martes, 9 de febrero de 2010

La hija más cool hace su propia historia

Trabajo conjunto. Charlotte Gainsbourg y Beck, dentro y fuera del estudio de grabación. La tapa del disco IRM que se edita por estos días en la Argentina.

IRM, nuevo disco de Charlotte Gainsbourg

Después de un accidente que puso en peligro su vida, la actriz hija de Serge Gainsbourg y Jane Birkin, se encerró en un estudio con Beck para grabar nuevas canciones. El CD llega aquí esta semana.

“Ella es ella. Pero con dulzura, lleva nuestras voces en la cabeza”. Así de cariñoso era el resumen que hace pocos días hizo la mamá, Jane Birkin, de IRM, el nuevo trabajo de Charlotte Gainsbourg, la hija que tuvo con el gran Serge y que esta semana llega a la Argentina. Producido y escrito por Beck, el disco está en camino de repetir el éxito de 5:55, de 2006. Pero ya aparece como una consagración definitiva para una artista que, haciéndola propia, trasciende el peso del legado.

Por eso la frase de Birkin funciona como un aprobado de la madre artista para un examen difícil de su pimpollo de 38 años: despegarse y a la vez consolidarse como heredera del más celebrado autor pop de la segunda mitad del siglo XX francés. En inglés, las siglas IRM significan resonancia magnética. Tres letras que resumen un sacudón en la vida de la actriz cuando, en 2007 y durante unas vacaciones en Estados Unidos, sufrió una caída mientras hacía esquí náutico. Algún tiempo después, y como no cedían los dolores de cabeza, por uno de esos exámenes se descubrió que la actriz había sufrido una hemorragia cerebral y que estaba viva de milagro.

Dice Gainsbourg que la experiencia de la enfermedad fue el disparador para hacer un disco nuevo. Y que emergió de los hospitales con la idea de convocar a su admirado Beck para lograrlo. El resultado tiene la esperada carga introspectiva, arropada en trece canciones –sólo dos en francés– que bailan entre la chanson, el pop y el folk pasando por el indie rock casi deformista (“IRM”) o el tímido, siempre elegante, canto a la alegría de vivir, como en el single “Heaven can wait”, cantado a dúo “El cielo puede esperar y el infierno está demasiado lejos, en algún lugar entre lo que necesito y lo que sé”, canta Gainsbourg. En la caja, una foto de Nick Knight, desde la tapa, la muestra parecidísima a Birkin.

En una entrevista publicada en The New York Times hace pocos días, Gainsbourg habló del tema obligado cada vez que ella vuelve a un estudio de grabación: la herencia de su padre. “Yo sigo mi propio camino. Pero las comparaciones son constantes, y una carga pesada para llevar”. El mismo problema de Julian Lennon, o de Ziggy Marley. Pero con el agregado de su propia leyenda: un escandaloso debut como delicieuse enfant a los 13 años y junto a papá, gimiendo “je t’aime” en la canción “Lemon Incest”, seguido por el álbum Charlotte For Ever, con música de Serge y por un paréntesis de veinte años, hasta la edición del –sí– gainsbourgiano 5:55. Producido por Nige Godrich –Radiohead–, con la participación de Air y de Jarvis Cocker, ese disco fue un exitazo para la crítica y se ubicó, en su país, en el tope de los charts.

“No quería que Beck escribiera canciones por su lado y luego me diera la letra y la melodía para cantar. Quería que se involucrara en el proceso creativo. Así que terminamos haciéndolo todo, desde el boceto y la primera idea, y él siempre avanzó de acuerdo a mis reacciones y a lo que yo tenía para decir –cuenta en su web–. La primera sesión duró cinco días, pero tuvimos que dejarlo durante un largo tiempo porque yo filmaba en Alemania con Lars Von Trier. Nos reencontramos en Los Ángeles y continuamos durante tres semanas”.

En esas sesiones pasaron cosas raras, como la coincidencia de que, en una letra, la del tema “Master’s Hand”, Beck escribió versos sobre agujeros en la cabeza por los que se escapaban los recuerdos sin saber lo mucho que se parecía esa imagen a las de la enfermedad de su compañera, de la que no habían hablado.

La de Lars Von Trier es la película Antichrist, por la que Gainsbourg ganó el premio a la mejor actriz en Cannes 2009, además de unas cuantas polémicas. Un trabajo que se suma a los de los films de Michel Gondry, Todd Haynes o Alejandro González Iñárritu. Casada con el también actor, y director, Yvan Attal, y mientras se prepara para ponerse a las órdenes de Alfonso Cuarón, Gainsbourg se muestra como bastante más que una actriz que canta bajito. “En este disco, quería que mi voz sonara desnuda, muy clara. Tenía en la cabeza a las coristas del disco Gainsbourg Percussions de mi padre: voces abiertas”.

Ahora, uno de los críticos ingleses más prestigiosos, Nick Kent, asegura que, desde los días en que Iggy Pop colaboró con David Bowie, o Lou Reed escribió temas para Nico, no habían coincidido dos artistas en un estudio con resultados tan audaces.

Fuente: Crítica

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