jueves, 11 de febrero de 2010

Un texto inquietante de Enrique Papatino

Algunos problemas en la puesta de Amalfi

Amalfi . Autor y director: Enrique Papatino. Intérpretes: Eduardo Leyrado, Mariel Rosciano, Jorge Albella. Iluminación: Eduardo Safigueroa. Vestuario y utilería: Cecilia Larumbe. Escenografía: Edgardo López Albarellos. Asistente de dirección: Marcelo Peiretti. En el Teatro del Abasto (Humahuaca 3549). Viernes, a las 21. Duración: 80 minutos.
Nuestra opinión: regular

Un triángulo amoroso, una guerra que parecería extenderse infinitamente. La sombra de la muerte aparece de continuo y dos hombres y una mujer intentan separarse pero cada día se relacionan más. Algo de la pasión que alguna vez sintieron se fue resquebrajando, pero ellos siguen estando allí, intentando comprender un presente que resulta muy difícil de vivir.

Amalfi, la ciudad italiana, es un escape posible. Dos de ellos estuvieron alguna vez allí y la felicidad los tocó. El regreso se torna difícil. Mientras tanto, pasan el tiempo hablando, enfrentándose, queriéndose como pueden. El peligro está afuera. La muerte espera en la calle y el tránsito hacia Amalfi puede ser muy costoso.

El nuevo texto que llega a escena de Enrique Papatino es sumamente inquietante. Una historia en la que el pasado y el presente se confunden, en donde la poesía ocupa un lugar muy importante y donde los personajes, como escapados de un sueño muy convulsionado, llegan por que se resisten a esfumarse cuando la luz del día los descubra.

En el espacio escénico el material se resiente un poco. A la hora de la dirección, Papatino no termina de imponer a los personajes en su verdadera carnadura y, mucho del ambiente hostil en el que están inmersos, se diluye y no los afecta, ni los provoca de manera contundente.

Los intérpretes, sobre todo Eduardo Leyrado y Mariel Rosciano, parecieran no animarse a ingresar de lleno en Ascasubi y Carmela, sus personajes, y por eso muchas situaciones pierden intensidad. Sus recreaciones son algo formales y aparecen muy opuestas al trabajo que realiza Jorge Albella (Braun). Mientras los dos primeros se mueven dentro de un realismo algo exasperado, el tercero carga con ciertos tics cómicos que lo acercan al cine mudo. Su Braun tiene momentos muy destacados pero resulta extraño dentro del mundo que plantea la pieza.

La representación de Amalfi es débil y empequeñece las cualidades de un texto muy atractivo y muy valioso dramáticamente.

Carlos Pacheco

Fuente: La Nación

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