El de "Historia de Julia" no es el primer caso de desnudo intentado por el teatro serio platense, si bien es cierto que no es frecuente entre nosotros ni tiene un largo desarrollo hacia el pasado. Elencos porteños, en cambio, sí han representado numerosas veces en salas locales obras que incluían ese recurso. Muchas de esas piezas son verdaderos clásicos que, naturalmente, no llaman ya la atención ni suscitan la curiosidad por la cosa erótica. "La lección de anatomía" quizás sea el mejor ejemplo.
No obstante, hay que aclarar que el desnudo integral en escena, aún en Buenos Aires, no es algo que se haya manejado de manera absolutamente libre. Diez años atrás, los teatros de burlesque exigían algunas coberturas mínimas. En representaciones serias, el manejo fue mucho menos libérrimo. Basta recordar los sucesivos juicios y prohibiciones que sufrió "Doña Flor y sus dos maridos" por el desnudo de Adrián Ghio, o el suceso armado alrededor de la puesta de Emilio Alfaro para "La señorita de Tacna", que sirvió de base para la consagración de Camila Perissé, primero, y luego de Katya Alemann, por el simple hecho de acceder ambas a salir sin ropas.
Claro, todo esto antes de diciembre de 1983. Después de esa fecha, el recurso se multiplicó y dejó de despertar la curiosidad de público y medios. En La Plata, la memoria indica que uno de los primeros desnudos concretados en puestas en escena locales tuvo lugar para la época del Centenario. durante la última intendencia del gobierno militar. Fue en el teatro Rambla y con la obra "El Sr. Galíndez", de Tato Pavlovsky. El hecho pasó casi desapercibido, seguramente por las dimensiones pequeñas de dicha sala y por las duras características de la pieza, referida a la tortura política.
Tiempo después, en 1984, se representó en el Teatro del Barrio "Los cuatro vientos", de Elsa Hernández. Allí cuatro actrices una de ellas Diana Fainstein, trabajaron un desnudo parcial, básicamente el torso. La pieza tuvo buena repercusión en círculos iniciados, y para su época significó un gesto de saludable apertura. Posteriormente, hace unos dos años, se montó una obra de Federico García Lorca, con una interpretación muy libre, incluyendo en su desarrollo un desnudo femenino algo estático pero prolongado.
Como dato adicional, hay que aclarar que el desnudo masculino en la escena local ha sido aún más extraño, no recordándose tampoco ejemplos de desnudos colectivos, es decir, de hombres y mujeres.
Fuente: El Día (10/12/1989)
No obstante, hay que aclarar que el desnudo integral en escena, aún en Buenos Aires, no es algo que se haya manejado de manera absolutamente libre. Diez años atrás, los teatros de burlesque exigían algunas coberturas mínimas. En representaciones serias, el manejo fue mucho menos libérrimo. Basta recordar los sucesivos juicios y prohibiciones que sufrió "Doña Flor y sus dos maridos" por el desnudo de Adrián Ghio, o el suceso armado alrededor de la puesta de Emilio Alfaro para "La señorita de Tacna", que sirvió de base para la consagración de Camila Perissé, primero, y luego de Katya Alemann, por el simple hecho de acceder ambas a salir sin ropas.
Claro, todo esto antes de diciembre de 1983. Después de esa fecha, el recurso se multiplicó y dejó de despertar la curiosidad de público y medios. En La Plata, la memoria indica que uno de los primeros desnudos concretados en puestas en escena locales tuvo lugar para la época del Centenario. durante la última intendencia del gobierno militar. Fue en el teatro Rambla y con la obra "El Sr. Galíndez", de Tato Pavlovsky. El hecho pasó casi desapercibido, seguramente por las dimensiones pequeñas de dicha sala y por las duras características de la pieza, referida a la tortura política.
Tiempo después, en 1984, se representó en el Teatro del Barrio "Los cuatro vientos", de Elsa Hernández. Allí cuatro actrices una de ellas Diana Fainstein, trabajaron un desnudo parcial, básicamente el torso. La pieza tuvo buena repercusión en círculos iniciados, y para su época significó un gesto de saludable apertura. Posteriormente, hace unos dos años, se montó una obra de Federico García Lorca, con una interpretación muy libre, incluyendo en su desarrollo un desnudo femenino algo estático pero prolongado.
Como dato adicional, hay que aclarar que el desnudo masculino en la escena local ha sido aún más extraño, no recordándose tampoco ejemplos de desnudos colectivos, es decir, de hombres y mujeres.
Fuente: El Día (10/12/1989)
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