martes, 14 de julio de 2009

Buscando a Nemo: bajo el mar y sobre el hielo

Foto: LA NACION

Por Pablo Gorlero
Enviado especial

SANTIAGO, Chile.-La productora argentina RGB invitó a LA NACION -entre otros medios locales- para presenciar una función, tal como se verá desde el viernes y hasta el 26 de este mes en el Luna Park, y del 29 al 2 de agosto, en el Orfeo Superdomo, de Córdoba.

Uno puede ya estar habituado a ver patinar a Mickey, Donald, Blancanieves y hasta a la Sirenita, pero es difícil imaginar a tantos peces con los patines puestos. Pero guay... no los llevan en las aletas ni se pondrán una galera para hacer una comedia musical. El diseñador de producción John Arnone, de amplia experiencia en Broadway, fue el encargado de incorporar rasgos de cada personaje y cada especie marina a cada patinador. "Lo más complicado de esta producción fue capturar la personalidad de cada personaje y poder representarlo en el hielo.

Fueron seis meses de búsqueda para concebirlo y todos los creativos fuimos a un acuario para observar una gran cantidad de especies submarinas", explica Rebecca Andison, una canadiense simpatiquísima, enamorada de su trabajo, que se ocupa de la dirección artística del show. Porque Buscando a Nemo no sólo es, tal vez, el más teatral de los shows de Disney on Ice, sino el que tiene mayor énfasis en el diseño artístico. La idea es hacer sentir al espectador que está en ese mundo submarino en el que transcurre la acción. "Lo más difícil fue recrear el fondo del mar. Incluso, tratamos de reflejar los diferentes mares y el contraste que hay entre el océano abierto y, por ejemplo, la oficina del dentista, donde está la pecera a la que va a parar Nemo.

Pero hay todo un aspecto del agua que se debe mantener. Este show tiene tres dimensiones, es más espectacular que otros. Desde el cielo raso, hasta el piso representan el océano. Conseguimos recrearlo y es una sinfonía de colores y de creatividad. Te transporta", agrega la directora que, según confiesa, cada tanto despunta el vicio y se cuela en el cardumen ficticio para no perder el gusto de danzar sobre dos filos. Efectos

Y para recrear al océano Pacífico no sólo utilizaron proyecciones y efectos lumínicos, sino también una utilería poco frecuente en estos shows. Por ejemplo, la ballena que se traga a Dory y a Marlin mide más de 13 metros de largo y sólo su cola pesa 500 kilos. También hay uno de esos peces horribles de las profundidades de grandes dimensiones, una enorme tortuga y una pantalla que presta su ayuda para hacer más verosímil la historia.

La patinadora que representa a la amnésica Dory se roba todos los aplausos y, tal como ocurre en el film, se vuelve el personaje más adorable. "Podría decir que éste es el show de Disney on Ice que mayor capacidad histriónica requiere. El acento está puesto en la caracterización y en la actuación", explica Rebecca. Es que si no se apela a ese histrionismo, los trajes abstractos les quitarían verdad a cada una de estas criaturas tan bien imaginadas por Disney y por Pixar. "Este show es bastante particular y divertido. Por ejemplo, nunca había visto a un patinador quedarse parado y aletear como un pez.

Los trajes son bastante grandes, y es dificultoso patinar y hacer piruetas con ellos, sobre todo porque hay que mantener el eje. Es admirable lo que pueden hacer estos artistas con algo que excede sus dimensiones corporales. Para eso es clave el material con el que se confeccionan los trajes. Parece una cosa sólida desde fuera, pero es un material muy liviano para que no moleste el movimiento. Podemos decir que es un marco que está alrededor del centro del cuerpo", explica al detalle María José Iribarne, directora regional para Disney on Ice.

Los Beatles con Nemo

Un sello de la compañía es el aspecto musical. Siempre estos espectáculos sobre hielo cuentan con canciones que los chicos y sus padres reconocen de las películas o de la televisión. Es el momento de hacer palmas o de zapatear sobre el tablado. ¿Cómo resolver esto en la historia del pececito perdido, si en las producciones de Pixar no se acostumbra a incorporar el lenguaje del musical? Ya lo lograron hace años en Toy Story (que aquí se vio en Costa Salguero). Esta vez sumaron canciones de los Beatles y de Jimi Hendrix, o alguna de la comedia musical Gypsy , por ejemplo. Y qué mejor marco musical que "Submarino amarillo" para el cardumen de peces guía, momento en que las palmas de todo el estadio retumban al compás.

En ese sentido, el público chileno no es tan efusivo como el argentino o el brasileño, pero no disimula su entusiasmo en los momentos de mayor efervescencia. Cuando Mickey, Minnie, Donald y Goofy entran en escena, como relatores, el estadio estalla y demuestra su favoritismo; al igual que en el hermoso cuadro del bosque de medusas. "Es muy interesante ver la reacción del público de cada país. A veces, en alguna ciudad se ríen de algo que, en otra, no causa gracia. Particularmente, mi favorito es el público sudamericano. Es el más loco y, como patinador, es reconfortante recibir la energía que te da la multitud. Además, se me va la objetividad porque amo Buenos Aires. Junto con París, son mis ciudades favoritas. No veo las horas de volver", concluye la directora artística.

Fuente: La Nación

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