martes, 14 de julio de 2009

El señor que iluminó de Mau Mau al Colón

"Primero probé todos los puestos: actor, director, vestuarista, escenógrafo... Me quedé con iluminador porque no había competencia" Foto: Nadia Portas

Tito Diz, el maestro de los iluminadores locales


A los 75 años, ha hecho de todo: desde las luces de las tres versiones de Galileo Galilei hasta equipar lumínicamente teatros y edificios.

El nombre de Tito Diz está casi en las sombras de la historia de los actores, directores y dramaturgos de nuestro país de las últimas décadas. Sin embargo, desde fines de la década del cincuenta, es él el que los ilumina o el que iluminó a (casi) todos ellos.

A los 18 años, en la localidad de Munro, comenzó a estudiar teatro. "Primero probé todos los puestos: actor, director, vestuarista, escenógrafo, iluminador... Me quedé con iluminador porque no había competencia, nadie sabía nada", cuenta muy suelto de cuerpo. Y la pegó. De hecho, a lo largo de su extensa trayectoria iluminó mas de 300 montajes tanto en teatro como en ópera.

Fue él el que le dio entidad y nombre a su oficio. Fue él el que hizo equipar las salas. Fue él el que jerarquizó su profesión.

La enorme trayectoria de Tito Diz admite lecturas cíclicas contadas en tres actos. Ejemplo 1: hizo la primera puesta de luces de un espectáculo en el Centro de Experimentación del Teatro Colón (CETC), cuando funcionaba en Recoleta. Con los años, diseñó la planta de luces de la totalidad del CETC. Ahora, cerrando una gran parábola, planificó las luces de todo el Colón que se podrán ver el año próximo, si finalmente se reabre.

Ejemplo 2: tiene el raro privilegio de haber trabajado en las tres puestas de Galileo Galilei que se montaron en Buenos Aires. Primero, en 1964, con la dirección de Onofre Lovero; luego, en 1984, la que montó Jaime Kogan y, en 1999, la de Rubén Szuchmacher. Por eso habla de Bertolt Brecht como si fuera un conocido de toda la vida.

Tito tiene una forma fácil de explicar sus recorridos: "En mi vida siempre he buscado la forma de escaparme de hacer aquello que no me gusta. Ante la roca, las veces que estoy piola, camino por el costado y sigo". Bajo esa filosofía de vida, se escapó del teatro hace ya hace unos buenos años. El broche (y no de oro) fue en el 2002 cuando hizo el diseño de luces en el Colón de Mahagonny , según puesta de Saravy. Aquella vez se sintió tan superado por las circunstancias, "por la miseria que pagaban" y por los inconvenientes, que dijo basta.

En silencio, como la mayoría de sus pares, volvió, a pedido de su amigo Kive Staiff, director del Complejo Teatral de Buenos Aires, que lo convenció para que se hiciera cargo del diseño de luces de Titulares , el espectáculo que acaba de presentarse en el teatro Alvear, luego de una década sin hacer teatro.

Lugares icónicos

En todo este tiempo se dedicó a la iluminación arquitectónica. En ese rubro, sus primeros trabajos fueron las puestas de luces para Mau Mau, Hipopotamus y El Cielo. O sea, tuvo el raro privilegio de iluminar la noche glam porteña de la década del setenta. Actualmente, trabaja en la superficie integral de otros tres edificios emblemáticos: el Teatro Colón, la Usina de la Música y el Centro Cultural del Bicentenario (ex Correo Central).

De ese modo resolvió algo que el teatro no le permitía: seguir viendo su trabajo más allá de los tres meses de función.

Ex estudiante de psicología, autodidacta, alumno de tai chi y figura fundamental para iluminadores de la talla de Eli Sirlin, Gonzalo Córdova y Matías Sendón; Tito Diz tiene una frase predilecta: "Me gusta enseñar a pescar, no dar de comer. De esta forma he encontrado una sublimación de la vagancia". Y se ríe de vericuetos que le encontró a su recorrido con total desparpajo.

Reconoce que Kive Staiff y Sergio Renán fueron personas fundamentales. "Me abrieron las puertas del Teatro San Martín y del Colón. Hasta ese momento, en esos teatros la iluminación la hacía únicamente la gente del teatro, el escenógrafo o el director. Ellos se jugaron y me permitieron ocupar ese lugar", recuerda. A partir de ese momento en los programas de mano fue cambiando la denominación de "iluminación" por "diseño de iluminación".

-Explicá la diferencia.

-El diseñador es el que dice cómo es la luz. No es el que hace la luz que dice otro. Partamos de la base que el teatro es un trabajo colectivo y que la individualidad es la obra. Bajo esa premisa todos trabajamos para un fin, todos somos diseñadores y no artistas porque los artistas trabajan sin importar si algo sirve o no. Lo diseñadores industriales, los textiles, los de indumentaria diseñan un objeto que cumple una función; lo mismo pasa con un diseñador de luz. Podrán hacerlo más artísticamente o no, pero el diseñador tiene premisas claras y el artista, no.

-Teniendo en cuenta que antes la iluminación la hacía el director o el escenógrafo, ¿fue muy difícil generar otro espacio?

-En el teatro independiente, cosa de la cual no se habla porque sólo se rescatan las cosas buenas, el único que se beneficiaba era el director. Todos los demás -actores, escenógrafos, vestuaristas- currábamos. A mí nunca me gustó que me mandaran por eso trataba de que el espectáculo comenzara cuando se prendía una luz. De esa manera, me sentía como "dueño" del espectáculo, tenía la palabra [se ríe]. Así fue que comenzó a circular que había que llamar a Tito Diz porque, además de hacerte la puesta, te solucionaba problemas. Y como empecé antes que los demás, iba adelante.

-En teatro, ¿qué es iluminar?

-Primero hay que permitir que se vea. Segundo, crear el clima para que se entienda la acción (eso es algo que también uso en arquitectura). En teatro, la luz te lleva a entender la situación, te ayuda a la comunicación entre el actor y el espectador y, al actor, le permite actuar más su personaje. Por eso, en el primer ensayo con luz a los actores se les cambia la vida porque la luz te concentra en lo que estás haciendo. La luz es uno de los pocos elementos mágicos que quedan en el teatro.

Continúa cual maestro sin dejar puntas sueltas: "Llamamos elementos mágicos a aquello que no entendemos del todo. Todavía la gente no entiende la luz, a la electricidad no la ven y eso de que las lamparitas se prendan y se apaguen es algo que no cierra del todo. Lo que sí forma parte del inconsciente colectivo es la sensación que produce la luz. Por eso, la mayoría de las veces hago un planteo técnico para la realización y -luego- hago lo que me gusta, lo que me sale casualmente, lo que encuentro... Después, busco el justificativo y, si querés, te escribo dos páginas".

Y se ríe con todas las ganas.

Alejandro Cruz
Fuente: La Nación

No hay comentarios: