Por Amilcar Moretti
Quizás todo no sea más que la historia de la inocencia. Al menos, de la inocencia femenina y el manejo que la mujer hace de ella, mezcla de pudor y estudiada seducción. Lo cierto es que Virginia Di Santi, una platense rubia y espigada, ya no una niña (tiene 29 años), parece decidida a remover las aguas del pueblo. Desde hace siete meses trabaja con un grupo de veinte personas, artistas de diversas disciplinas, para poder presentar al público una obra de matices audaces para los límites de una plaza teatral provinciana como es la de La Plata.
No le gusta usar la palabra "escándalo" y se ríe cuando se la mencionan, pero no puede dejar de saber que lo suyo es diferente. "Epaté le bourgois", espantar a los cándidos pequeños burgueses de la ciudad, no es según su decir su propósito. Sin embargo, el proyecto ya ha dado que hablar en particular por lo que trata o muestra: la sexualidad femenina.
En verdad, "Historia de Julia", el título de su autoría que Di Santi propone llevar a ejecución el próximo sábado, no es exclusivamente una obra de teatro. Ella lo define como un proyecto de interpretación de imágenes a partir de otras imágenes. La idea se inició hace dos años en sus propias pinturas (Di Santi es profesora superior de artes plásticas), y desde allí pasó al registro fotográfico, luego a la poesía, y finalmente al teatro y el video. Es decir, que la puesta en escena puramente teatral es sólo parte de un espectáculo más amplio, en que el público, primero, verá una representación en un escenario, y después pasará a completar su propio montaje a otra sala en que habrá una muestra de las disciplinas mencionadas.
¿Qué Cosa son las mujeres?
Virginia Di Santi gesticula y es exuberante en ademanes y gestos para explicar su proyecto. Además, últimamente tienen un dejo de bronca porque supones que no entienden o confunden su idea, aparentemente a partir de algunos rumores que provocó el preestreno parcial de su pieza, hace dos meses. Dice que lo suyo no tiene nada que ver con la pornografía, lo genital, ni siquiera "Play Boy".
Sucede que el tema de "Historia de Julia" es una pregunta que se las trae. ¿Qué es ser mujer? Sucede, también, que la puesta teatral (sólo una parte del espectáculo, incluye centralmente a dos mujeres desnudas, dos actrices platenses que aceptaron el riesgo. Una de ellas es una veterana luchadora del teatro local, Diana Fainstein, que a sus 38 años y con diez en las tablas independientes, en La Plata y Buenos Aires, declara que este proyecto le permite ensayar una síntesis de su tarea actoral, manejando distanciamientos y analogías con la realidad, para que el espectador pueda tener la posibilidad de verse reflejado en el escenario no sólo individualmente sino también socialmente.
Su compañera de rubro es Claudia Galván, actriz platense de 26 años, que dejó de asistir sin aviso al reportaje. Quizás no quiso hablar públicamente, en un medio, sobre el hecho del desnudo que sí se anima hacer sobre el escenario, como intérprete. La situación no es extraña: el desnudo siempre motiva otras curiosidades, generalmente ajenas a lo artístico.
La propuesta de Di Santi pasa por la idea de que la mujer descubre su sexualidad en diferentes etapas, de niña a ser adulto. Por eso, en su obra, un personaje hará el amor consigo mismo y después, en un proceso más complejo que el que aquí se reseña, a través del juego introducirá a una niña en una ceremonia iniciática. Frente al público, según la autora, se manejarán símbolos que le permitirán hacer sus propias conclusiones: niña y mujer, hija o madre, pasado y presente, lo cierto es que la conjetura pasa por el hecho de que la identidad femenina quizás tenga que ver con el espejo en el cual se mira la mujer, en su familia, en su pueblo, en su ciudad, a partir de lo cual construye su propio reconocimiento sexual.
Si bien esta tesitura psicológica no es novedosa, sí parece serlo entre nosotros la iniciativa de llevarla a cabo con ciertos toques de audacia. "creo que fuimos inocentes", dice Fainstein, y posiblemente se refiera a algunas repercusiones no previstas de su trabajo. Tal vez, sin saberlo, se refiera sólo a esa cuota de inconsciencia del eterno femenino, a mitad de camino entre el querer y no querer, sutilmente irresponsable sobre los efectos de la seducción. Por ese camino parece deambular también Di Santi, en su afán contradictorio -absolutamente femenino- de exhibirse y no querer reconocerlo, estudiadamente desatenta a lo que genera o puede generar en los demás. Lo suyo, seguramente, no ha de constituir una revolución en el adormilado espejo platense, pero no deja de ser una novedad. Quizás, sin darnos cuenta, algo haya cambiado en La Plata. De todos modos, parafraseando a Adorno, el filósofo alemán, hay que concluir que en el caso de los creadores los que son libertinos en su arte suelen ser también ascetas y puritanos en sus vidas. Algo que sin dudas, tranquilizará la conciencia de muchos vecinos.
Fuente: El Día (10/12/1989)
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