Hasta el 20 de diciembre
En el Museo Provincial de Bellas Artes, de la mano del escultor Sergio San Martín, uno de los mentores de este proyecto de transformación de metales en obras de arte.
"La historia empieza con una nota en Diagonales. A partir de allí, el Instituto Cultural estaba queriendo armar un proyecto para vincular el arte con el mundo del trabajo y de casualidad el director del Museo Provincial de Bellas Artes, Rubén Betbeder, leyó la nota en el diario y ahí comenzó todo. Armamos en conjunto un boceto de lo que sería el trabajo, lo presentamos a YPF y más tarde lo aprobaron", contó uno de los mentores de este proyecto de transformación de metales en obras de arte, el escultor Sergio San Martín.
"Se articularon en forma conjunta el Instituto Cultural con la Fundación YPF y la escuela Albert Thomas donde se instalaron los talleres. Se hizo una primera etapa desde agosto a fines de noviembre donde sólo participaron operarios de YPF, desde químicos hasta gente de mantenimiento. La única condición era que tenían que manejar la técnica de la soldadura, como mínimo. Ahí surgieron trabajos increíbles en sólo tres meses", continuó el artista que junto a los protagonistas de esta historia continúan exponiendo sus trabajos en el Museo Provincial de Bellas Artes "Emilio Petorutti" (51 Nº 525) de martes a viernes de 10 a 19 y sábados y domingo de 16 a 19.
"Lo que me vinculó a mí con todo este proyecto es que yo trabajo con la transformación de deshechos. Siempre había soñado con hacer algo en la refinería y en este caso se dio de manera muy extraña. Cada una de las tres partes tenía su intención y nos juntamos para generar esto", continuó el artista.
–¿Cómo le sentó el papel de docente?
–Para mí fue raro. No lo planteé desde la docencia, sino un espacio de trabajo, donde traté de darles herramientas para que ellos pudieran expresarse. Lo primero que planteé fue que yo no era docente, y no lo quería ser. Traté de generar un equipo de trabajo. Hicimos cuatro obras colectivas, y a su vez cada uno, en el tiempo que le quedaba desarrollaba una idea propia, ahí estaban un poco más solos haciendo sus propias producciones. Uno de las ideas del taller era también la creación colectiva, no sólo la individual.
En el grupo yo también traté de ser uno más, todos tirando para el mismo lado. En el caso de la escultura colectiva todo es muy importante para la producción general, desde un caño hasta alguien que sabe dónde se debe colocar. Traté de generar eso, entender que todos éramos parte de algo más grande.
–¿Cuántas obras se exponen?
–Hay aproximadamente 20 obras. Pero lo particular, fue que durante los fines de semana, muchos trabajaron en sus casas y llevaron las obras de producción propia. Estuvo buenísimo porque en parte esta era un poco la idea, que cada uno se movilizara por propia iniciativa generando sus propias obras. Hubo obras muy variadas, desde gente que diseñó por ejemplo, un banco para una plaza en Ensenada.
Siempre trabajando con los resabios que genera la planta, traté de generar un cambio en la mirada de ellos hacia los restos de su lugar de trabajo. En vez de ver un caño, una tubería o chatarra estén viendo otras cosas. Al tiempo de comenzar el curso, me contaban que habían visto tal o cual pieza y que la querían traer. Y ese fue la primera inquietud mía que quise generar con todo esto, un cambio de mirada, otras formas de ver las cosas.
Esto era material de deshecho que va a una trituradora y se vende como chatarra. Ellos transformaron en arte cosas que quizás no tenían uso o estaban tiradas.
–¿Cómo sigue esto?
–Este taller continuará el año que viene y estamos pensando intervenir en refinerías en Mendoza o Salta. Era una responsabilidad muy grande manejar gente y enseñar lo que hacés. Estoy convencido de lo que estamos haciendo como taller, como proyecto. Traté de correrme a un costado en ese sentido. No podía creer los tipos que laburan diez horas por días y venían acá al taller. Encima poder llevar adelante esto implica sus costos, pero por suerte, la fundación YPF se hizo cargo de toda la logística y los gastos.
Fuente: Diagonales
En el Museo Provincial de Bellas Artes, de la mano del escultor Sergio San Martín, uno de los mentores de este proyecto de transformación de metales en obras de arte.
"La historia empieza con una nota en Diagonales. A partir de allí, el Instituto Cultural estaba queriendo armar un proyecto para vincular el arte con el mundo del trabajo y de casualidad el director del Museo Provincial de Bellas Artes, Rubén Betbeder, leyó la nota en el diario y ahí comenzó todo. Armamos en conjunto un boceto de lo que sería el trabajo, lo presentamos a YPF y más tarde lo aprobaron", contó uno de los mentores de este proyecto de transformación de metales en obras de arte, el escultor Sergio San Martín.
"Se articularon en forma conjunta el Instituto Cultural con la Fundación YPF y la escuela Albert Thomas donde se instalaron los talleres. Se hizo una primera etapa desde agosto a fines de noviembre donde sólo participaron operarios de YPF, desde químicos hasta gente de mantenimiento. La única condición era que tenían que manejar la técnica de la soldadura, como mínimo. Ahí surgieron trabajos increíbles en sólo tres meses", continuó el artista que junto a los protagonistas de esta historia continúan exponiendo sus trabajos en el Museo Provincial de Bellas Artes "Emilio Petorutti" (51 Nº 525) de martes a viernes de 10 a 19 y sábados y domingo de 16 a 19.
"Lo que me vinculó a mí con todo este proyecto es que yo trabajo con la transformación de deshechos. Siempre había soñado con hacer algo en la refinería y en este caso se dio de manera muy extraña. Cada una de las tres partes tenía su intención y nos juntamos para generar esto", continuó el artista.
–¿Cómo le sentó el papel de docente?
–Para mí fue raro. No lo planteé desde la docencia, sino un espacio de trabajo, donde traté de darles herramientas para que ellos pudieran expresarse. Lo primero que planteé fue que yo no era docente, y no lo quería ser. Traté de generar un equipo de trabajo. Hicimos cuatro obras colectivas, y a su vez cada uno, en el tiempo que le quedaba desarrollaba una idea propia, ahí estaban un poco más solos haciendo sus propias producciones. Uno de las ideas del taller era también la creación colectiva, no sólo la individual.
En el grupo yo también traté de ser uno más, todos tirando para el mismo lado. En el caso de la escultura colectiva todo es muy importante para la producción general, desde un caño hasta alguien que sabe dónde se debe colocar. Traté de generar eso, entender que todos éramos parte de algo más grande.
–¿Cuántas obras se exponen?
–Hay aproximadamente 20 obras. Pero lo particular, fue que durante los fines de semana, muchos trabajaron en sus casas y llevaron las obras de producción propia. Estuvo buenísimo porque en parte esta era un poco la idea, que cada uno se movilizara por propia iniciativa generando sus propias obras. Hubo obras muy variadas, desde gente que diseñó por ejemplo, un banco para una plaza en Ensenada.
Siempre trabajando con los resabios que genera la planta, traté de generar un cambio en la mirada de ellos hacia los restos de su lugar de trabajo. En vez de ver un caño, una tubería o chatarra estén viendo otras cosas. Al tiempo de comenzar el curso, me contaban que habían visto tal o cual pieza y que la querían traer. Y ese fue la primera inquietud mía que quise generar con todo esto, un cambio de mirada, otras formas de ver las cosas.
Esto era material de deshecho que va a una trituradora y se vende como chatarra. Ellos transformaron en arte cosas que quizás no tenían uso o estaban tiradas.
–¿Cómo sigue esto?
–Este taller continuará el año que viene y estamos pensando intervenir en refinerías en Mendoza o Salta. Era una responsabilidad muy grande manejar gente y enseñar lo que hacés. Estoy convencido de lo que estamos haciendo como taller, como proyecto. Traté de correrme a un costado en ese sentido. No podía creer los tipos que laburan diez horas por días y venían acá al taller. Encima poder llevar adelante esto implica sus costos, pero por suerte, la fundación YPF se hizo cargo de toda la logística y los gastos.
Fuente: Diagonales
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