Por Laura Gentile
Mujeres en el baño, Secreto entre mujeres, El show de las divorciadas, Mujeres bonitas, Flores de acero, Fetiche... Esta temporada la cartelera teatral está copada por mujeres. Lo que les pasa a "ellas" ocupa gran parte de la oferta en Capital y en los grandes centros de veraneo como Mar del Plata y Villa Carlos Paz.El fenómeno, incluso, tiene su versión zafada con la comedia musical No somos santas, protagonizada por Nazarena Vélez. Según su autor, Gerardo Sofovich, un verdadero homenaje a la mujer.
¿Fiebre? ¿Plaga? ¿Acaso una liberación, ¿Tan solo una moda? ¿De qué hablan estas obras? ¿Qué mujeres exponen? ¿Qué discursos articulan?
"Venimos fuertes", se entusiasma Silvia Pérez, protagonista junto a Norma Pons y Sofía Gala de Secreto entre mujeres, obra que plantea el encuentro entre tres damas de distintas generaciones que amaron al mismo hombre.
Silvia recuerda una charla con el empresario teatral Carlos Rotemberg: "Una vez me dijo que lo que les pasa a las mujeres llena teatros. Y a la hora de la verdad es como que tenemos mucha voz. Las mujeres tienen una sensibilidad más agudizada y se permiten usarla y contar y reírse de lo que les pasa, eso me parece muy inte resante".
"Todas y en distintas edades se sienten identificadas con la obra", asegura Pérez sobre la respuesta del público. ¿En qué? "Por ejemplo en el hecho querer ser la mujer más importante en la vida de un hombre", responde la actriz. ¿Y los hombres? "He hablado con pocos -confiesa-, pero invariablemente después de decirte que le encantaron las actuaciones te agregan 'pero te hace lagrimear, eh'.
Fuente: Clarín
Sorpresivo éxito de la llamada "escena alternativa" (debieron agregar funciones), Mujeres en el baño, de la ascendente Mariela Asensio, sondea (en forma atractiva, audaz, aunque en una línea alto impacto sin tanto efecto residual) el tema de la belleza.
"Me parece que hoy existe una idea de belleza absolutamente sanguinaria que nada tiene que ver con la belleza de las mujeres reales -explica la propia Asensio-. Y lo grave es que pareciera que no fuera así. Tenemos que hacer un trabajo constante para no comprar lo que nos venden". A modo de gráfica, Asensio recuerda una propaganda de crema en la que a cada segundo se repetía la frase "no te arrugues". "¡Dejame que me arrugue! -bromea la directora-, es como que todo va en contra de la naturaleza misma de la mujer".
Lo que resulta extraño es que para mostrar esto Asensio elija cumplir con todos los requisitos que esa misma idea "sanguinaria" instala: actrices con cuerpos impecables, pieles perfectas, tacos altos, cola less, lencería sensual, lo sexy en primerísimo primer plano.
"La obra juega irónicamente con esta idea -asegura Asensio-. Hay una contradicción entre el discurso de la obra y lo que muestra. Me parece interesante la paradoja para que un lenguaje sea más arriesgado. Ves cinco culos perfectos que se ponen la cola less y después tiran las siliconas".
Entre otra decena de temas, en Fetiche -el biodrama de José María Muscari basado en la fisicoculturista Cristina Musumeci-, también se toca el del cuerpo y la comida.
Interpretado por seis actrices muy diferentes (Julieta Vallina, Carla Crespo, Hilda Bernard, Edda Bustamante, María Fiorentino y el travesti Mariana A), quienes encarnan distintos aspectos de la protagonista, es Vallina la que asume el ítem en cuestión.
"Sobre todo en este país hay una especie de locura, de exigencia con respecto al cuerpo y a no aceptar la vejez -asegura Vallina-. Hay como un retraso en ese sentido. Creo que se le da demasiada bolilla a lo que dicen los medios. Claro que también está en una dejarse influenciar".
Para la obra, por la que también desfilan temas como el mandato del casamiento, la represión sexual, la relación con el otro, Muscari realizó entrevistas a las propias actrices consultándolas sobre estos ítems. Finalmente hizo una especie de biodrama solapado de todas ellas.
"Fue interesante leer las opiniones de mis compañeras -asegura Vallina-. Por ejemplo, Hilda Bernard dijo y es algo que está en la obra: 'a mí la vejez no me importa, no me da miedo la muerte'. Todo lo contrario a mi respuesta".
Si se sigue el consejo de Rottemberg y se aborda el fenómeno de la abundancia de elencos femeninos desde una mirada empresarial, habría que tener en cuenta un comportamiento común: son las mujeres quienes eligen la obra y compran las entradas cuando van al teatro con maridos, novios, etc. De modo que la ecuación en algunas propuestas teatrales resulta simple: temas de mujeres tratados con chicas pulposas y ligeras de ropa como para que los hombres también se entretengan.
El hito de esta ecuación lo representa la comedia musical No somos santas, de Gerardo Sofovich: un homenaje a la mujer, pero especialmente dedicado a los hombres a quienes "regala" con desnudos totales, colas generosas, tetas siliconadas, bailes hot...
¿Cómo son las mujeres del planeta Sofovich? Básicamente mal habladas. Y con una visión del progreso centrada en la posibilidad de que un hombre con dinero las lleve a "comer langosta y caviar" (sic) y les compre un piso en Avenida Libertador. Eso sí, antes de que terminen la obra las chicas parecen revalorizarse.
Siguiendo con esta línea "para el corazón de la mujer y los ojos del caballero" se ubica El show de las divorciadas, en Villa Carlos Paz, con las bombas sexies María Eugenia Ritó y Carla Conte, seguidas por Mirta Wons, María Rojí y Julia Zenko. Aunque es cierto que la obra tiene otros méritos: profundiza en sentimientos como la sensación de no poder sola, la pena interminable ante el abandono, el renacer después del dolor.
Si algo recorre a todas las obras es una notoria y agradable sensación de hermandad y fraternidad en escena, como Flores de acero -la versión teatral argentina de la famosa película-, en la que la enfermedad de una de las seis amigas que comparten una peluquería las vuelve unidas y fuertes.
¿Cómo queda el hombre en estos mundos femeninos? Por lo general bien parado. La mayoría de las obras no plantean ningún ataque furibundo hacia ellos.
"Cuidamos que el material no resulte feminista entre comillas. Y también las actrices tienen mucho cuidado con que no sea ofensivo hacia el hombre -explica Manuel González Gil, autor junto a Alberto Alejandro de El show... y Mujeres bonitas-. A veces se nos escapa y ellas nos lo señalan".
Silvia Pérez coincide: "Yo no creo que la nuestra sea una obra feminista, me pareció muy interesante que el hombre pueda venir a escuchar lo que dicen las mujeres de ellos cuando no están más".
En estos dos discursos asoma quizás un síntoma de época: el error acerca del feminismo.
"Muchos creen que el feminismo es el machismo, pero al revés -señala Asensio-. Es un error. El machismo es la actitud de prepotencia de los varones respecto de las mujeres y el feminismo es la lucha por igualdad de derechos. Mil veces tengo discusiones con amigos por el tema. Yo les digo '¿ustedes creen que la mujer tiene los mismos derechos que el hombre?' 'Sí', me responden. 'Bueno, entonces, son feministas'".
Fuente: Clarín
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