César Jones nació y vive en La Plata. Es el hombre fuerte de su propia productora, LPsexxx realizaciones, y un fiel representante de la nueva camada de directores porno argentinos, los más buscados en América Latina.
Su producción está considerada "intelectual" por los guardianes de la tradición, con el inefable Víctor Maytland a la cabeza. Sin embargo, Jones es un tipo afable, que prefiere pasar de las riñas de gallo. En el Festival Internacional de Cine Erótico de Buenos Aires, cuya primera versión tuvo lugar en noviembre 2007, su empresa ganó el premio al mejor director argentino por Pornumental Jone's; Loki, el premio al mejor actor argentino por Perversiones sexuales de un terapeuta; Melanie Wired resultó nominada a mejor actriz argentina por Teatro Genital; y Gemma también fue nominada a mejor actriz de reparto argentina por Pornumental Jone's.
El director ha filmado hasta hoy Las fantasías del doctor Vivace (2001), El profeta (2002), 2176, Clones bisex (2002), Pornumental (2004), Euge no duerme (2004), SuperSalvaje (2005), Pornumental Jone's (2005), Perversiones sexuales de un terapeuta (2006), Temporada alta (2007) y Teatro genital (2007).
Esta es la conversación que sostuvo con Terra Magazine sobre los avatares del género, ahora que los europeos y estadounidenses han posado los ojos sobre las producciones latinoamericanas.
Entrevista
Terra Magazine: ¿Hay un único porno, hay diversas ideas del porno, por qué el porno, en algún momento, se convirtió en un género susceptible de maniqueísmos y enfrentamientos imaginarios en Argentina?
Jones: Empiezo por el final. Efectivamente, el porno se convirtió en un género susceptible de maniqueísmos y enfrentamientos imaginarios, yo creo que por dos razones: para hacer ruido y conseguir prensa, ya que este es un mercado mediano o pequeño. Por esas razones, lo que está en juego, ahora que la producción está más diversificada y hay más directores y más visitas del mundo industrial, es una cuestión de dinero, dinero para financiar proyectos y apoyo de empresas y capitales importantes. En ese contexto, se armaron enfrentamientos en los que yo quedé de un lado y otros de otro. Digamos que en mi caso, del lado "artístico", "intelectual", y del otro lado quedó la producción más "comercial". Esas, si se quiere, son dos ideas del porno, pero si se lo piensa como género hipercodificado.
Terra Magazine: ¿Cómo sería eso?
Jones: El cine industrial, el mainstream, se divide por géneros: westerns, comedias, comedias románticas, suspenso, terror, gore, ciencia ficción, etcétera. Y eso no está mal. Si se trata de una industria, estamos hablando también de un negocio. El cine no escapa a las generales de las ley del mercado, y el porno se ha convertido, como esos otros géneros, en uno más, con sus productoras, agentes de prensa, sets de filmación, castings, estrellas internacionales, festivales, todo los dispositivos que necesita la industria para promocionar y vender sus productos. Pero cuando hablo de género hipercodificado quiero decir que uno, como director, también puede jugar, variar, desviarse del estándar ambiente sin dejar de ser porno, y de pretender venderse como tal, pero introduciendo un elemento crítico. Estamos tratando con la materia sexual, que es misterio puro. La transparencia total, en materia de sexo, no existe, y eso -ese elemento crítico, reflexivo- no tiene por qué impedir filmar porno.
Terra Magazine: ¿La hipercodificación del género estaría del lado de la eficacia?
Jones: Exacto. Si pensamos al porno como una máquina para "calentarse", contra lo cual no tengo nada, la eficacia, entendida en términos industriales, implica una serie de requisitos básicos: determinado tipo de belleza, determinados tempos y escenas, una historia o un argumento mínimo y un acercamiento casi ginecológico a la cuestión. Eso se hace muy bien en los Estados Unidos y Europa. Pero no se hace tan bien en la Argentina, y no es la causa por la cual mi cine no responda a esos cánones, sino que simplemente, no me interesa. Pero por ese hueco se inventó esta supuesta querella por la verdad del porno: del lado de la eficacia, Víctor Maytland y su troupe, y del otro, Homero Cirelli, Marcos Torino, yo y otros. Y es ridículo: una sola vez en mi vida estuve cerca de Maytland, en una fiesta del ambiente. Eramos muchos, así que ni nos saludamos. Pero ya estaba instalada esa dualidad. Aclaro que si alguna vez hice una crítica a su cine, resultó una crítica a su cine, no a su persona o a sus negocios. Siempre la crítica fue por el lado de la ausencia de reflexión, de crítica, ese elemento que para mí no puede estar ajeno a la obra de arte. Entiendo que no se puede pedir lo que no se pretende dar, pero no hay nada que esté prohibido discutir. También reconozco el lugar de Maytland en la industria y a cambio sólo recibo agresiones y posibilidades de debate cero, porque insisto, no digo que no tenga que existir el porno industrial, sino que puede haber otro porno, un porno que se haga preguntas y que además rescate elementos del género, que en líneas generales, viene de la picaresca. Bueno, las calificaciones de pretensioso han sido las más livianas. En definitiva: o es una discusión comercial, o es una discusión que está mal planteada.
Terra Magazine: ¿Puede explicar mejor esto último?
Jones: El cine es representación. El porno es representación en estado puro. La representación puede ser desarmada, pero jamás eliminada. Son representación una película de Maytland y una película mía. El elemento de representación es inalienable en este oficio. El director que mejor lo entendió fue Gerard Damiano. Los intentos por borrar la representación se acercan al documental, a la historia clínica, pero incluso en esos casos hay un trabajo de montaje, y si hay un trabajo de montaje, hay representación. La escena del tren que inaugura la historia del cine es representación. Ese tren se echa a andar para ser filmado. Entonces, el porno, sea más o menos sofisticado, no puede prescindir de ese elemento. Para esta gente pareciera que sí, que existiera una posibilidad de no intermediar, de la acción directa. La acción directa que practicó (Jean-Luc) Godard en los sesenta, necesitó de una cámara de mano y de una escena. Es la confusión entre lo real y la representación. Sin representación, no existe lo real; lo real mismo es representación. Pero nos fuimos de tema, ¿no?
Terra Magazine: Está claro, de todos modos. ¿Cómo financia usted sus películas?
Jones: De las maneras más diversas: deudas, hipotecas, préstamos, recuperos y algunos contratos para cortos y películas por encargo que ahora empezaron a multiplicarse. En general, trabajo en ambientes sobrios, con los mismos actores y compartiendo cierto mundo estético. Es difícil: carezco del aparato financiero de Hollywood (o sucedáneos) que pagan producciones en serie.
Terra Magazine: Supongo que el bochorno del FICEBA (el Festival Internacional de Cine Erótico de Buenos Aires) pudo haberlo afectado.
Jones: Bueno, no tanto: gané el premio a la mejor película, me están haciendo reportajes, puedo explayarme y están llegando ofertas de trabajo. Sí creo que fue una gran estafa al público, y eso, por supuesto, termina afectando a todos. Pero el premio no estaba arreglado.
Terra Magazine: Puedo dar fe de que no, de que no estaba arreglado. Su nombre figuraba entre las figuras que interesaban particularmente a los europeos, pero el premio no estaba arreglado, está claro.
Jones: Sorprende un poco saber eso: intereso más en Europa que en Estados Unidos. Pero no sé si eso es malo, ¿no?
Fuente: Terra Magazine, Otros Cines
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