obra de Pam Gems , que dirige el inglés Jamie Lloyd, apunta a exaltar los sentidos de la mano de una conmovedora actuación de Elena Roger, que se pone en la piel de la legendaria artista francesa.

Por Silvina Ajmat

"Más Piaf que nunca". Ante un micrófono antiguo y con una luz cenital como única escenografía, la protagonista es ella. Elena Roger se para y llena el escenario. Enfundada en un vestido negro, con una peluca de cabellos oscuros y desgreñados, y con sus grandes ojos verdes, canta con pasión. Interpreta cada una de las frases de L?accordéoniste con todo su cuerpo: la mirada, las manos y la voz del gorrión de París. "Es más Piaf que nunca", repite embelesado Jamie Lloyd, el director de la obra que se estrena hoy en el teatro Liceo.

"Ella era extraordinaria en Londres, pero aquí tiene la libertad de su lenguaje y puede concentrarse en los sentimientos y emociones del personaje", explicó a lanacion.com el director.

Con brillo en los ojos, Elena Roger describió su papel: "Hago un personaje que tiene una vida muy rica para interpretar, una vida que a mí me apasiona".

"El personaje tiene mucha luz, una vida llena de amor y pasiones, y de música alrededor; eso, para mí, es una vida muy rica", continuó.

Para encarnar a Piaf -papel que la hizo ganadora de un Olivier - tuvo que estudiar su vida, ver videos y aprender a cantar en francés. Toda esa preparación es la que la llevó a identificarse fuertemente con el personaje. Y, aunque confiesa no saber muy bien el idioma, el francés le sale por los poros cuando canta.

Foto: Martín Turnes

Con tan sólo 28 años, Jamie Lloyd es el autor de una puesta en escena que promete exaltar los sentidos del público. "La obra es muy conmovedora. Cada escena moviliza y mantiene al espectador pendiente. Es fascinante ver que el público se emociona hasta las lágrimas", dijo.

No es para menos. El montaje hace transitar al espectador por sensaciones dispares. Con escasos elementos escenográficos -sólo un fondo gris que hace las veces de calle-, el acento está puesto en las actuaciones, en el despliegue escénico de todo el elenco. "Para mí un musical se hace sobre la simplicidad y da cuenta de cómo una canción puede conectar a toda una audiencia. Los actores por sí mismos energizan todo", afirmó Lloyd. Y las palabras sobran. En una callecita que puede ser de cualquier ciudad, Edith y su mejor amiga hablan de un tal Marcel, al que llaman "el bombardero de Marruecos". Mientras dicen esto un torbellino de gente se suma a escena y seis lámparas bajan del techo para hacer del escenario un ring, donde los personajes alientan a un boxeador enorme. "¡Marcel!", exclama Edith, y de repente, lo que era un alboroto se convierte en un momento de intimidad plena: los amantes se desvisten, se besan y se acarician, al son de la romántica balada Mon Dieu, en un cuadro que combina a la perfección delicadeza y erotismo.

"La obra es así todo el tiempo. Una hora y media en la que se cuenta la vida de Edith desde que es una niña hasta que está en silla de ruedas, pero todo a un ritmo vertiginoso, que mantiene al público en vilo", dijo orgulloso Lloyd, tras comentar que el monaje le llevó cinco semanas.

Encantado con la Argentina, el director decidió no hacer una réplica de la puesta londinense, sino adaptarla a Buenos Aires, porque "es otra cultura". "Los actores de acá tienen más pasión, más conexión con el material, incluso más energía que los actores londinenses", destacó.

"Me encanta la gente, me encanta la ciudad. Hay mucho talento. Me encantaría volver y hacer algo que empiece acá no sólo traer algo importado", proyectó con entusiasmo.

Fuente: La Nación

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